Guía para entender la Cop26, la conferencia más importante sobre cambio climático
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) se realizará el 31 de octubre y contará con la participación de más de 120 líderes mundiales. ¿Qué es? ¿Por qué es importante? ¿Se cumplirán las metas ambientales? Aquí una breve guía para entender.
Durante las últimas tres décadas, la mayoría de los gobiernos del mundo se han reunido anualmente para buscar las mejores estrategias y contrarrestar los efectos de la emergencia climática que, año tras año, se ha ido incrementando. Esta reunión se conoce como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y este año, en su vigésima sexta versión, Glasgow (en Escocia) será el punto de encuentro. (Lea: La Pre-Cop26 concluye con mensaje urgente de descarbonización)
Esta conferencia surgió como parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) realizada en 1992, cuando se estableció que todos los países estaban en la obligación de participar en un tratado para evitar el cambio climático y encontrar además estrategias y metodologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial de manera equitativa.
La edición de 2021 - que es la última gran oportunidad para “retomar el control” sobre el clima- se realizará el 31 de octubre y contará con la participación de más de 120 líderes mundiales. Luego, los ministros de medio ambiente o altos funcionarios de los países se encargarán de negociar las estrategias, que se comunicarán al final del evento. Se espera que cerca de 25.000 personas asistan a la conferencia.
Una de las peticiones que han realizado a los países para asistir a esta conferencia es que revisen sus contribuciones determinadas a nivel nacional, llamadas NDC. Estos compromisos surgieron del Acuerdo de París, firmado en 2015, cuando se llegó al compromiso de mantener la temperatura global muy por debajo de 2 ° Celsius.
Estas metas se actualizaron en diciembre de 2020 y, de acuerdo con las estimaciones de los científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 45% para 2030 y de ahí a cero emisiones netas para 2050. Recientemente, la ONU informó que las NDC actuales siguen siendo inadecuadas y que darían como resultado un aumento del 16% en las emisiones.
China sigue siendo el país que mayores emisiones produce y aún tiene la labor de construir una nueva NDC. Hasta el momento, el presidente Xi Jinping no ha confirmado su participación a la conferencia. El año pasado el mandatario anunció que este país se comprometía a alcanzar cero emisiones netas para 2060, sin embargo, varios expertos consideran insuficiente esta promesa y podría llevar a que el mundo supere los 1,5 grados Celsius.
Al igual que China, varios de los países que encabezan la lista de mayores productores de combustibles fósiles se han negado a fortalecer sus compromisos. Entre los que se destacan Arabia Saudita, Rusia, Australia y Brasil, en donde las cifras de la destrucción del Amazonas siguen incrementando.
Principales desafíos
El mayor desafío es recuperar la confianza en el proceso de la diplomacia climática. Sonam P. Wangdi, presidente del grupo de Países Menos Avanzados en la COP de Glasgow, aseguró que “la falta de financiación cuesta vidas y formas de existencia (...) Que se mantenga este compromiso diez años después es crucial para la confianza y para acelerar la respuesta global ante el cambio climático”.
Patricia Espinosa, responsable del clima de las Naciones Unidas, durante la “preCOP” de Milán, le explicó a AFP que “el éxito en la COP pasaría por elaborar un paquete que presente un equilibrio justo que puedan aceptar todas las partes. Tener una buena perspectiva (sobre esta cantidad de dólares) instauraría la confianza y nos permitiría avanzar en otros temas”.
Para Alden Meyer, del círculo de reflexión E3G, crear un paquete de solidaridad creíble sería un factor clave para progresar en las negociaciones. Por eso, añadió, “si la COP26 desea empezar con buen pie debe demostrar que los países desarrollados van a respetar, e incluso sobrepasar, sus promesas”. (Puede leer: ‘Políticos: basta de bla, bla, bla’: el mensaje de la activista Greta Thunberg)
¿Qué pasa si superamos los 1,5° Celsius?
Desde el Acuerdo de París, firmado por más de 190 países en 2015, se designó al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático como el encargado de examinar y evaluar qué pasaría si la temperatura global aumentaría 1,5° Celsius. Analizaron el daño causado si incrementa la temperatura 1,5° Celsius y 2° Celsius y encontraron, por supuesto, que la temperatura más baja era mucho más segura.
Si aumenta en 1,5° Celsius aún se registrarían episodios catastróficos como un incremento en el nivel del mar, el blanqueamiento de los arrecifes de coral y un aumento de los fenómenos extremos, como olas de calor, sequías, inundaciones o tormentas.
