“En el norte de Suramérica los mayores cambios se darán en la precipitación”: IPCC
Entrevista con el investigador español Francisco J. Doblas Reyes, encargado de coordinar el capítulo del informe del IPCC, que habla sobre el cambio climático a escala regional.
María Mónica Monsalve
El investigador español Francisco J. Doblas Reyes, profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (Icrea) y director del Departamento de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center, ha trabajado alrededor del cambio climático desde 1990. También es uno de los 243 científicos del mundo que participaron en la elaboración del sexto y más reciente informe del Panel Intergubernalmental del Cambio Climático (IPCC) que se publicó ayer, en el que se recopilan las conclusiones de todos los estudios más recientes sobre la ciencia de este fenómeno. (En contexto: Podremos superar un aumento de 2 °C en la temperatura global durante el siglo XXI)
Su rol fue coordinar el capítulo 10 del informe, que busca transferir el conocimiento global a escalas regionales para permitir que líderes y tomadores de decisiones sepan, por ejemplo, cómo adaptarse. En entrevista con El Espectador, explica cuáles son las proyecciones climáticas claves en Suramérica y lo nuevo que ha encontrado la ciencia del cambio climático desde 2013, cuando se publicó el quinto informe del IPCC, en el que también participó.
¿Qué concluye el informe del IPCC sobre la situación de la región de Suramérica?
Es una región muy compleja, en la que tenemos climas muy diferentes, que varían desde lo que es el cono sur y una zona más tropical o subtropical, como Brasil, Bolivia y Uruguay. En el caso del norte de Suramérica vemos, sobre todo, un aumento de las precipitaciones más intensas y que pueden producir más daños a la región. El proceso que explica lo que está sucediendo es que la atmósfera, cuando está más caliente, absorbe mayor cantidad de humedad. Igual a lo que pasa en un sauna. Y, bueno, con el calentamiento global la atmósfera puede retener más vapor de agua que, cuando se precipita, se convierte en una lluvia mucho más fuerte. De todas maneras, esto es combatible con unas proyecciones de lo que sucederá en Colombia a mitad de siglo, que corresponde a incrementos de precipitación en la zona costera, sobre todo en el Pacífico, y una disminución en precipitación en el interior y en la zona del Caribe. (Le recomendamos: Una breve guía para entender el reciente informe de cambio climático del IPCC (Lea también: Lo que está en juego en París))
¿Cómo se diferencia lo que pasará en Suramérica con otras regiones? ¿Está más amenazada?
No necesariamente. Es importante tener en cuenta que una de las características de Suramérica es su gran variedad de climas. Pero lo que sí ocurre es que se observa un decrecimiento en las precipitaciones, sobre todo en la zona de la Amazonia y en la época de invierno, de octubre a marzo. También vemos que en todo el continente hay un aumento de la amplitud del ciclo anual de la precipitación. Es decir, que las épocas de lluvia estarán asociadas a un aumento de las precipitaciones intensas y, las épocas secas, serán más secas de lo que se ha observado hasta el momento.
También trabajó en el último informe que se publicó en 2013, el AR5. ¿Qué elementos conocemos ahora o con un grado de mayor certeza que no sabíamos antes?
Bueno, en el AR5 participé en otro capítulo, el de proyecciones a escala global. Esta vez, en el AR6, fue con modelos a escala regional. Pero desde el punto de vista sobre el cambio climático, en general, hay dos palabras que aparecen en este nuevo informe y que son reveladoras. Lo primero, es que mientras en el AR5 se comunicó que el cambio climático estaba ocurriendo, en el nuevo reporte, el AR6, ya se dice que el cambio climático no tiene precedentes en los últimos varios miles de años, dependiendo del fenómeno del que estemos hablando. Para unos fenómenos no había precedentes así hace unos 2.000 o 3.000 años y, para otros, son 100 de miles de años. Es decir, no ha ocurrido nada parecido a lo que está pasando en este momento.
Lo segundo, que es indiscutible que son las actividades humanas las que han generado ese cambio climático. Y es importante esa diferencia, porque en el caso anterior, en el AR5, se utilizaba la palabra “inequívoco”. Ahora sencillamente no permite discusión, no admite ningún tipo de duda. Y, bueno, dice que el incremento a nivel global de la temperatura, con respecto a los valores preindustriales, es de aproximadamente 1,1° C. (Lea también: Lo que está en juego en París)
¿Y hay algo sobre lo que se tenga un mayor nivel de certidumbre que no se tenía en 2013?
