Este animal lleva 40 millones de años en Latinoamérica, pero sabemos muy poco de él
Un grupo de investigadores lanzó una guía de campo para estudiar a un animal del que poco se sabe en Colombia, pero que podría estar en peligro. Es un animal tan particular, que hasta ahora no sabíamos cómo estudiarlo.
Hay un animal que vive en lo que hoy es Latinoamérica hace más de 40 millones de años, pero sabemos muy poco sobre él. De hecho, algunas especies apenas están siendo descritas por la ciencia. El problema es que, aunque apenas lo estamos descubriendo, puede que no nos alcance el tiempo para hacerlo.
Se trata del oso hormiguero, un animal de características bastante particulares. Su hocico es alargado y angosto, sus ojos parecen ver hacia los laterales, pero apuntan hacia el frente. “Si lo quisiéramos ver de otra forma, son como armadillos que subieron a los árboles y perdieron sus caparazones”, explica César Rojano, director científico de la Fundación Cunaguaro y coordinador del proyecto de conservación de hormigueros de Colombia.
Junto a él, un equipo de varios científicos se ha dedicado 11 años a recopilar lo poco que se sabe sobre estos animales y a contribuir con lo que han aprendido durante el tiempo que los han estudiado. Esto lo reunieron en el primer manual de campo para el estudio de los osos hormigueros en Latinoamérica, que fue publicado recientemente.
Para esto, primero buscaron entender por qué se ha hecho tan complejo para la ciencia estudiarlos. Rojano cuenta que, mientras otros animales, como los grandes felinos o los primates, tienen comportamientos similares entre sí, los hormigueros suelen variar demasiado de una especie a otra.
Si alguien va a estudiar a los jaguares, ya sabe dónde tiene que ubicar la cámara trampa, ya se sabe por dónde pasan, se sabe qué come, apunta Rojano. Existen muchas metodologías para estudiarlos. Los osos meleros, por ejemplo, que hacen parte de los hormigueros, pueden vivir en los árboles, en bosques muy bien conservados, o en sabanas abiertas, como las de los Llanos Orientales. Por eso es tan difícil encontrarlos.
Eso sí, se sabe que comen hormigas —claro, por eso su nombre—, lombrices de tierra, escarabajos, abejas, entre otros animales pequeños. Además, son presa de los jaguares, de los pumas y las anacondas.
Cuando ponen su hocico en la tierra para comer, también ingieren tierra, semillas y otros nutrientes del suelo, cumpliendo un rol fundamental como dispersores en los ecosistemas.
Además, los hormigueros “se han vuelto parte de la idiosincrasia de algunas comunidades”, dice Rojano, por lo que su estudio también podría contribuir a la conservación cultural. Pero, la función principal sería, sin duda, evitar su extinción.
En el Caribe, por ejemplo, los hormigueros se encuentran por fuera de las áreas protegidas, en bosques que ya están cerca de áreas transformadas por los humanos, e incluso en esas áreas transformadas.
El problema es que apenas una de las cinco especies que se conocen en el país (el oso palmero) figura en la categoría de animales en peligro de extinción. Las demás, asegura Rojano, es muy probable que también se encuentren en peligro, pero como se sabe tan poco de ellas, no pueden categorizarse allí.
Por eso, con el lanzamiento de esta guía de campo, el equipo de investigadores hace un llamado a la comunidad científica para prestar atención al estudio de osos hormigueros en el continente. Por sus diversas formas de comportamiento y sus hábitats, podrían ser clave para la conservación de varios tipos de ecosistema en el país.
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Hay un animal que vive en lo que hoy es Latinoamérica hace más de 40 millones de años, pero sabemos muy poco sobre él. De hecho, algunas especies apenas están siendo descritas por la ciencia. El problema es que, aunque apenas lo estamos descubriendo, puede que no nos alcance el tiempo para hacerlo.
Se trata del oso hormiguero, un animal de características bastante particulares. Su hocico es alargado y angosto, sus ojos parecen ver hacia los laterales, pero apuntan hacia el frente. “Si lo quisiéramos ver de otra forma, son como armadillos que subieron a los árboles y perdieron sus caparazones”, explica César Rojano, director científico de la Fundación Cunaguaro y coordinador del proyecto de conservación de hormigueros de Colombia.
Junto a él, un equipo de varios científicos se ha dedicado 11 años a recopilar lo poco que se sabe sobre estos animales y a contribuir con lo que han aprendido durante el tiempo que los han estudiado. Esto lo reunieron en el primer manual de campo para el estudio de los osos hormigueros en Latinoamérica, que fue publicado recientemente.
Para esto, primero buscaron entender por qué se ha hecho tan complejo para la ciencia estudiarlos. Rojano cuenta que, mientras otros animales, como los grandes felinos o los primates, tienen comportamientos similares entre sí, los hormigueros suelen variar demasiado de una especie a otra.
Si alguien va a estudiar a los jaguares, ya sabe dónde tiene que ubicar la cámara trampa, ya se sabe por dónde pasan, se sabe qué come, apunta Rojano. Existen muchas metodologías para estudiarlos. Los osos meleros, por ejemplo, que hacen parte de los hormigueros, pueden vivir en los árboles, en bosques muy bien conservados, o en sabanas abiertas, como las de los Llanos Orientales. Por eso es tan difícil encontrarlos.
Eso sí, se sabe que comen hormigas —claro, por eso su nombre—, lombrices de tierra, escarabajos, abejas, entre otros animales pequeños. Además, son presa de los jaguares, de los pumas y las anacondas.
Cuando ponen su hocico en la tierra para comer, también ingieren tierra, semillas y otros nutrientes del suelo, cumpliendo un rol fundamental como dispersores en los ecosistemas.
Además, los hormigueros “se han vuelto parte de la idiosincrasia de algunas comunidades”, dice Rojano, por lo que su estudio también podría contribuir a la conservación cultural. Pero, la función principal sería, sin duda, evitar su extinción.
En el Caribe, por ejemplo, los hormigueros se encuentran por fuera de las áreas protegidas, en bosques que ya están cerca de áreas transformadas por los humanos, e incluso en esas áreas transformadas.
El problema es que apenas una de las cinco especies que se conocen en el país (el oso palmero) figura en la categoría de animales en peligro de extinción. Las demás, asegura Rojano, es muy probable que también se encuentren en peligro, pero como se sabe tan poco de ellas, no pueden categorizarse allí.
Por eso, con el lanzamiento de esta guía de campo, el equipo de investigadores hace un llamado a la comunidad científica para prestar atención al estudio de osos hormigueros en el continente. Por sus diversas formas de comportamiento y sus hábitats, podrían ser clave para la conservación de varios tipos de ecosistema en el país.
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