En el reporte, publicado en agosto, se modela que, por ejemplo, en un escenario de aumento de 1,5 °C es 1,5 veces más probable que se den lluvias más frecuentes a lo largo de diez años. Para un escenario de 2 °C la probabilidad aumenta a 1,7 y, si nos vamos a un extremo con un escenario de aumento de la temperatura de 4 °C, el aumento de la probabilidad es de 2,7. Sobre la intensidad de las lluvias, respectivamente, serían 10,5 %, 14 % y 30,2 % más fuertes.
Y las reacciones, por ejemplo, se darán en cadena. En la medida que el aumento de la temperatura sea mayor tanto la tierra como el mar perderán su capacidad de absorber carbono (lo que implicaría más gases de efecto invernadero en la atmósfera y más impulso al cambio climático). Ante esto, el informe indica que si se cortan las emisiones de carbono rápidamente, la Tierra y el mar aún podrán capturar el 70% del carbono de las emisiones, pero si no se deja de emitir como lo venimos haciendo, esta capacidad disminuirá a solo el 40%.
“Incluso con una drástica reducción de las emisiones, no podremos volver a vivir en una Tierra con un clima más estable, cuando los patrones y los cambios del tiempo eran más moderados”, señalan los autores del estudio del IPCC. Los científicos lo dicen: “ya hemos gastado el 86% de nuestro presupuesto de carbono”.
De no mejorar las prácticas actuales se podría llegar a superar este nivel en la temperatura. En la actualidad, las temperaturas en todo el mundo ya están entre 1,1 y 1,2 ° Celsius por encima de los niveles preindustriales, y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en una tendencia ascendente a pesar de que en los primeros meses de 2020, cuando se presentaron los confinamientos más estrictos, se redujo la producción de dióxido de carbono.
Para que no siga en aumento la temperatura del planeta, los científicos advierten que las emisiones globales deben reducirse en aproximadamente un 7% al año durante esta década, además se debe dejar de emitir dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, provenientes de la quema de combustibles fósiles, por ejemplo. Por eso, la mayoría de países buscar la carbono neutralidad. (Le puede interesar: La ONU y Reino Unido exigen a los países ricos más dinero antes de la COP26)
De acuerdo con la ONG WWF, “la carbono neutralidad se da cuando un país, una industria, una organización, una ciudad, e incluso, un ser humano, logra que las emisiones que genera a través de las actividades que realiza sean proporcionales a la captura de carbono que hace”. Pero, explicó la ONG, “el clima responde a las emisiones acumulativas y el dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante aproximadamente un siglo después de su liberación, por lo que se llegaría a cero neto para 2050″.
¿Qué se negocia en la COP 26?
Aunque la prioridad es buscar que los países se comprometan con sus NDC, en Glasgow también se busca alcanzar tres objetivos. El primero se enfoca en el financiamiento climático, que consiste en ese dinero proporcionado a los países pobres y que proviene de de fuentes públicas y privadas, para ayudarlos a reducir las emisiones y hacer frente a los impactos del clima extremo.
En la Cop que se realizó en Copenhague, en 2009 se prometió a los países pobres que recibirían 100.000 millones de dólares al año para 2020 para luchar contra el cambio climático, la transición ecológica y la reducción de emisiones. . ¿Qué pasó con ese dinero? Diez años después, esta cifra está lejos de lo prometido: 79.600 millones en 2019, según los últimos datos disponibles publicados en septiembre por la OCDE.
Estados Unidos anunció que duplicaría su contribución, un gesto que sin embargo no sirve para reducir la diferencia. Canadá y Alemania están haciendo consultas para proponer un plan de financiación antes de la apertura de la COP26 en Glasgow.
El segundo objetivo está enfocado en la eliminación gradual del carbón que es esencial para mantenerse dentro de 1.5° Celsius. China que es el mayor consumidor de carbón del mundo, por ejemplo, dejará de financiar nuevas centrales eléctricas de carbón en el extranjero, por ejemplo.
Una de las principales ventajas de la energía nuclear, que representa en torno al 10% de la producción mundial de electricidad, es que no emite directamente dióxido de carbono (CO2). Incluso si se analiza el conjunto de su ciclo de vida, teniendo en cuenta las emisiones vinculadas a la extracción de uranio o al hormigón de las centrales, genera pocos gases de efecto invernadero, mucho menos que el carbón, el gas o la energía solar.