Sí, desde el AR5 hay una mayor certidumbre de que los cambios del clima se están dando a nivel regional. Una de las conclusiones del informe es que todas las regiones del planeta están siendo afectadas por el cambio climático: en unas es por aumento de olas de calor, en otras por sequías, por cambio de las frecuencias de los ciclones tropicales o por los aumentos de una precipitación intensa. Pero en todos está ocurriendo algo asociado al cambio climático de origen antropogénico.
Y hay que tener en cuenta otro aspecto que, aunque ya se mencionaba a su modo en el AR5, ahora se expresa de una manera mucho más clara: algunos de estos cambios en el sistema climático no tienen vuelta atrás en escalas temporales de siglos y milenios. Esto, por ejemplo, aplica al aumento del nivel del mar y a la difusión del hielo, tanto para los glaciares de las altas montañas como el hielo continental. Esos procesos que ya se desencadenaron continuarán por años y milenios, incluso, aunque hagamos una reducción muy drástica de las emisiones. Es importante saberlo para adaptarse, porque el problema no acabará en el año 2100, irá a más allá.
¿Ve factible mantener un aumento de la temperatura por debajo de 1,5 o 2° C para finales del siglo?
Bueno, son valores que corresponden con una serie de visiones que tienen un argumento socio económico detrás. En el informe presentamos una serie de escenarios dependiendo de la reducción de gases de efecto invernadero que se logre para finales de siglo, hasta el año 2100, y evaluamos cuáles son los impactos en las principales variables climáticas.
Entre esos escenarios, consideramos escenarios de mitigación muy agresivos, que es el que sería compatible con un aumento de la temperatura global de 1,5° C a finales de siglo. Para lograrlo necesitaríamos una reducción de más del 40 % de las emisiones de gases efecto invernadero antropogénico cada década, hasta llegar a cero emisiones netas en 2050. Y tendríamos que empezar en el año 2022, que es un reto mayúsculo.
Otro escenario, el compatible con un aumento de 4° C, requiere que alcancemos unas emisiones neta cero entre 2070 y 2080, y corresponde a una reducción de emisiones del 15 % cada década. Pero hay que recordar que si se suman las emisiones que se comprometieron a reducir los países en el Acuerdo de París, seguimos por debajo de los valores requeridos para limitar a 1,5 y 2° C la temperatura a final de siglo.
Lleva investigando el cambio climático desde 1990. ¿Está esperanzado u optimista con lo que ve que está pasando?
Digamos que esperanzado, porque existe una mayor sensibilidad en la sociedad respecto al problema. De nuevo, mi trabajo consiste en informar sobre lo que la ciencia nos dice, sobre el cambio climático y sus impactos sobre el sistema climático físico. Sin embargo, veo que hay una serie de elementos sociopolíticos que han cambiado enormemente desde los 90, cuando se publicó el primer informe, hasta ahora. Una de las grandes diferencias es el interés que muestran los decisores políticos. No hay que olvidar que este informe lo solicitan ellos, no es una idea de los científicos. Es una demanda o una petición que hacen los gobiernos para que los científicos se pongan de acuerdo sobre cuál es el conocimiento que hay sobre el problema del cambio climático. Y eso es lo que hemos hecho. Creo que si los decisores políticos no hubieran considerado que es un problema importante, no habrían pedido este tipo de informes en primer lugar.
Volviendo a Suramérica, ¿hay algún aspecto sobre el cambio del clima que es más urgente o preocupante?
Bueno, creo que a la final los problemas son muy parecidos en todas las regiones. Pero quizás en Suramérica uno de los puntos importantes que se deben trabajar es el de la dificultad para expresar, en un lenguaje reconocible para todos, el impacto local que tiene y tendrá el cambio climático. En la mayoría de casos la información está siendo desarrollada y comunicada por expertos del países del norte global. Y se debe tener en cuenta cómo traducir toda esta información a un entorno y a un lenguaje contextualizado para los países de América del Sur, con sus problemáticas y dificultades. Hay que tener en cuenta que el entorno político y cultural no tiene por qué ser el mismo en todos los continentes. Hay que lograr traducir esta información para que se pueda convertir en acciones que, además, requieren una inversión económica no despreciable.
