En caza autorizada por Botsuana matan a uno de los elefantes más grandes de África
La práctica, autorizada por el gobierno de Botsuana, continúa provocando debates. El cazador profesional que mató al elefante -con colmillos de 91 kg- mantiene que la caza beneficia a las aldeas marginadas, brindándoles comida y oportunidad de empleo.
En medio de una caza autorizada por el gobierno de Botsuana, el cazador profesional Leon Kachelhoffer mató a uno de los elefantes más grandes de África, un ‘tusker’ de colmillos gigantes (de unos 91 kg), en la frontera de Botsuana con Namibia. El elefante tenía un poco más de 50 años y murió de un solo tiro, indicó Debbie Peake, portavoz de la industria de la caza a Save the Elephants.
“Los ingresos y la carne de la caza marcarán una gran diferencia para la comunidad”, agregó Peake. El elefante ya tenía una herida de bala lo que indica que algunos cazadores furtivos, es decir sin permiso gubernamental para realizar la actividad, habrían intentado cazarlo. “Si estos cazadores lo hubieran matado no se habría generado un beneficio para la comunidad local”, según la vocera. (Puede leer: Día de la Tierra: ¿por qué deberíamos cambiar nuestra relación con la naturaleza?)
El suceso ha causado controversia en redes sociales y avivó el debate en torno a la autorización de caza de elefantes en el país africano. Ian Khama, expresidente de Botsuana, prohibió esta práctica en 2014, pero el nuevo presidente, Mokgweetsi Masisi, quitó la prohibición en un esfuerzo por restringir el conflicto entre humanos y animales en ciertas zonas del país.
“Cuando hablamos de caza, hablamos de caza controlada”, afirmó el ministro botsuanés de Medioambiente, Conservación y Turismo, Onkokame Kitso Mokaila, en 2019 tras el anuncio. “Botsuana nunca ha abogado por una carnicería masiva, eso nunca ocurrirá. Por eso, el 40 % de nuestro país está dedicado a la conservación”, agregó el funcionario, indicando que el objetivo de la política es controlar la población creciente de elefantes. (Le puede interesar: Dantas y armadillos, entre las 223 especies que se cazan en Colombia para subsistir)
Algunos extranjeros de Europa y Estados Unidos también se han unido a las cazas selectivas de elefantes en el país pagando grandes sumas de dinero para ser acompañados por cazadores profesionales. Al final de estas, los visitantes están autorizados a llevarse partes del elefante como trofeo.
En Botsuana habitan cerca de 130.000 elefantes, casi un tercio de la población total de estos animales en todo el continente, y más que en cualquier otro país del mundo. El gobierno del país ha indicado que, en algunas áreas, los animales pueden dañar cultivos e infraestructura y que los más grandes pueden ser peligrosos si entran en contacto con la comunidad. Se estima que solo quedan unos 40 elefantes ‘tusker’, similares al que murió tras la caza autorizada en el norte de Botsuana.
El gobierno botsuanés afirmó en 2019 que otorgaría menos de 400 licencias para la caza de elefantes al año. Además del control de los enfrentamientos entre humanos y animales, los funcionarios agregaron que la práctica traería oportunidades labores y económicas para los habitantes de las zonas más apartadas. En diálogo con el podcast Blood Origins, Kachelhoffer afirmó que no esperó que la reacción pública fuera de tanto rechazo y explicó que esta práctica beneficia a las comunidades rurales de la zona. Para tener una licencia de caza en la zona, el bloque NG-13, uno de los bloques de manejo de elefantes en Botsuana, los cazadores deben pagar una cuota.
El cazador indicó que pagó 110 mil dólares para tener la licencia de caza y que esa plata va directamente a las tres aldeas que se ubican en el bloque NG-13. Kachelhoffer, nativo de Botsuana, explicó que la práctica es un acuerdo entre el gobierno y los ciudadanos, e indicó que participar en la caza es un privilegio y responsabilidad con los aldeanos. “Es un privilegio estar en la posición de poder cazar un ‘toro’ como ese elefante. Hay remordimiento, hay tristeza, piensas en la gran vida que este elefante vivió, es más que solamente dispararle, tomar una foto y convertirte en héroe o cualquiera de los disparates que están diciendo”, indicó el Kachelhoffer a Blood Origins.
(Le puede interesar: ¿Por qué preocupa tanto que el cambio climático esté afectando los abejorros?)
Simon Espley, CEO de Africa Geographic, manifestó su rechazo hacia la práctica, indicando que: “El volumen de elefantes cazados no es suficiente para reducir las poblaciones de elefantes. En cambio, el resultado probable de la selección de elefantes de colmillos grandes como trofeos será acelerar la desaparición de los colmillos del paisaje africano”.