La energía nuclear progresa así en “la mayoría” de escenarios de los expertos climáticos de la ONU (IPCC) para limitar el calentamiento del planeta a 1,5ºC, respecto a finales del siglo XIX. Esta fuente parece estar llamada a desempeñar un papel clave, máxime cuando el mundo necesitará más electricidad para remplazar las energías fósiles, como en el transporte por carretera.
Y el último objetivo está centrado en impulsar las soluciones basadas en la naturaleza, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), son acciones que abordan desafíos sociales claves a través de la protección, restauración y gestión sostenible de los ecosistemas. Estas herramientas ofrecen la oportunidad de crear empleos que le apunten a una economía verde. (Lea también: Colombia es el país más peligroso para defender el ambiente)
Estos son proyectos como la conservación y restauración de bosques, humedales y otros sumideros naturales de carbono existentes y el cultivo de más árboles. Aunque son soluciones basadas en la naturaleza, los expertos piden precaución porque si bien cultivar árboles es una buena idea, no hay espacio para cultivar todos los árboles que algunos han sugerido y no pueden resolver la crisis climática.
COP15 sobre biodiversidad, la otra conferencia esencial para el futuro del planeta
El 11 de octubre arranca en China la COP15 sobre biodiversidad. Menos conocida que la COP26, esta conferencia organizada por la ONU aborda temas tan cruciales como la lucha contra la contaminación y el cuidado del medioambiente.
La conferencia de las partes del Convenio sobre Diversidad Biológica se desarrolla en dos etapas: una primera sesión de forma virtual durante cinco días en octubre, y dos semanas de reuniones presenciales entre el 25 de abril y el 8 de mayo, en Kunmíng, China, tras dos aplazamientos.
Las negociaciones que se están llevando a cabo deben invertir la tendencia y conseguir un marco que permita, de aquí a 2050 (con varios objetivos con vencimiento en 2030), “vivir en armonía con la naturaleza”. El texto que se discutirá incluye 21 acciones de aquí a 2030: la conservación eficaz de, al menos, 30% de las tierras emergidas y de las zonas marítimas, y “la reducción al menos de la mitad de nutrientes (abonos) liberados en el medioambiente, y de dos tercios de pesticidas, como mínimo, así como la eliminación de todos los desechos plásticos”. También se trata de reducir “en al menos 500.000 millones de dólares al año” las subvenciones nocivas para el medioambiente.
Durante las últimas tres décadas, la mayoría de los gobiernos del mundo se han reunido anualmente para buscar las mejores estrategias y contrarrestar los efectos de la emergencia climática que, año tras año, se ha ido incrementando. Esta reunión se conoce como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y este año, en su vigésima sexta versión, Glasgow (en Escocia) será el punto de encuentro. (Lea: La Pre-Cop26 concluye con mensaje urgente de descarbonización)
Esta conferencia surgió como parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) realizada en 1992, cuando se estableció que todos los países estaban en la obligación de participar en un tratado para evitar el cambio climático y encontrar además estrategias y metodologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial de manera equitativa.
La edición de 2021 - que es la última gran oportunidad para “retomar el control” sobre el clima- se realizará el 31 de octubre y contará con la participación de más de 120 líderes mundiales. Luego, los ministros de medio ambiente o altos funcionarios de los países se encargarán de negociar las estrategias, que se comunicarán al final del evento. Se espera que cerca de 25.000 personas asistan a la conferencia.
Una de las peticiones que han realizado a los países para asistir a esta conferencia es que revisen sus contribuciones determinadas a nivel nacional, llamadas NDC. Estos compromisos surgieron del Acuerdo de París, firmado en 2015, cuando se llegó al compromiso de mantener la temperatura global muy por debajo de 2 ° Celsius.
Estas metas se actualizaron en diciembre de 2020 y, de acuerdo con las estimaciones de los científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 45% para 2030 y de ahí a cero emisiones netas para 2050. Recientemente, la ONU informó que las NDC actuales siguen siendo inadecuadas y que darían como resultado un aumento del 16% en las emisiones.
China sigue siendo el país que mayores emisiones produce y aún tiene la labor de construir una nueva NDC. Hasta el momento, el presidente Xi Jinping no ha confirmado su participación a la conferencia. El año pasado el mandatario anunció que este país se comprometía a alcanzar cero emisiones netas para 2060, sin embargo, varios expertos consideran insuficiente esta promesa y podría llevar a que el mundo supere los 1,5 grados Celsius.
