“Es hora de que las mujeres asumamos el liderazgo climático”
Maribel Esquivel Flórez es una líder indígena del pueblo Sikuani, que hace parte de la Red de Mujeres por la Justicia Climática en Colombia, liderada por la Fundación Barranquilla+20. Su voz, como la de las mujeres jóvenes, será crucial en la Cumbre de Cambio Climático.
Faltan pocos días para que empiece uno de los eventos más esperados del año: la COP27, una cumbre en la que, nuevamente, gran parte de los Gobiernos del mundo se sentarán a discutir las medidas que deben tomar para cambiar el rumbo del cambio climático. (Lea Género, una deuda pendiente en las negociaciones climáticas)
Lo harán al final de un año que nos ha recordado lo complejo de la situación en múltiples ocasiones: el consumo de combustibles fósiles se ha intensificado; la deforestación en el Amazonas ha sido mucho más intensa que en años anteriores; la ola de calor que se presentó en varios países del hemisferio norte rompió récords de temperaturas, y en el Caribe, nuevamente, hubo víctimas y daños materiales tras la temporada de huracanes. Como si fuera poco, el Fenómeno de la Niña -un evento de variabilidad climática- ha vuelto a causar inundaciones y deslizamientos en diversos municipios de Colombia.
Maribel Esquivel Flórez, indígena del pueblo Sikuani, sabe de memoria cuáles son las consecuencias de esos problemas. En Inírida, Guanía, donde vive, ha visto, poco a poco, cómo la selva ha tenido que ceder espacio a la urbanización. Las maderas que eran usuales en su niñez cada vez son más escasas y hallarlas es cada vez más difícil. Hoy tiene 29 años y guarda muchas anécdotas de cómo se traducen en su territorio todos esos problemas globales que se discuten a diario en cumbres y foros.
Uno de los que más recuerda ocurrió en 2018. Entonces, una inundación se llevó gran parte de lo que tenía su comunidad. Cuenta que río Inírida se creció y arruinó cultivos y casas. Las familias no tuvieron más remedio que desplazarse a las zonas más altas y esperar cerca de dos meses a que el agua retomara su cauce.
Otro ejemplo que menciona tiene que ver con la quema de la selva. Si bien ha sido una práctica habitual en algunas partes del territorio, con las sequías ha visto cómo el fuego se expande por el bosque hasta ser incontrolable. Claro: en ese complejo fenómeno que es hoy la destrucción de la Amazonía, también entran en juego múltiples elementos que ningún Gobierno ha logrado detener.
Maribel, artesana y tecnóloga en Gestión Ambiental, habla con propiedad de todos esos problemas desde el rol que empezó a asumir a principios de este año. Tras varias jornadas de capacitación, la mayoría virtuales y hechas en época de pandemia, se convirtió en integrante de la Red de Mujeres por la Justicia Climática en Colombia, que ha estado liderada por la Fundación Barranquilla+20.
En sus palabras, se trata de un proceso que le ha permitido comprender mucho mejor discusiones en torno a la equidad de género y al papel que desempeñan las mujeres en sus comunidades. “Hoy miro con otro enfoque los problemas ambientales que afectan a mi territorio y entiendo por qué debemos hablar de justicia climática y justicia ambiental”, dice.
Para precisarlo, tiene otro ejemplo: “Piense en otro problema tremendo que tenemos en Guanía: el de los residuos sólidos. Es gravísimo y aún no hemos podido resolverlo. Tenemos que sacar los desechos que se generan en el territorio por agua o por avión. A veces se requieren hasta ocho días de viaje. Es algo muy costoso. ¿Cómo no hemos podido resolver eso en tanto tiempo si es fundamental?”, se pregunta. “Por eso es que necesitamos mujeres líderes que ayuden a cómo revolver estos desafíos”.
Dicho de otra manera, Maribel cree que, a diferencia de muchas zonas colombianas, su departamento ha sido ignorado históricamente. Hay muchas cifras que lo confirman. Allí, por ejemplo, la desnutrición tiene tasas más altas que en el resto del país (del 18%, según el Índice de Desnutrición Crónica, elaborado por la Fundación Éxito). Mientas que, en promedio, el Índice de Pobreza Multidimensional fue de 18,1 en Colombia, en Guanía fue de 65,9 en 2020.
Por esas razones, entre otros motivos, esta líder asegura que es valioso que ella ahora haga parte de la Red de Justicia Climática. “Las mujeres debemos asumir ese liderazgo climático. Es clave que sepamos cómo hacerlo y que compartamos las experiencias que hemos identificado en el país, porque no lo neguemos: culturalmente, el hombre pareciera tener más liderazgo. Es hora de que nosotras ocupemos el lugar que nos merecemos”, asegura.
Ese fue un vacío que hace varios años detectó Xiomara Acevedo. Por eso y para incluir también a los jóvenes en las discusiones de cambio climático, creó en 2012 la Fundación Barranquilla+20, que luego consolidó en 2018. Hoy, como directora, cuenta que con proyectos como la Red de Mujeres por la Justicia Climática ha logrado, dice, “fortalecer los liderazgos por la justicia climática. Quisimos darles prioridad a las mujeres menores de 30 años de varios departamentos, porque a pesar de que tienen un trabajo que ha logrado un impacto en su territorio, no suelen contar con acceso a oportunidades. Queremos poner en el centro a la gente que está trabajando por el ambiente en las regiones del país”.
Xiomara, junto a varias de estas líderes, asistirá a la Cumbre de Cambio Climático, que iniciará el próximo 6 de noviembre. Su voz, junto a las de otras organizaciones, será clave para que entre la agenda sean escuchadas las mujeres jóvenes de territorios que viven de primera mano algunos de los desafíos ambientales que más inquietan a los líderes globales.
