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El impacto de la actividad de los humanos ya ha llegado hasta la Antártida. Un reciente estudio encontró que la calidad del agua dulce y el agua marina costera se está viendo afectada por la presencia de diez contaminantes orgánicos, como farmacéuticos, la nicotina, la cafeína y filtros UV. (Lea: El protocolo de Montreal evitó que se perdieran grandes cantidades de hielo marino)
De acuerdo con los resultados, publicados en el Journal of Hazardous Materials, se encontró la presencia de siete productos farmacéuticos: analgésicos, como acetaminofén; diclofenaco e ibuprofeno; bezafibrato, el cual se receta para regular el colesterol y triglicéridos; la hidroclorotiazida, que es un diurético; el antibiótico claritromicina; y antidepresivos, como citalopram y venlafaxina.
Para este estudio, realizado por investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, el Instituto Geológico y Minero de España, la Universidad de Granada y la Universidad Autónoma de Madrid, se recolectaron muestras de diversas fuentes, algunas de ellas estaban afectadas por las actividades humanas, como el turismo; y en otras no se había registrado la presencia ni de personas, ni de animales.
Tras varios análisis, encontraron que la nicotina y el antidepresivo citalopram, los cuales no se habían estudiado anteriormente en la Antártida, tenían presencia en un 74% y 55% de las muestras, respectivamente. (Lea también: La pérdida de hielo en el Océano Antártico alcanzó un nuevo récord en enero)
Miren López de Alda, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, señala que aunque las otras sustancias que hacen parte del análisis ya se habían estudiado antes, decidieron incluirlas en la investigación porque “presentaban un riesgo toxicológico moderado o alto para los organismos acuáticos”.
Pero, ¿qué se entiende por contaminantes orgánicos? Cristina Postigo, investigadora de la Universidad de Granada, cuenta que se identifican estos contaminantes basados en su presencia en las muestras recogidas y su índice de peligrosidad, que integra el potencial de bioacumulación, persistencia y toxicidad acuática.
“Tras la evaluación de riesgo realizada, las sustancias que promueven una mayor preocupación en esta región son el citalopram, la claritromicina, la nicotina, la venlafaxina y la hidroclorotiazida, las cuales convendría seguir monitorizando en las aguas y la biota antárticas en el futuro”, anota Postigo. (Le puede interesar: Los icebergs producen tsunamis submarinos que revuelven el océano)
Los investigadores insistieron en que los rastros de estos contaminantes no solamente se hallaron en aquellos lugares donde se desarrollan actividades humanas. También se reportaron en las zonas más remotas. “Esto implica que la contaminación química puede estar influida por diferentes procesos ambientales, como la reemisión desde el hielo y la deposición atmosférica”, concluyen.
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