Al igual que China, varios de los países que encabezan la lista de mayores productores de combustibles fósiles se han negado a fortalecer sus compromisos. Entre los que se destacan Arabia Saudita, Rusia, Australia y Brasil, en donde las cifras de la destrucción del Amazonas siguen incrementando.
Principales desafíos
El mayor desafío es recuperar la confianza en el proceso de la diplomacia climática. Sonam P. Wangdi, presidente del grupo de Países Menos Avanzados en la COP de Glasgow, aseguró que “la falta de financiación cuesta vidas y formas de existencia (...) Que se mantenga este compromiso diez años después es crucial para la confianza y para acelerar la respuesta global ante el cambio climático”.
Patricia Espinosa, responsable del clima de las Naciones Unidas, durante la “preCOP” de Milán, le explicó a AFP que “el éxito en la COP pasaría por elaborar un paquete que presente un equilibrio justo que puedan aceptar todas las partes. Tener una buena perspectiva (sobre esta cantidad de dólares) instauraría la confianza y nos permitiría avanzar en otros temas”.
Para Alden Meyer, del círculo de reflexión E3G, crear un paquete de solidaridad creíble sería un factor clave para progresar en las negociaciones. Por eso, añadió, “si la COP26 desea empezar con buen pie debe demostrar que los países desarrollados van a respetar, e incluso sobrepasar, sus promesas”. (Puede leer: ‘Políticos: basta de bla, bla, bla’: el mensaje de la activista Greta Thunberg)
¿Qué pasa si superamos los 1,5° Celsius?
Desde el Acuerdo de París, firmado por más de 190 países en 2015, se designó al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático como el encargado de examinar y evaluar qué pasaría si la temperatura global aumentaría 1,5° Celsius. Analizaron el daño causado si incrementa la temperatura 1,5° Celsius y 2° Celsius y encontraron, por supuesto, que la temperatura más baja era mucho más segura.
Si aumenta en 1,5° Celsius aún se registrarían episodios catastróficos como un incremento en el nivel del mar, el blanqueamiento de los arrecifes de coral y un aumento de los fenómenos extremos, como olas de calor, sequías, inundaciones o tormentas.
En el reporte, publicado en agosto, se modela que, por ejemplo, en un escenario de aumento de 1,5 °C es 1,5 veces más probable que se den lluvias más frecuentes a lo largo de diez años. Para un escenario de 2 °C la probabilidad aumenta a 1,7 y, si nos vamos a un extremo con un escenario de aumento de la temperatura de 4 °C, el aumento de la probabilidad es de 2,7. Sobre la intensidad de las lluvias, respectivamente, serían 10,5 %, 14 % y 30,2 % más fuertes.
Y las reacciones, por ejemplo, se darán en cadena. En la medida que el aumento de la temperatura sea mayor tanto la tierra como el mar perderán su capacidad de absorber carbono (lo que implicaría más gases de efecto invernadero en la atmósfera y más impulso al cambio climático). Ante esto, el informe indica que si se cortan las emisiones de carbono rápidamente, la Tierra y el mar aún podrán capturar el 70% del carbono de las emisiones, pero si no se deja de emitir como lo venimos haciendo, esta capacidad disminuirá a solo el 40%.
“Incluso con una drástica reducción de las emisiones, no podremos volver a vivir en una Tierra con un clima más estable, cuando los patrones y los cambios del tiempo eran más moderados”, señalan los autores del estudio del IPCC. Los científicos lo dicen: “ya hemos gastado el 86% de nuestro presupuesto de carbono”.
De no mejorar las prácticas actuales se podría llegar a superar este nivel en la temperatura. En la actualidad, las temperaturas en todo el mundo ya están entre 1,1 y 1,2 ° Celsius por encima de los niveles preindustriales, y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en una tendencia ascendente a pesar de que en los primeros meses de 2020, cuando se presentaron los confinamientos más estrictos, se redujo la producción de dióxido de carbono.
Para que no siga en aumento la temperatura del planeta, los científicos advierten que las emisiones globales deben reducirse en aproximadamente un 7% al año durante esta década, además se debe dejar de emitir dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, provenientes de la quema de combustibles fósiles, por ejemplo. Por eso, la mayoría de países buscar la carbono neutralidad. (Le puede interesar: La ONU y Reino Unido exigen a los países ricos más dinero antes de la COP26)
De acuerdo con la ONG WWF, “la carbono neutralidad se da cuando un país, una industria, una organización, una ciudad, e incluso, un ser humano, logra que las emisiones que genera a través de las actividades que realiza sean proporcionales a la captura de carbono que hace”. Pero, explicó la ONG, “el clima responde a las emisiones acumulativas y el dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante aproximadamente un siglo después de su liberación, por lo que se llegaría a cero neto para 2050″.
