Fenómeno de El Niño: “¿Cuántos eventos extremos más necesitamos para cambiar?”
América Latina ya está sintiendo el desarrollo de El Niño: Colombia se prepara para una reducción de las lluvias y el riesgo de incendios forestales. El Espectador habló con Yolanda González, directora del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño, para entender qué implica este fenómeno.
Hace unos días el Instituto de Desarrollo Sustentável Mamirauá (IDSM), una organización científica brasileña que monitorea el Amazonas, anunció que desde el 23 de septiembre se está produciendo una inusual mortandad de delfines de río amazónicos. En la región del lago Tefé, un lago dentro de Amazonas al noroeste de São José y al norte de Igarapé do São Raimundo y Nova Esperança, se han registrado más de 100 delfines muertos. Aunque los científicos siguen estudiando qué ocurrió, la fuerte sequía que atraviesa esa región sería una de las razones de esta mortandad.
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Hace unos días el Instituto de Desarrollo Sustentável Mamirauá (IDSM), una organización científica brasileña que monitorea el Amazonas, anunció que desde el 23 de septiembre se está produciendo una inusual mortandad de delfines de río amazónicos. En la región del lago Tefé, un lago dentro de Amazonas al noroeste de São José y al norte de Igarapé do São Raimundo y Nova Esperança, se han registrado más de 100 delfines muertos. Aunque los científicos siguen estudiando qué ocurrió, la fuerte sequía que atraviesa esa región sería una de las razones de esta mortandad.
La sequía no solo se extiende por el Amazonas brasileño. En Ecuador las autoridades monitorean con atención las centrales hidroeléctricas por un eventual riesgo de apagón, y en Argentina y Uruguay han vivido temporadas casi al borde del racionamiento de agua. Mientras tanto, y más al norte, en Estados Unidos, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés) emite alertas sobre posibles inundaciones debido a mayores precipitaciones durante el invierno.
En Colombia, las autoridades ya dan por hecho que El Niño se está desarrollando. Prevén impactos en diversas regiones y según el momento del año. El Niño es un fenómeno climático que se manifiesta mediante un incremento de las temperaturas en la superficie del océano Pacífico, generando varias alteraciones climáticas. En América Latina esto se traduce en sequías extremas y en lluvias torrenciales.
Ayer el Ministerio de Ambiente de Colombia y el Ideam presentaron el panorama que el país enfrentará en los próximos meses, con niveles de alerta y riesgo distintos según la zona del país. Según explicaron ambas entidades en una rueda de prensa, existe un 71 % de probabilidad de que El Niño sea un fenómeno fuerte y se extienda hasta abril de 2024. (Puede ver: India no registra nuevos casos del virus Nipah: OMS)
Ghisliane Echeverry, directora del Ideam, explicó que “en la mayoría de las regiones empezamos con la segunda temporada de lluvias. Esto significa que podemos seguir teniendo lluvias, pero el promedio será más bajo que el de los registros históricos. Mientras tanto, en enero (el fenómeno de El Niño) se cruza con la temporada de menos lluvias en el país y es cuando se espera un efecto más fuerte en la sequía”.
Ambos momentos implican riesgos distintos, pero el de la sequía es especialmente preocupante debido a la potencial aparición de incendios. Según el Minambiente, se realizarán 80 brigadas en 24 departamentos para adelantar labores de prevención, monitoreo y respuesta ante eventos de este tipo que se puedan presentar por las altas temperaturas que se esperan.
“Vamos a aumentar la capacidad de atención regional de la mano con las comunidades, quienes tendrán contacto directo con Bomberos y el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo”, detalló la ministra Susana Muhamad. (Puede ver: Crean una “lengua electrónica” que sería capaz de saborear alimentos)
¿Qué se puede esperar de El Niño en los próximos meses? Yolanda González Hernández es colombiana y ha dedicado los últimos 30 años a investigar sobre El Niño, La Niña (el enfriamiento de las aguas del Pacífico) y, en general, la variabilidad climática a la que el mundo se enfrenta.
González es ingeniera forestal, especialista en sistemas de información geográfica y magíster en ciencias de la meteorología. Fue la primera mujer en dirigir el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y ahora es la primera al frente del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIFEN), un organismo creado por la ONU, con sede justamente en Ecuador, donde los pescadores le dieron a este fenómeno su nombre.
El Espectador conversó con González sobre el cambio climático, la preparación de los Estados frente a esas emergencias y el futuro del fenómeno de El Niño por el que ya atraviesa Colombia.
¿Qué dicen los modelos climáticos sobre el futuro de El Niño?
Para los próximos tres meses los modelos globales están indicando que las temperaturas del aire van a estar más altas de lo normal en gran parte de Suramérica y Centroamérica. Se esperan lluvias por encima de lo normal en el centro de Chile y el sur de Brasil. Prevemos también disminución de las precipitaciones en sectores de Venezuela, Colombia, norte de Brasil y Perú.
