Encontraron otra vez al topo dorado luego de que desapareciera por 86 años
Esta especie, reconocida por “nadar” en arena, fue recientemente redescubierta en Sudáfrica por un grupo de científicos. La última vez que se vio uno de sus ejemplares fue en 1937.
En el mundo, hay una amplia lista de especies a las que se les perdió el rastro. Algunas, incluso, fueron vistas una sola vez y, desde entonces, no se tuvo más registro de ellas. De hecho, hay una lista que ha sido cuidadosamente construida por organizaciones como Re:Wild y Global Wildlife Conservation que ha descrito los animales que continúan perdidos y aún no han sido declarados extintos, pues, para ello, deben llevar varias generaciones sin ser encontradas. Si quisiéramos mirar los números, nos daríamos cuenta de que son más de 2.000 organismos de los que no se ha vuelto a tener novedad, y entre ellos se encontraba el topo dorado DeWinston, originario de Sudáfrica, hasta que, a finales de noviembre, un grupo de científicos dieron con su paradero otra vez.
Tres organizaciones se dieron a la búsqueda: el Endangered Wildlife Trust, la Universidad de Stellenbosch y la Universidad de Pretoria, ambas de Sudáfrica. El topo dorado DeWinston había sido visto por última vez en el noreste de la costa de ese país en 1937, específicamente en Porth North, y se le reconocía por “nadar” en las dunas de arena. Por esa razón, los investigadores decidieron rastrear a través de ella su ADN ambiental, o sea rastros de excrementos, piel y demás restos que son dejados en el entorno donde se habitan.
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En diálogo con el portal The Conversation, la bióloga molecular Samantha Mynhardt, una de las investigadoras a cargo de la búsqueda, contó que todo comenzó en 2020, cuando ella y su equipo comenzaron a probar si podían detectar la presencia de otras especies de topos dorados, como el Van Zyl (Cryptochloris zyli), en medio de las dunas de arena. Luego de comprobar que su técnica era efectiva, se lanzaron a buscar al DeWinston, desaparecido por 86 años. “Se presumía que estaba extinto, pero nadie lo había intentado encontrar seriamente, entonces por eso todavía se consideraba perdido”, continuó Mynhardt en The Conversation.
En 2021, se dirigieron hacia el Porth North y escanearon 300 kilómetros de playa en búsqueda de túneles cavados por los topos. Así, recogieron cerca de 100 muestras del suelo para verificar qué especies habitaban allí, y, cuando obtuvieron los resultados, encontraron ADN del topo dorado DeWinston que coincidía con una muestra albergada en el Museo Nacional de Historia de Ditsong. Además de eso, el equipo de Mynhardt también encontró dos ejemplares vivos, cosa que, según ella, no esperaban, pues su investigación solo estaba concentrada en hallar el material genético.
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Mynhardt también le mencionó a The Conversation que los topos dorados, en general, se han visto afectados por el auge de la minería y la explotación ambiental en Sudáfrica. Como esa especie tiende a vivir la mayor parte de su vida bajo tierra, evitando el contacto con los seres humanos, esas nuevas dinámicas de extracción alteran su comportamiento e, incluso, los obligan a migrar hacia otros lugares.
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Tres organizaciones se dieron a la búsqueda: el Endangered Wildlife Trust, la Universidad de Stellenbosch y la Universidad de Pretoria, ambas de Sudáfrica. El topo dorado DeWinston había sido visto por última vez en el noreste de la costa de ese país en 1937, específicamente en Porth North, y se le reconocía por “nadar” en las dunas de arena. Por esa razón, los investigadores decidieron rastrear a través de ella su ADN ambiental, o sea rastros de excrementos, piel y demás restos que son dejados en el entorno donde se habitan.
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En 2021, se dirigieron hacia el Porth North y escanearon 300 kilómetros de playa en búsqueda de túneles cavados por los topos. Así, recogieron cerca de 100 muestras del suelo para verificar qué especies habitaban allí, y, cuando obtuvieron los resultados, encontraron ADN del topo dorado DeWinston que coincidía con una muestra albergada en el Museo Nacional de Historia de Ditsong. Además de eso, el equipo de Mynhardt también encontró dos ejemplares vivos, cosa que, según ella, no esperaban, pues su investigación solo estaba concentrada en hallar el material genético.
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Mynhardt también le mencionó a The Conversation que los topos dorados, en general, se han visto afectados por el auge de la minería y la explotación ambiental en Sudáfrica. Como esa especie tiende a vivir la mayor parte de su vida bajo tierra, evitando el contacto con los seres humanos, esas nuevas dinámicas de extracción alteran su comportamiento e, incluso, los obligan a migrar hacia otros lugares.
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