¿Qué se negocia en la COP 26?
Aunque la prioridad es buscar que los países se comprometan con sus NDC, en Glasgow también se busca alcanzar tres objetivos. El primero se enfoca en el financiamiento climático, que consiste en ese dinero proporcionado a los países pobres y que proviene de de fuentes públicas y privadas, para ayudarlos a reducir las emisiones y hacer frente a los impactos del clima extremo.
En la Cop que se realizó en Copenhague, en 2009 se prometió a los países pobres que recibirían 100.000 millones de dólares al año para 2020 para luchar contra el cambio climático, la transición ecológica y la reducción de emisiones. . ¿Qué pasó con ese dinero? Diez años después, esta cifra está lejos de lo prometido: 79.600 millones en 2019, según los últimos datos disponibles publicados en septiembre por la OCDE.
Estados Unidos anunció que duplicaría su contribución, un gesto que sin embargo no sirve para reducir la diferencia. Canadá y Alemania están haciendo consultas para proponer un plan de financiación antes de la apertura de la COP26 en Glasgow.
El segundo objetivo está enfocado en la eliminación gradual del carbón que es esencial para mantenerse dentro de 1.5° Celsius. China que es el mayor consumidor de carbón del mundo, por ejemplo, dejará de financiar nuevas centrales eléctricas de carbón en el extranjero, por ejemplo.
Una de las principales ventajas de la energía nuclear, que representa en torno al 10% de la producción mundial de electricidad, es que no emite directamente dióxido de carbono (CO2). Incluso si se analiza el conjunto de su ciclo de vida, teniendo en cuenta las emisiones vinculadas a la extracción de uranio o al hormigón de las centrales, genera pocos gases de efecto invernadero, mucho menos que el carbón, el gas o la energía solar.
La energía nuclear progresa así en “la mayoría” de escenarios de los expertos climáticos de la ONU (IPCC) para limitar el calentamiento del planeta a 1,5ºC, respecto a finales del siglo XIX. Esta fuente parece estar llamada a desempeñar un papel clave, máxime cuando el mundo necesitará más electricidad para remplazar las energías fósiles, como en el transporte por carretera.
Y el último objetivo está centrado en impulsar las soluciones basadas en la naturaleza, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), son acciones que abordan desafíos sociales claves a través de la protección, restauración y gestión sostenible de los ecosistemas. Estas herramientas ofrecen la oportunidad de crear empleos que le apunten a una economía verde. (Lea también: Colombia es el país más peligroso para defender el ambiente)
Estos son proyectos como la conservación y restauración de bosques, humedales y otros sumideros naturales de carbono existentes y el cultivo de más árboles. Aunque son soluciones basadas en la naturaleza, los expertos piden precaución porque si bien cultivar árboles es una buena idea, no hay espacio para cultivar todos los árboles que algunos han sugerido y no pueden resolver la crisis climática.
COP15 sobre biodiversidad, la otra conferencia esencial para el futuro del planeta
El 11 de octubre arranca en China la COP15 sobre biodiversidad. Menos conocida que la COP26, esta conferencia organizada por la ONU aborda temas tan cruciales como la lucha contra la contaminación y el cuidado del medioambiente.
La conferencia de las partes del Convenio sobre Diversidad Biológica se desarrolla en dos etapas: una primera sesión de forma virtual durante cinco días en octubre, y dos semanas de reuniones presenciales entre el 25 de abril y el 8 de mayo, en Kunmíng, China, tras dos aplazamientos.
Las negociaciones que se están llevando a cabo deben invertir la tendencia y conseguir un marco que permita, de aquí a 2050 (con varios objetivos con vencimiento en 2030), “vivir en armonía con la naturaleza”. El texto que se discutirá incluye 21 acciones de aquí a 2030: la conservación eficaz de, al menos, 30% de las tierras emergidas y de las zonas marítimas, y “la reducción al menos de la mitad de nutrientes (abonos) liberados en el medioambiente, y de dos tercios de pesticidas, como mínimo, así como la eliminación de todos los desechos plásticos”. También se trata de reducir “en al menos 500.000 millones de dólares al año” las subvenciones nocivas para el medioambiente.