Con esto lo que quiero decir es que en esta etapa de maduración de El Niño vemos patrones climáticos diferentes según el país e incluso de la región de cada país. Estamos estudiando dos fenómenos (El Niño costero y El Niño global) a partir de la medición de la temperatura de las aguas del océano Pacífico en diferentes sectores. Es probable que El Niño coincida en algunos países con su época normal de lluvias, y el efecto es que se van a intensificar o a reducir las mismas. En otros países coincidirá con la época de menos lluvias, provocando un descenso mayor de las precipitaciones.
Lo que pase en las próximas semanas con El Niño costero y El Niño global nos va a dar una dimensión más cercana de la dureza y permanencia de este fenómeno climático en América Latina y el mundo.
¿Las acciones humanas están modificando el comportamiento normal de El Niño?
Sí. El cambio climático le está dando más fuerza a la variabilidad climática. Los patrones existen, por supuesto, todo en el planeta es cíclico. Tenemos patrones de cada cinco años, de cada año, patrones anuales, bianuales, pero están cambiando: se están comprimiendo, acelerando o se están uniendo. En este caso, por ejemplo, estábamos en el mes de febrero y marzo viviendo un cierre y debilitamiento del fenómeno de La Niña, cuando rápidamente pasamos a este actual fenómeno de El Niño. De un enfriamiento del océano (La Niña) pasamos rápidamente a un calentamiento (El Niño) sin ninguna neutralidad.
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Los jóvenes que tienen una década o dos están viviendo muchos eventos extremos y de pronto para ellos eso ya es normal, ese es el mundo que conocieron. Pero los de mayor edad somos conscientes de que eso no sucedía hace 30 o 40 años: lluvias torrenciales un día, calores extremos al siguiente. No. Los eventos extremos eran esporádicos, aleatorios. Ahora se está volviendo del diario vivir. Pido que no perdamos la sensibilidad y tampoco descuidemos la responsabilidad con el planeta, porque el clima es la expresión del planeta y de lo que hacemos con él en todas las capas.
Ahora que habla de las generaciones con más años, ¿qué implica esta variabilidad climática para ellas, en especial?
En muchas regiones del mundo se usaban los bioindicadores. Como los pescadores de Ecuador, que solo con la observación podían saber cuándo pescar, qué corrientes marinas había, etc. El cambio climático está modificando esos bioindicadores, muy claros en las generaciones con más años, y nos podría obligar, por ejemplo, a replantear las épocas del año durante las cuales cultivamos o incluso en qué territorios sembramos, ya que están cambiando los pisos térmicos. Entonces las zonas más cercanas al mar, de clima cálido o templado, están aumentando su temperatura, y las zonas más alejadas, que antes eran frías, están viviendo un incremento de su temperatura.
Esos cambios en los pisos térmicos están teniendo efectos en los animales. Ya sabemos de aves que están migrando porque el piso térmico en el que habitaban cambió de temperatura. Es posible que muchas mueran en ese proceso de migración porque no estaban preparadas para hacerlo. Para los humanos hay un riesgo de enfermedades mayor: hay patógenos que sobreviven bajo ciertos climas y temperaturas. Hay vectores que se están propagando en determinadas condiciones climáticas.
Justamente, y dado toda esa serie de consecuencias, ¿cómo se están preparando los países?
Creo que, particularmente en Colombia, hemos tenido lecciones aprendidas muy importantes y significativas como La Niña 2010-2011, eventos de El Niño de 97-98, 82-83 y 72-73. En las dos últimas décadas, no solo Colombia, sino gran parte de los países de América Latina, se han venido preparando aún más. En el caso colombiano, se reestructuró el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos y se creó el Fondo de Adaptación, buscando ser más resilientes ante los próximos eventos climáticos.
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Los servicios meteorológicos de los países están evolucionando con escenarios y con análisis climáticos mes a mes de las zonas que pueden ser afectadas y los momentos más fuertes que pueden tener los eventos de El Niño. Se ha avanzado. Lo importante es la reacción: que se hagan los análisis y después se den las recomendaciones, según el caso, para que las poblaciones se preparen.
¿Hay tiempo de moderar esta variabilidad climática?
Tenemos que cambiar nuestros propios hábitos. La deforestación, por ejemplo. Si deforestamos, exponemos los suelos y no tenemos ese colchón que recibe las lluvias. Si deforestamos, vamos a tener más tormentas eléctricas, más erosión, y es cuando aparecen las inundaciones o las crecientes súbitas. Si deforestamos, cambiamos o sobreutilizamos el suelo, propiciamos deslizamientos y avenidas torrenciales. Y como sucede con la deforestación, pasa con otros comportamientos como la contaminación. La pregunta es: ¿cuántos eventos extremos más necesitamos para cambiar?