El investigador español Francisco J. Doblas Reyes, profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (Icrea) y director del Departamento de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center, ha trabajado alrededor del cambio climático desde 1990. También es uno de los 243 científicos del mundo que participaron en la elaboración del sexto y más reciente informe del Panel Intergubernalmental del Cambio Climático (IPCC) que se publicó ayer, en el que se recopilan las conclusiones de todos los estudios más recientes sobre la ciencia de este fenómeno. (En contexto: Podremos superar un aumento de 2 °C en la temperatura global durante el siglo XXI)
Su rol fue coordinar el capítulo 10 del informe, que busca transferir el conocimiento global a escalas regionales para permitir que líderes y tomadores de decisiones sepan, por ejemplo, cómo adaptarse. En entrevista con El Espectador, explica cuáles son las proyecciones climáticas claves en Suramérica y lo nuevo que ha encontrado la ciencia del cambio climático desde 2013, cuando se publicó el quinto informe del IPCC, en el que también participó.
¿Qué concluye el informe del IPCC sobre la situación de la región de Suramérica?
Es una región muy compleja, en la que tenemos climas muy diferentes, que varían desde lo que es el cono sur y una zona más tropical o subtropical, como Brasil, Bolivia y Uruguay. En el caso del norte de Suramérica vemos, sobre todo, un aumento de las precipitaciones más intensas y que pueden producir más daños a la región. El proceso que explica lo que está sucediendo es que la atmósfera, cuando está más caliente, absorbe mayor cantidad de humedad. Igual a lo que pasa en un sauna. Y, bueno, con el calentamiento global la atmósfera puede retener más vapor de agua que, cuando se precipita, se convierte en una lluvia mucho más fuerte. De todas maneras, esto es combatible con unas proyecciones de lo que sucederá en Colombia a mitad de siglo, que corresponde a incrementos de precipitación en la zona costera, sobre todo en el Pacífico, y una disminución en precipitación en el interior y en la zona del Caribe. (Le recomendamos: Una breve guía para entender el reciente informe de cambio climático del IPCC (Lea también: Lo que está en juego en París))
¿Cómo se diferencia lo que pasará en Suramérica con otras regiones? ¿Está más amenazada?
No necesariamente. Es importante tener en cuenta que una de las características de Suramérica es su gran variedad de climas. Pero lo que sí ocurre es que se observa un decrecimiento en las precipitaciones, sobre todo en la zona de la Amazonia y en la época de invierno, de octubre a marzo. También vemos que en todo el continente hay un aumento de la amplitud del ciclo anual de la precipitación. Es decir, que las épocas de lluvia estarán asociadas a un aumento de las precipitaciones intensas y, las épocas secas, serán más secas de lo que se ha observado hasta el momento.
También trabajó en el último informe que se publicó en 2013, el AR5. ¿Qué elementos conocemos ahora o con un grado de mayor certeza que no sabíamos antes?
Bueno, en el AR5 participé en otro capítulo, el de proyecciones a escala global. Esta vez, en el AR6, fue con modelos a escala regional. Pero desde el punto de vista sobre el cambio climático, en general, hay dos palabras que aparecen en este nuevo informe y que son reveladoras. Lo primero, es que mientras en el AR5 se comunicó que el cambio climático estaba ocurriendo, en el nuevo reporte, el AR6, ya se dice que el cambio climático no tiene precedentes en los últimos varios miles de años, dependiendo del fenómeno del que estemos hablando. Para unos fenómenos no había precedentes así hace unos 2.000 o 3.000 años y, para otros, son 100 de miles de años. Es decir, no ha ocurrido nada parecido a lo que está pasando en este momento.
Lo segundo, que es indiscutible que son las actividades humanas las que han generado ese cambio climático. Y es importante esa diferencia, porque en el caso anterior, en el AR5, se utilizaba la palabra “inequívoco”. Ahora sencillamente no permite discusión, no admite ningún tipo de duda. Y, bueno, dice que el incremento a nivel global de la temperatura, con respecto a los valores preindustriales, es de aproximadamente 1,1° C. (Lea también: Lo que está en juego en París)
¿Y hay algo sobre lo que se tenga un mayor nivel de certidumbre que no se tenía en 2013?