El expresidente botsuanés, Ian Khama, también criticó el suceso, escribiendo en su perfil de Facebook: “Era un elefante que los guías turísticos han tratado de mostrar en repetidas oportunidades a los turistas. Ahora está muerto”.
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En medio de una caza autorizada por el gobierno de Botsuana, el cazador profesional Leon Kachelhoffer mató a uno de los elefantes más grandes de África, un ‘tusker’ de colmillos gigantes (de unos 91 kg), en la frontera de Botsuana con Namibia. El elefante tenía un poco más de 50 años y murió de un solo tiro, indicó Debbie Peake, portavoz de la industria de la caza a Save the Elephants.
“Los ingresos y la carne de la caza marcarán una gran diferencia para la comunidad”, agregó Peake. El elefante ya tenía una herida de bala lo que indica que algunos cazadores furtivos, es decir sin permiso gubernamental para realizar la actividad, habrían intentado cazarlo. “Si estos cazadores lo hubieran matado no se habría generado un beneficio para la comunidad local”, según la vocera. (Puede leer: Día de la Tierra: ¿por qué deberíamos cambiar nuestra relación con la naturaleza?)
El suceso ha causado controversia en redes sociales y avivó el debate en torno a la autorización de caza de elefantes en el país africano. Ian Khama, expresidente de Botsuana, prohibió esta práctica en 2014, pero el nuevo presidente, Mokgweetsi Masisi, quitó la prohibición en un esfuerzo por restringir el conflicto entre humanos y animales en ciertas zonas del país.
“Cuando hablamos de caza, hablamos de caza controlada”, afirmó el ministro botsuanés de Medioambiente, Conservación y Turismo, Onkokame Kitso Mokaila, en 2019 tras el anuncio. “Botsuana nunca ha abogado por una carnicería masiva, eso nunca ocurrirá. Por eso, el 40 % de nuestro país está dedicado a la conservación”, agregó el funcionario, indicando que el objetivo de la política es controlar la población creciente de elefantes. (Le puede interesar: Dantas y armadillos, entre las 223 especies que se cazan en Colombia para subsistir)
Algunos extranjeros de Europa y Estados Unidos también se han unido a las cazas selectivas de elefantes en el país pagando grandes sumas de dinero para ser acompañados por cazadores profesionales. Al final de estas, los visitantes están autorizados a llevarse partes del elefante como trofeo.
En Botsuana habitan cerca de 130.000 elefantes, casi un tercio de la población total de estos animales en todo el continente, y más que en cualquier otro país del mundo. El gobierno del país ha indicado que, en algunas áreas, los animales pueden dañar cultivos e infraestructura y que los más grandes pueden ser peligrosos si entran en contacto con la comunidad. Se estima que solo quedan unos 40 elefantes ‘tusker’, similares al que murió tras la caza autorizada en el norte de Botsuana.
El gobierno botsuanés afirmó en 2019 que otorgaría menos de 400 licencias para la caza de elefantes al año. Además del control de los enfrentamientos entre humanos y animales, los funcionarios agregaron que la práctica traería oportunidades labores y económicas para los habitantes de las zonas más apartadas. En diálogo con el podcast Blood Origins, Kachelhoffer afirmó que no esperó que la reacción pública fuera de tanto rechazo y explicó que esta práctica beneficia a las comunidades rurales de la zona. Para tener una licencia de caza en la zona, el bloque NG-13, uno de los bloques de manejo de elefantes en Botsuana, los cazadores deben pagar una cuota.
El cazador indicó que pagó 110 mil dólares para tener la licencia de caza y que esa plata va directamente a las tres aldeas que se ubican en el bloque NG-13. Kachelhoffer, nativo de Botsuana, explicó que la práctica es un acuerdo entre el gobierno y los ciudadanos, e indicó que participar en la caza es un privilegio y responsabilidad con los aldeanos. “Es un privilegio estar en la posición de poder cazar un ‘toro’ como ese elefante. Hay remordimiento, hay tristeza, piensas en la gran vida que este elefante vivió, es más que solamente dispararle, tomar una foto y convertirte en héroe o cualquiera de los disparates que están diciendo”, indicó el Kachelhoffer a Blood Origins.
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Simon Espley, CEO de Africa Geographic, manifestó su rechazo hacia la práctica, indicando que: “El volumen de elefantes cazados no es suficiente para reducir las poblaciones de elefantes. En cambio, el resultado probable de la selección de elefantes de colmillos grandes como trofeos será acelerar la desaparición de los colmillos del paisaje africano”.
El expresidente botsuanés, Ian Khama, también criticó el suceso, escribiendo en su perfil de Facebook: “Era un elefante que los guías turísticos han tratado de mostrar en repetidas oportunidades a los turistas. Ahora está muerto”.
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