“Hemos encontrado partículas contaminantes hasta en placentas y fetos”
La directora de Ambiente y Cambio Climático de la Organización Mundial de la Salud sabe bien cuál es la conexión del uso de combustibles fósiles y el calentamiento global con nuestra salud. Uno de los puntos que más le inquieta es la contaminación del aire. Otro, el aumento de temperaturas. Conversamos con ella en la COP29, en Azerbaiyán.
Andrés Mauricio Díaz Páez
Enviado especial a Azerbaiyán
En medio de una rueda de prensa en la cumbre de cambio climático (COP29) que se realiza en Bakú, Azerbaiyán, una mujer sostiene su computador para mostrarle a los asistentes un indicador rojo en su pantalla. Es el índice de contaminación del aire en Nueva Delhi, capital de India, que presenta niveles de material particulado 50 veces por encima del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar afectaciones en las personas.
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En medio de una rueda de prensa en la cumbre de cambio climático (COP29) que se realiza en Bakú, Azerbaiyán, una mujer sostiene su computador para mostrarle a los asistentes un indicador rojo en su pantalla. Es el índice de contaminación del aire en Nueva Delhi, capital de India, que presenta niveles de material particulado 50 veces por encima del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar afectaciones en las personas.
Se trata de la doctora María Neira, médica especialista en enfermedades metabólicas y endocrinología, y directora del departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS. Su presencia en la COP29 tiene el objetivo de mostrar el vínculo que hay entre la crisis climática, la salud de las personas y la urgencia de tomar decisiones para limitar el aumento de temperatura en el mundo.
Con ese mismo objetivo, estará en marzo en Cartagena durante la segunda Cumbre Mundial sobre la Contaminación del Aire y la Salud. Junto a la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, hizo un llamado a que más países se unan al compromiso de abandonar progresivamente los combustibles fósiles.
Sin embargo, esta cumbre sigue sin mostrar los resultados esperados. A un día de terminar la COP29, en conversación con El Espectador, Neira habla sobre la importancia de mitigar el cambio climático para cuidar la salud de las personas y asegura que las decisiones ambiciosas, como la nueva meta global de financiamiento para que países desarrollados enfrenten la crisis climática, “están tomando demasiado tiempo”.
¿Qué tiene que ver el cambio climático con la salud de las personas?
A un ciudadano que viva en Nueva Delhi no hace falta explicarle el impacto que la contaminación del aire tiene en su salud, porque lo siente directamente: le van a picar los ojos y la garganta, va a sufrir bronquitis con frecuencia y, si es asmático, va a tener más episodios de asma. Esos problemas de salud son evidentes y le hacen entender la conexión. Sin embargo, para muchas otras personas, esa relación entre el cambio climático, la contaminación del aire y la salud no es tan obvia.
Sin embargo, las causas del calentamiento global y las de la contaminación del aire son casi las mismas; se sobreponen en un 75 %: la combustión de combustibles fósiles, ya sea por transporte, industria u otros procesos agrícolas. Esa dependencia de los combustibles fósiles sigue siendo el núcleo del problema.
Entonces, desde alguien en Pakistán, que enfrenta niveles altísimos de contaminación del aire, hasta para una persona en Bogotá, es crucial transmitir el mensaje de que lo que se discute en las cumbres de cambio climático, como la COP29, no se limita solo a la reducción de gases de efecto invernadero o a los acuerdos entre países. También tiene que ver con nuestra salud. Hay una conexión muy clara: el cambio climático afecta directamente nuestra salud, y combatir sus causas puede generar beneficios enormes para ella. Esa es una oportunidad que no podemos perder.
A largo plazo, ¿cuáles son los impactos que eso puede llegar a tener en la salud?
Respiramos alrededor de 10,000 veces al día y no podemos dejar de hacerlo. Cada inhalación nos expone a lo que está en el aire. Si se tiene la suerte de vivir en una montaña con aire puro, los pulmones lo agradecerán. Pero si se vive en una ciudad contaminada, estaremos inhalando partículas y sustancias tóxicas presentes en el aire. Estas partículas pueden causar problemas como cáncer de pulmón a largo plazo y acelerar enfermedades respiratorias crónicas, como asma y bronquitis recurrentes.
Lo más preocupante de estas partículas es que no se quedan únicamente en el sistema respiratorio. Entran en la circulación sanguínea y, una vez allí, pueden llegar a cualquier parte del cuerpo. Cada vez hay más evidencia de que, cuando alcanzan el cerebro, tienen un impacto muy negativo en el desarrollo cognitivo. Hemos encontrado partículas contaminantes hasta en placentas y fetos. Incluso antes de que los bebés nazcan y respiren por primera vez, esas sustancias tóxicas ya están presentes en el útero.
Esta COP29 arrancó con una noticia no muy alentadora por parte de la Organización Meteorológica Mundial: 2024 va a ser el año más caluroso del que se tenga registro y será el primero en superar el aumento de 1,5 °C, que es una de las cosas que se busca evitar en las cumbres de cambio climático. ¿El aumento de temperatura también está afectando nuestra salud?