*Este es un artículo realizado en alianza con Barranquilla+20.
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Faltan pocos días para que empiece uno de los eventos más esperados del año: la COP27, una cumbre en la que, nuevamente, gran parte de los Gobiernos del mundo se sentarán a discutir las medidas que deben tomar para cambiar el rumbo del cambio climático. (Lea Género, una deuda pendiente en las negociaciones climáticas)
Lo harán al final de un año que nos ha recordado lo complejo de la situación en múltiples ocasiones: el consumo de combustibles fósiles se ha intensificado; la deforestación en el Amazonas ha sido mucho más intensa que en años anteriores; la ola de calor que se presentó en varios países del hemisferio norte rompió récords de temperaturas, y en el Caribe, nuevamente, hubo víctimas y daños materiales tras la temporada de huracanes. Como si fuera poco, el Fenómeno de la Niña -un evento de variabilidad climática- ha vuelto a causar inundaciones y deslizamientos en diversos municipios de Colombia.
Maribel Esquivel Flórez, indígena del pueblo Sikuani, sabe de memoria cuáles son las consecuencias de esos problemas. En Inírida, Guanía, donde vive, ha visto, poco a poco, cómo la selva ha tenido que ceder espacio a la urbanización. Las maderas que eran usuales en su niñez cada vez son más escasas y hallarlas es cada vez más difícil. Hoy tiene 29 años y guarda muchas anécdotas de cómo se traducen en su territorio todos esos problemas globales que se discuten a diario en cumbres y foros.
Uno de los que más recuerda ocurrió en 2018. Entonces, una inundación se llevó gran parte de lo que tenía su comunidad. Cuenta que río Inírida se creció y arruinó cultivos y casas. Las familias no tuvieron más remedio que desplazarse a las zonas más altas y esperar cerca de dos meses a que el agua retomara su cauce.
Otro ejemplo que menciona tiene que ver con la quema de la selva. Si bien ha sido una práctica habitual en algunas partes del territorio, con las sequías ha visto cómo el fuego se expande por el bosque hasta ser incontrolable. Claro: en ese complejo fenómeno que es hoy la destrucción de la Amazonía, también entran en juego múltiples elementos que ningún Gobierno ha logrado detener.
Maribel, artesana y tecnóloga en Gestión Ambiental, habla con propiedad de todos esos problemas desde el rol que empezó a asumir a principios de este año. Tras varias jornadas de capacitación, la mayoría virtuales y hechas en época de pandemia, se convirtió en integrante de la Red de Mujeres por la Justicia Climática en Colombia, que ha estado liderada por la Fundación Barranquilla+20.
En sus palabras, se trata de un proceso que le ha permitido comprender mucho mejor discusiones en torno a la equidad de género y al papel que desempeñan las mujeres en sus comunidades. “Hoy miro con otro enfoque los problemas ambientales que afectan a mi territorio y entiendo por qué debemos hablar de justicia climática y justicia ambiental”, dice.
Para precisarlo, tiene otro ejemplo: “Piense en otro problema tremendo que tenemos en Guanía: el de los residuos sólidos. Es gravísimo y aún no hemos podido resolverlo. Tenemos que sacar los desechos que se generan en el territorio por agua o por avión. A veces se requieren hasta ocho días de viaje. Es algo muy costoso. ¿Cómo no hemos podido resolver eso en tanto tiempo si es fundamental?”, se pregunta. “Por eso es que necesitamos mujeres líderes que ayuden a cómo revolver estos desafíos”.
Dicho de otra manera, Maribel cree que, a diferencia de muchas zonas colombianas, su departamento ha sido ignorado históricamente. Hay muchas cifras que lo confirman. Allí, por ejemplo, la desnutrición tiene tasas más altas que en el resto del país (del 18%, según el Índice de Desnutrición Crónica, elaborado por la Fundación Éxito). Mientas que, en promedio, el Índice de Pobreza Multidimensional fue de 18,1 en Colombia, en Guanía fue de 65,9 en 2020.
Por esas razones, entre otros motivos, esta líder asegura que es valioso que ella ahora haga parte de la Red de Justicia Climática. “Las mujeres debemos asumir ese liderazgo climático. Es clave que sepamos cómo hacerlo y que compartamos las experiencias que hemos identificado en el país, porque no lo neguemos: culturalmente, el hombre pareciera tener más liderazgo. Es hora de que nosotras ocupemos el lugar que nos merecemos”, asegura.
Ese fue un vacío que hace varios años detectó Xiomara Acevedo. Por eso y para incluir también a los jóvenes en las discusiones de cambio climático, creó en 2012 la Fundación Barranquilla+20, que luego consolidó en 2018. Hoy, como directora, cuenta que con proyectos como la Red de Mujeres por la Justicia Climática ha logrado, dice, “fortalecer los liderazgos por la justicia climática. Quisimos darles prioridad a las mujeres menores de 30 años de varios departamentos, porque a pesar de que tienen un trabajo que ha logrado un impacto en su territorio, no suelen contar con acceso a oportunidades. Queremos poner en el centro a la gente que está trabajando por el ambiente en las regiones del país”.
Xiomara, junto a varias de estas líderes, asistirá a la Cumbre de Cambio Climático, que iniciará el próximo 6 de noviembre. Su voz, junto a las de otras organizaciones, será clave para que entre la agenda sean escuchadas las mujeres jóvenes de territorios que viven de primera mano algunos de los desafíos ambientales que más inquietan a los líderes globales.
*Este es un artículo realizado en alianza con Barranquilla+20.
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