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¿Cómo es posible que algunas aves recuerden dónde escondieron su comida, cuando usted olvida en donde dejó el control remoto del televisor la noche anterior? Un grupo de investigadores de Estados Unidos acaba de describir en la revista Cell algunos elementos clave de la memoria del carbonero de gorra negra (Parus atricapillus), un ave que es capaz de recordar dónde ha escondido su comida durante períodos prolongados.
Al igual que otras aves, el carbonero de gorra negra suele esconder su comida en varios lugares del entorno, como grietas en la corteza de los árboles, entre ramas densas o en pequeños huecos naturales. Esta estrategia les permite distribuir su comida de manera segura y asegurarse de que tengan acceso a ella incluso en épocas de escasez. Una de sus habilidades más impresionante es su capacidad para recordar la ubicación exacta de sus escondites de comida. ¿Cómo es posible que lo hagan, sin equivocarse?
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Los científicos creen que el hipocampo es fundamental en esa tarea. Esta pequeña área del cerebro es crucial en la memoria episódica, que es una forma de memoria que implica la capacidad de recordar eventos específicos. En los humanos, por ejemplo, esto incluye detalles como el tiempo, el lugar, las personas involucradas y las emociones asociadas con un evento específico en el día. Por ejemplo, recuerdos de cumpleaños, vacaciones o momentos importantes de la vida suelen estar asociados con la memoria episódica. No está claro, sin embargo, cómo el hipocampo codifica numerosos recuerdos de eventos específicos de la vida. Para saberlo, los científicos estudiaron a los carboneros de gorra negra.
Estas aves forman nuevos recuerdos durante los eventos de almacenamiento de alimentos. Los científicos crearon un escenario para estas aves, con una arena y 128 escondites de comida. Utilizaron comederos automáticos que abrían brevemente para dar semillas a los carboneros, animándolos a esconder comida cada vez que los comederos se abrían. Durante este proceso, los carboneros pasaban mucho tiempo saltando por la arena, escondiendo semillas en diferentes lugares y revisando los escondites que ya habían hecho.
Aunque no se les pedía explícitamente que lo hicieran, los carboneros usaban la mayoría de los escondites disponibles y a veces revisaban los sitios sin encontrar semillas, mostrando que estaban activamente involucrados en el proceso de almacenamiento de comida. Este comportamiento le sugirió a los investigadores que estas pequeñas aves toman decisiones sobre dónde esconder la comida y recuerdan los lugares donde ya han escondido semillas, lo que demuestra su capacidad para aprender y recordar información específica relacionada con la alimentación. Ahora, ¿cómo lo hacen?
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Los científicos utilizaron un conjunto de micromotor en miniatura, que pesa aproximadamente 1,2 gramos, para registrar la actividad neuronal en los carboneros mientras almacenaban comida. El área del cerebro en la que se enfocaron fue el hipocampo anterior. Durante el estudio, observaron que la actividad del hipocampo se ajustaba según el lugar en el que se encontraban los carboneros mientras almacenaban comida. Cerca del 56% de las neuronas registradas eran células de lugar, que son células especializadas en representar la ubicación espacial en el entorno.
Estas células de lugar mostraron características similares a las de otras aves en tareas de búsqueda de alimento aleatoria, como su velocidad de disparo, estabilidad y la información espacial que transmiten. Esto sugiere que los carboneros utilizan mecanismos neuronales específicos, como las células de lugar en el hipocampo, para aprender y recordar información relacionada con la búsqueda y almacenamiento de alimentos. Los científicos también notaron que durante los eventos de almacenamiento de comida, las neuronas en el hipocampo de los carboneros mostraron cambios en su actividad.
Esto último respalda la idea de que los carboneros utilizan mecanismos neuronales específicos para aprender, recordar y recuperar información relacionada con la búsqueda y almacenamiento de alimentos. Esos mecanismos se asimilan a unos patrones de actividad en el cerebro, que los científicos nombran como “códigos de barras”. Estos códigos de barras en el cerebro de los carboneros representan eventos específicos de almacenamiento de comida. Es como si estos códigos fueran identificadores únicos que ayudan al cerebro a formar y almacenar muchos recuerdos diferentes sin interferir entre sí.
“Estos resultados sugieren que el código de barras representa una experiencia episódica específica, única en lugar y tiempo en la vida del carbonero”, informan los investigadores. Aunque aún no se ha demostrado, los científicos creen que es posible que los hallazgos también se apliquen al cerebro de mamíferos.
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