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El Ministerio de Ambiente publicó el pasado 17 de abril el borrador de una resolución que ha estado esperando el país: la que adopta un plan de manejo ambiental para los hipopótamos que viven en Colombia, un paso que venían exigiendo sociedades de científicos y biólogos en el país. La resolución estará abierta para comentarios hasta el próximo 1 de mayo.
En términos simples, la resolución tiene por objeto adoptar el plan para la prevención, control y manejo de los hipopótamos (H. amphibius). Dicho plan, dice el documento, toma insumos del estudio que presentó hace unos meses el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos “Alexander von Humboldt” y el Instituto de Ciencias Naturales de la U. Nacional, además de las recomendaciones de medidas de manejo generadas por las autoridades ambientales en las áreas donde hoy se ha registrado la presencia de este animal. (Puede ver: “Sembrar” nubes para hacer llover, una mentira de varios millones de dólares)
Hay que recordar que las autoridades estiman que en Colombia hay entre 181 y 215 individuos de esa especie. Están distribuidos en alrededor de 43.342 km² en siete grupos poblacionales interconectados por rutas a través de ecosistemas acuáticos. El 37% de ellos serían crías y juveniles, el 35% subadultos y el 28% adultos. Como lo hemos contado en estas páginas, los científicos creen que si no se hace nada y la situación sigue tal cual está, en Colombia habría más de 1.000 hipopótamos en 2035.
Como ya lo hemos contado en este diario, los hipopótamos que viven en Colombia producen daños en los ecosistemas y afectaciones a otras especies. Compiten por comida, se desplazan, comen plantas, propagan enfermedades y dejan mucha materia orgánica en el agua. Esto puede causar problemas como el exceso de nutrientes en el agua, lo que hace que crezcan demasiadas plantas y animales, afectando el equilibrio natural del ecosistema acuático.
¿Qué dice el borrador de la resolución?
En el plan de manejo que la resolución propone aprobar, se señala que la distribución actual y potencial de este animal en Colombia pone en un alto riesgo a especies nativas como el manatí (T. manatus), la nutria (Lontra longicaudis) y el chigüiro (H. hydrochaeris), que se ven obligadas a desplazarse de las áreas que habitan. Por ejemplo, dice ese plan, se tiene evidencia de chigüiros huyendo de los hipopótamos y abandonando los ecosistemas acuáticos que habitualmente eran ocupados por los grupos familiares de esta especie. Los hipopótamos también afectan el desplazamiento de peces importantes para el sustento de las comunidades humanas y con su peso, que puede superar las 3,2 toneladas, generan cambios en las riberas.
El documento también señala que se han identificado que los puntos de entrada y salida de individuos a los cuerpos de agua están generando erosión.
Para enfrentar este problema, el plan de manejo que la resolución se propone aprobar incluye cinco medidas: alertas tempranas, confinamiento, caza de control, translocación e intervención social. Estas se llevarían a cabo en los siete grupos poblacionales de hipopótamos, pero para cada grupo se priorizan ciertas acciones.
Con translocación, el plan hace alusión al “traslado de individuos libres en el territorio hacia colecciones vivas (por ejemplo, zoológicos) o hacia poblaciones silvestres en el área de distribución nativa, con el propósito de reforzarlas reproductivamente”. Es decir, mediante la translocación, el plan busca mover hipopótamos de forma segura desde Colombia hacia lugares donde estos animales viven naturalmente (algunas zonas de África) o hacia zoológicos que los acepten. Para que esto pueda llevarse a cabo, el plan incluye una serie de pasos que deben ser llevados a cabo conjuntamente entre quienes sean responsables del manejo de la especie en el territorio, como los interesados en la recepción de los animales.
Estos pasos señalan la necesidad hacer estudios de salud, genéticos y comportamentales, cuarentenas para evitar que puedan tener potenciales enfermedades u organismos negativos para el ambiente al que irían, entre otras, dependiendo de si van para un ambiente libre o para un zoológico.
Con confinamiento, el plan de manejo se refiere al “aislamiento físico de un área en el territorio para contener un grupo de individuos y mantenerlos hasta su muerte natural”. En este caso, el documento señala que primero habría que identificar las áreas aptas para el confinamiento, bajo criterios básicos que garanticen tanto el bienestar de los individuos y minimicen los riesgos a la población humana. Estas zonas tendrían que contar con la infraestructura adecuada que cumpla con los requerimientos básicos para el bienestar de la especie y con un sistema de seguridad que permita controlar las posibles fugas.