Sí, desde el AR5 hay una mayor certidumbre de que los cambios del clima se están dando a nivel regional. Una de las conclusiones del informe es que todas las regiones del planeta están siendo afectadas por el cambio climático: en unas es por aumento de olas de calor, en otras por sequías, por cambio de las frecuencias de los ciclones tropicales o por los aumentos de una precipitación intensa. Pero en todos está ocurriendo algo asociado al cambio climático de origen antropogénico.
Y hay que tener en cuenta otro aspecto que, aunque ya se mencionaba a su modo en el AR5, ahora se expresa de una manera mucho más clara: algunos de estos cambios en el sistema climático no tienen vuelta atrás en escalas temporales de siglos y milenios. Esto, por ejemplo, aplica al aumento del nivel del mar y a la difusión del hielo, tanto para los glaciares de las altas montañas como el hielo continental. Esos procesos que ya se desencadenaron continuarán por años y milenios, incluso, aunque hagamos una reducción muy drástica de las emisiones. Es importante saberlo para adaptarse, porque el problema no acabará en el año 2100, irá a más allá.
¿Ve factible mantener un aumento de la temperatura por debajo de 1,5 o 2° C para finales del siglo?
Bueno, son valores que corresponden con una serie de visiones que tienen un argumento socio económico detrás. En el informe presentamos una serie de escenarios dependiendo de la reducción de gases de efecto invernadero que se logre para finales de siglo, hasta el año 2100, y evaluamos cuáles son los impactos en las principales variables climáticas.
Entre esos escenarios, consideramos escenarios de mitigación muy agresivos, que es el que sería compatible con un aumento de la temperatura global de 1,5° C a finales de siglo. Para lograrlo necesitaríamos una reducción de más del 40 % de las emisiones de gases efecto invernadero antropogénico cada década, hasta llegar a cero emisiones netas en 2050. Y tendríamos que empezar en el año 2022, que es un reto mayúsculo.
Otro escenario, el compatible con un aumento de 4° C, requiere que alcancemos unas emisiones neta cero entre 2070 y 2080, y corresponde a una reducción de emisiones del 15 % cada década. Pero hay que recordar que si se suman las emisiones que se comprometieron a reducir los países en el Acuerdo de París, seguimos por debajo de los valores requeridos para limitar a 1,5 y 2° C la temperatura a final de siglo.
Lleva investigando el cambio climático desde 1990. ¿Está esperanzado u optimista con lo que ve que está pasando?
Digamos que esperanzado, porque existe una mayor sensibilidad en la sociedad respecto al problema. De nuevo, mi trabajo consiste en informar sobre lo que la ciencia nos dice, sobre el cambio climático y sus impactos sobre el sistema climático físico. Sin embargo, veo que hay una serie de elementos sociopolíticos que han cambiado enormemente desde los 90, cuando se publicó el primer informe, hasta ahora. Una de las grandes diferencias es el interés que muestran los decisores políticos. No hay que olvidar que este informe lo solicitan ellos, no es una idea de los científicos. Es una demanda o una petición que hacen los gobiernos para que los científicos se pongan de acuerdo sobre cuál es el conocimiento que hay sobre el problema del cambio climático. Y eso es lo que hemos hecho. Creo que si los decisores políticos no hubieran considerado que es un problema importante, no habrían pedido este tipo de informes en primer lugar.
Volviendo a Suramérica, ¿hay algún aspecto sobre el cambio del clima que es más urgente o preocupante?
Bueno, creo que a la final los problemas son muy parecidos en todas las regiones. Pero quizás en Suramérica uno de los puntos importantes que se deben trabajar es el de la dificultad para expresar, en un lenguaje reconocible para todos, el impacto local que tiene y tendrá el cambio climático. En la mayoría de casos la información está siendo desarrollada y comunicada por expertos del países del norte global. Y se debe tener en cuenta cómo traducir toda esta información a un entorno y a un lenguaje contextualizado para los países de América del Sur, con sus problemáticas y dificultades. Hay que tener en cuenta que el entorno político y cultural no tiene por qué ser el mismo en todos los continentes. Hay que lograr traducir esta información para que se pueda convertir en acciones que, además, requieren una inversión económica no despreciable.