La cuestión es que, cuando hablamos de grados, mucha gente no comprende la magnitud del problema, piensan que es algo que afectará al planeta dentro de muchos años. Pero, superar ciertos grados de calentamiento tiene un impacto muy negativo. Un científico experto en meteorología mencionó que este no solo ha sido el año más caluroso registrado, sino que probablemente será el más frío en comparación con los próximos diez, eso es muy impactante.
¿Qué implica un aumento de temperatura? Para empezar, en algunos lugares será casi imposible vivir. Este año, Nueva Delhi alcanzó temperaturas de 50 grados. Eso hace imposible tener una vida cotidiana normal. Trabajar se vuelve cada vez más difícil, especialmente para quienes no pueden costear aire acondicionado.
El aumento de las temperaturas también intensifica los fenómenos meteorológicos extremos que estamos viendo. Lo hemos visto en mi país, en Valencia, España, hace pocas semanas. En África o el sudeste asiático, muchas comunidades se ven obligadas a abandonar sus hogares. También, los terrenos que se cultivaban y producían alimentos, ya no van a volver a cultivarse. Eso genera problemas nutricionales importantes y también tiene un impacto en la salud mental de la gente, que lo pierde todo.
Otro aspecto crítico es que el aumento de la temperatura crea condiciones perfectas para la proliferación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, la malaria o el virus del Nilo. También se incrementan las enfermedades transmitidas por vectores en el agua, especialmente en zonas donde el acceso al agua potable o el saneamiento están en riesgo debido a inundaciones o sequías.
Esta es la conferencia número 29 de cambio climático. No se ha podido frenar el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero ni el aumento de temperatura. ¿Estamos fallando en la tarea de cuidar la salud del planeta y, de paso, la nuestra?
Puedo decir que, frente a una situación de esta magnitud, no estamos tomando decisiones que corresponden. No estamos respondiendo con la ambición ni con la velocidad necesarias. Yo soy médica y me sirve pensar desde un ejemplo: he trabajado en emergencias hospitalarias y, cuando llega un paciente grave, tenemos que hacer un diagnóstico y proponer un tratamiento de inmediato.
Aquí (en la COP29), en cambio, nos estamos tomando demasiado tiempo para hacer diagnósticos, mientras seguimos aplicando soluciones superficiales. Es como poner tiritas de plástico para una hemorragia. No se equipara la magnitud del problema con la respuesta en lo absoluto.
¿Y qué implica esta falta de acción en términos de salud pública, especialmente para regiones como América Latina y el Caribe?
Cada año que desperdiciamos es un año más en que seguimos teniendo muertes por inundaciones, por el aumento de la mortalidad vinculada a enfermedades como la malaria, el dengue o las enfermedades diarreicas, y por la exposición a la contaminación del aire. Cada año que posponemos, son millones de muertos que nos arrastramos a nuestros hombros. Creo que este es un argumento que los tomadores de decisiones deberían considerar a diario: no cuántas emisiones o grados de aumento de temperatura están permitiendo, sino cuántas vidas se están perdiendo.
También hay que ponerlo en positivo. Cuando se toman buenas decisiones, como mejorar la calidad del aire en una ciudad, se contribuye a mitigar el cambio climático y, al mismo tiempo, se generan enormes beneficios para la salud. Los alcaldes pueden entender mejor el impacto de sus decisiones cuando se les plantea de esta manera. Hacer intervenciones para mejorar la calidad del aire, fomentar el reciclaje de plásticos, informar a la población, implementar sistemas de alertas tempranas y preparar a las comunidades para las emergencias. No solo vamos a mitigar emisiones, sino que vamos a salvar muchas vidas.
Todo eso hace parte del concepto de una sola salud que ha promovido la OMS en las conferencias del clima y de biodiversidad, como la COP16 en Cali. ¿Sí se le está dando un espacio a la salud en estas discusiones?
Ha sido una trayectoria dura, con obstáculos. Incluso, al principio había gente que nos preguntaba, ¿qué hace la OMS en la COP? Ahora esa pregunta no se la hace nadie. Ahora todo el mundo entiende que la salud tiene que estar en las COP y que puede ser un argumento para pedir más acción para mitigar el cambio climático.
La comunidad global de salud, médicos, especialistas en salud pública, enfermeros, todos los que trabajan en salud pública, directa o indirectamente, han empujado para traer este mensaje aquí. Hemos intentado traer la voz de la salud, no solo de la OMS, para avanzar de manera más decidida.
¿Qué decisiones espera como resultado de esta COP29, para considerar que se están tomando acciones para mejorar la salud de las personas?
Una de las grandes satisfacciones sería que llegaran a un acuerdo sobre financiación para hacer frente al cambio climático. Sobre todo, financiación para la adaptación del sector salud. Los trabajadores que están en la primera línea y en los centros de salud, cuando hay una inundación, tienen que dar servicios a la gente. También tenemos que asegurarnos de que va a seguir habiendo agua potable. Si no, esa gente va a sufrir todavía más.
Primero, espero que sean ambiciosos en la cifra para ese financiamiento. Pero, es muy importante que no solo den un número, sino que luego efectivamente ese dinero llegue. Porque ha habido muchas promesas, muchas palabras bonitas, pero este dinero hay que movilizarlo y tiene que ser dinero nuevo, no reutilizar lo que ya se comprometió.
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