En las grandes ciudades sobrevive un emblemático felino colombiano que podría desaparecer
El tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus) es un carnívoro característico de los ecosistemas de los Andes. En el primer análisis nacional sobre su estado de conservación, un equipo de investigadores encontró que el 93 % de su hábitat está fragmentado o aislado y que de no conservarlo podría extinguirse en cien años. Hoy intenta sobrevivir en medio de las grandes ciudades del país.
Juan Pablo Correa
En los bosques tropicales de Centroamérica y Suramérica sobrevive, marginado, uno de los felinos más pequeños, particulares e importantes del planeta. Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se trata de una especie en estado Vulnerable que habita varios países del continente, incluidos Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Bolivia.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En los bosques tropicales de Centroamérica y Suramérica sobrevive, marginado, uno de los felinos más pequeños, particulares e importantes del planeta. Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se trata de una especie en estado Vulnerable que habita varios países del continente, incluidos Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Bolivia.
A este particular felino lo conocen comúnmente como tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus), por su pelaje lanudo y fino. Para algunos biólogos, se trata de uno de los carnívoros menos estudiados del continente, pues no existe información suficiente sobre su ecología, estado de conservación y morfología. Solo hasta hace poco, quienes lo investigan, empezaron a encontrar señales más claras sobre las particularidades de este animal. Esas pistas les hacen pensar que las poblaciones que habitan el continente americano podrían ser especies diferentes entre ellas, incluso únicas en algunas partes, como los ejemplares que habitan en Colombia.
“Aparentemente, los felinos que están en un pedazo de Brasil son una subespecie, los que están en los Andes son otra y seguramente los que están en Costa Rica y Panamá sean otra. Creemos que el tigrillo que habita Colombia es muy colombiano, y sospechamos que es diferente al resto”, explica José Fernando González-Maya, director científico de la Fundación ProCAT Colombia y profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana en México. “Cuando los observamos, morfológicamente se ven distintos, pero aún no podemos afirmar que genéticamente lo sean”. (Le puede interesar La avutarda, el ave que podría consumir plantas para automedicarse)
Este dato, aunque parece un tecnicismo, revela la poca información y lo aislados que permanecen para la ciencia estos pequeños felinos. Según González-Maya, esta laguna científica obedece a que la mayoría de los mamíferos son estudiados a través de huellas o cámaras trampa; una metodología muy difícil de aplicar para un gato salvaje que pesa entre 1.5 y 3.5 kilogramos y mide menos de 60 centímetros de largo. “Encontrar rastros o información genética fresca, como pelaje, es una odisea”, dice.
Sin embargo, en Colombia un equipo de biólogos, que lideró González-Maya y apoyó el Grupo de Energía de Bogotá (GEB), emprendió el arduo camino de ir tras las huellas del tigrillo lanudo. Instalaron cámaras trampas, leyeron varios cientos de páginas para obtener información, utilizaron un modelo matemático para calcular dónde podría estar y, por supuesto, intentaron seguirlo. Como resultado, publicaron en la revista Plos One el primer análisis detallado de esta especie para el país. (Le puede interesar Las aves menos comunes del planeta corren mayor riesgo de extinguirse)
“También nos unimos con investigadores de la Universidad CES de Medellín, del zoológico de Phoenix, en Estados Unidos, e incluso el actor Víctor Mallarino apoyó la formulación del proyecto. Algo innovador es que el Grupo de Energía de Bogotá se involucró en temas de investigación”, asegura el científico de ProCAT. “Esto terminó en un análisis sobre la especie: dónde está, cuánto queda de su hábitat, cuál es la población potencial y cuáles son las áreas prioritarias que tenemos que mantener para conservarlo a largo plazo”.
El redescubrimiento de un felino andino
El tigrillo lanudo es un particular, oportunista y carismático felino, que fácilmente podría llevar varios siglos cumpliendo un papel ecológico en millones de hectáreas de bosque en Colombia y controlando innumerables plagas, lo que se traduce en agua limpia y calidad de aire para muchas ciudades.
Con el nuevo análisis, los científicos confirmaron que habita las zonas altas de las tres cordilleras andinas y que frecuenta 22 de los 32 departamentos de Colombia. Aunque parece una cifra alentadora, su hogar es una de las regiones más transformadas y pobladas del país. (Le puede interesar Esta es la primera foto de un lince negro en Canadá)
Como explicaron los investigadores, el 93 % de su hábitat está fragmentado o aislado y de los 228.817 kilómetros en los que debería habitar, solo está presente en 91.209 kilómetros, que corresponden a menos del 8 % del área del país. “Al ritmo de la transformación actual, es muy probable que en los próximos 100 años pudiéramos considerar a la especie críticamente amenazada o incluso extinta”, dice el biólogo.
Entre las principales amenazas del tigrillo está la cacería, el atropellamiento, el tráfico ilegal y la fragmentación de los bosques. “Sin embargo, lo que más afecta a su población son los perros domésticos o asilvestrados. Por eso, es tan importante que los tenedores de mascotas realicen ejercicios de responsabilidad básica como alimentarlos bien, vacunarlos y no dejarlos sueltos”, dice González-Maya.
Una de las cosas que más sorprendió a los investigadores fue encontrarlo en ciudades tan urbanizadas como Medellín y Bogotá, así como ciertas zonas de Tabio, Briceño, Cajicá, Soacha, Chicaque y el Salto del Tequendama. Además, descubrieron que siete Parques Nacionales Naturales y un Parque Natural Regional se comportan como oasis para esta especie. (Le puede interesar La estrategia de indígenas y campesinos del Putumayo para conservar los felinos silvestres)
De los muiscas a la Bogotá moderna
González-Maya cuenta que el tigrillo lanudo es una especie que lleva muchos años cerca de las culturas andinas de las zonas altas. “Es difícil estar seguros a qué felinos se referían en algunos relatos o imágenes, pues podía ser cualquier gato manchado que caminara por la época. Sin embargo, hemos llegado a pensar que muchas de las figuras expuestas en el Museo del Oro en Bogotá los representan a ellos o a los pumas. Lo más sorprendente es que hoy continúan con nosotros. Son animales que han sobrevivido mucho tiempo y a una transformación de su hogar impresionante”.
Además del tigrillo, mientras recolectaban información para su estudio, los científicos pudieron observar otras especies de animales que sobreviven en medio de las grandes ciudades de Colombia. “Son unos berracos. Han aguantado mucho y en condiciones muy difíciles. En donde se mantenga un bosquecito más o menos conservado, ahí sobreviven individuos”, dice. (Le puede interesar Lanzan estrategia para proteger al jaguar en 14 países (incluido Colombia))
Por ejemplo, también pudieron observar cusumbos (Nasuella olivacea), chuchas orejinegras (Didelphis pernigra), zorros (Cerdocyon thous), ardillas (Syntheosciurus granatensis) y martillas (Potos flavus). Biodiversidad característica y singular de los Andes.
“Que tengamos todavía esa diversidad y un carnívoro de estos tan único, en dos de las principales ciudades de Colombia, es esperanzador y un gran reto. Estas selvas de cemento todavía están bien rodeadas y podríamos darles mejores condiciones a estos animales”, concluye el investigador.