Un tercio de la producción mundial de alimentos depende de las abejas. / CAS
Hace más de 10 años, María Zoila Acevedo se arriesgó a criar y cuidar abejas en El Socorro, Santander. Pese a ser alérgica a estos insectos aceptó un proyecto que le propuso el alcalde de aquel entonces, y recibió tres colmenas para empezar. Con el paso del tiempo su apiario fue creciendo y para 2015 ya tenía 18 colmenas. Sin embargo, ese año 13 resultaron envenenadas por el uso de agroquímicos en otros cultivos. Acevedo logró recuperarse y en 2023 alcanzó a tener 27, pero la historia se repitió: perdió varias por el veneno.