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Greenpeace aterriza oficialmente en Colombia

La organización ambiental inició su gestión manifestándose contra un mega proyecto minero que busca trabajar en el corazón del Páramo de Pisba.

Daniela Franco García
18 de diciembre de 2013 - 11:37 a. m.
Activistas de Greenpeace junto a vecinos de la comunidad de Tasco, ascendieron ayer al páramo de Pisba a 3800 metros sobre el nivel del mar y desplegaron un cartel con la leyenda “Pisba sin Minería” para alertar sobre el mega proyecto de minería de carbón que pretende desarrollar la empresa Hunza Coal en pleno ecosistema paramuno.
Activistas de Greenpeace junto a vecinos de la comunidad de Tasco, ascendieron ayer al páramo de Pisba a 3800 metros sobre el nivel del mar y desplegaron un cartel con la leyenda “Pisba sin Minería” para alertar sobre el mega proyecto de minería de carbón que pretende desarrollar la empresa Hunza Coal en pleno ecosistema paramuno.
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 África, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil. Greenpeace está, puede decirse, en casi todo el mundo. Se oye de activistas de esta organización ambiental protestando por el ártico, por los animales, por los recursos naturales. Este sábado lo hicieron, esta vez, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, en el páramo de Pisba. A esa altura se leía un gran cartel, “Pisba sin Minería” y eran los habitantes de Tasco, Boyacá, quienes lo sostenían para alertar sobre el mega proyecto de minería de carbón que pretende desarrollar la empresa ‘Hunza Coal’ en este ecosistema. (Ver galería de imágenes)

La argentina Consuelo Bilbao, líder de Greenpeace, llegó a Colombia para fundar lo que será la primera sede de la organización en el país, con una integración entre Argentina y Chile. Los páramos colombianos, entonces, son el primer foco de la organización para iniciar “con este pequeño paso, lo que será Greenpeace Colombia, en grande”, señala Bilbao. (Ver video

Una de las cosas que trae a la organización al país es la preocupación de esta ante la locomotora minero energética. “Nos preocupa el hecho de que la minería sea de interés público por sobre cualquier otro derecho y además vemos muy debilitada la capacidad de los organismos ambientales en el país. Sentimos que actualmente en Colombia hay un desequilibrio muy grande entre una política minera y una ambiental”, resalta Bilbao.

Es así como el aterrizaje de Greenpeace en Colombia -o mejor su historia- comienza con el Páramo de Pisba. Su comunidad ha librado cerca de 12 años de lucha en contra de la explotación minera, tuvieron más de 60 de estos proyectos de todo tipo, ilegales y con licencias a grande y pequeña escala. Tras lograr que muchos de estos fueran suspendidos, la lucha hoy es contra la explotación en cercanías al área del Páramo de Pisba, contra los casi cinco títulos mineros con ocho túneles operativos en su territorio y contra otro gran mega proyecto que busca iniciar en el corazón de este, con el precepto de que “el sustento de algunos no puede arruinar el agua y ecosistema de todos”.

“Entendemos el desarrollo de un país, pero buscamos que haya más equilibrio, porque no queremos el avance de la economía sin considerar el patrimonio ecológico. Entendemos también que con la minería hay países que avanzan, pero debe haber áreas reservadas. ¿Cómo no se considera a la hora de planificar un país, desde el desarrollo económico, el entender que el recurso natural es finito?”, se cuestiona Gustavo Stancanelli, miembro de Greenpeace Argentina.

Consuelo Bilbao denuncia que el proyecto que busca desarrollar ‘Hunza Coal’ se realizará- señala- con una licencia minera plagada de irregularidades. Por su parte miembros de la Asociación de Acueductos Comunitarios de Tasco, indican que la Agencia Nacional de Minería y CORPOBOYACÁ le otorgaron a dicha multinacional una licencia que provocará un daño absolutamente irreparable al recurso hídrico de su comunidad.

“Lo que tiene el Páramo de Pisba es que a simple vista se puede evidenciar el daño que le ha hecho la minería. Ahí es cuando podemos entender por qué la comunidad lucha como lo está haciendo y tiene que enfrentar el hostigamiento y las amenazas para que dejen de resistirse”, resalta Stancanelli.

Greenpeace junto a varios miembros de la comunidad de Tasco buscan varios objetivos: la revocatoria de los títulos mineros, señalando que, aunque estos puedan llegar a modificase, mientras existan “siempre habrá la amenaza de que se pueda llegar a violar el ecosistema”, de la misma forma presionar para la revocatoria de las licencias ambientales y finalmente, uno de los principales intereses, la delimitación del páramo.

“Estamos empezando con muchas ganas y ansiedad (…) en función de cómo estemos trabajando con esta primera campaña local queremos acompañar también procesos ambientales como el de San Turbán. Queremos avanzar poco a poco mientras la organización se va fortaleciendo en el país”, añade Bilbao, quien además afirma estar convencida del éxito que será Greenpeace Colombia, resaltando que ya cuentan con seis grupos de voluntarios, cada uno en ciudades distintas del país.

“Seguiremos trabajando desde la demanda colectiva publica y gracias al apoyo de la ciudadanía esperamos salvar el Páramo de Pisba y con esto el ecosistema y la tranquilidad de sus habitantes”, concluye Bilbao.

Por Daniela Franco García

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