Sin embargo, esas dos medidas han recibido en el pasado varias críticas de científicos, pues, entre otras cosas, implica una logística compleja y un costo muy alto.
La caza de control, por otro lado, “es la acción que se realiza con el propósito de regular la población de una especie cuando así lo requieran circunstancias de orden social, económico o ecológico”, se puede leer en el plan de manejo. Esta caza se podría hacer a través de métodos físicos y métodos químicos. Para este último, agrega el documento, se requiere la captura del individuo. Las recomendaciones son claras en que, sin importar si el método es físico o químico, “se debe llevar a cabo métodos que causen el menor sufrimiento posible dentro de los parámetros de bienestar animal, además de la disposición adecuada del cadáver y/o sus partes según la normatividad sanitaria y ambiental vigente”.
Por último, el plan de manejo incluye dos medidas que van más dirigidas a las poblaciones humanas que viven en las zonas donde habitan los hipopótamos. Por un lado, el plan de manejo propone las alertas tempranas. Estas son medidas de prevención en áreas donde es inminente la presencia de la especie en el corto y mediano plazo. Según el plan, estas áreas van desde la desembocadura del río Cocorná (Magdalena) hasta las subregiones del medio y bajo Magdalena, así como La Mojana. Allí se llevarían a cabo brigadas informativas, campañas de comunicación, ruta de reporte e interacción de casos con hipopótamos, participación y articulación formal en espacios de diálogo y dinámicas en el territorio con diferentes actores.
Por otro lado, está la medida de intervención social, que va dirigida a zonas y poblaciones humanas donde los hipopótamos ya están establecidos. Aquí se repiten las intervenciones de las alertas tempranas, pero se agregan dos más: señalética en sitios susceptibles de conflicto y red de vigías ribereños para el monitoreo de la especie. (Vea: El cambio climático golpeará las finanzas del mundo en 2050, incluso las de Colombia)
Medidas para diferentes grupos de hipopótamos
Como en Colombia hay siete grupos de hipopótamos, estas medidas variarían de grupo a grupo, según el contexto de cada uno. En el grupo Nápoles se estima que hay 117 individuos (114 observados y un tamaño máximo de la población de 122), que habitan en un área aproximada de 8.3 Km. Se asocian a los lagos del Parque Temático Hacienda Nápoles y los ecosistemas acuáticos del corregimiento de Doradal (Antioquia). Allí se propone la realización de las cinco medidas, con diversas prioridades.
En el grupo Tolones y Cocorná habitan un mínimo de 38 individuos y un máximo de 43. Estos viven en los ecosistemas acuáticos de la llanura de inundación de la quebrada Tolones, hasta su desembocadura en el río Magdalena e islas adyacentes del municipio de Puerto Triunfo (Antioquia). Y en los ecosistemas acuáticos de la llanura de inundación del río Cocorná al sur y la isla del Silencio en el río Magdalena del municipio de Puerto Nare (Antioquia). Allí el plan de manejo propone cuatro medidas de intervención.
En el grupo Nare y Berrío vive una población estimada de mínimo 14 individuos y máximo 27. Están en los afluentes del río Magdalena desde el río Nare hacia el norte del municipio de Puerto Nare (Antioquia) y en la cuenca del Caño Negro en Cimitarra (Santander) hasta el río San Bartolomé en Puerto Berrío (Antioquia). En esta zona el plan de manejo propone llevar a cabo tres intervenciones.
En el grupo Yondó y depresión Momposina, se estima que viven un mínimo de 9 individuos y un máximo de 21. Están en el río Magdalena y los ecosistemas acuáticos que forman parte de su llanura de inundación, desde el norte del complejo cenagoso de Barbacoas en Yondó (Antioquia) hasta el complejo cenagoso de Sardinata del mismo municipio. Además, también habitan en la ciénaga de Tacasaluma, al sur de la ciénaga de Gallinazo, la ciénaga de Guayacán y los caños del complejo cenagoso del municipio de Magangué (Bolívar). En este grupo, el plan de manejo propone dos intervenciones.
Finalmente, en la zona sur de la depresión Momposina y norte del valle medio del río Magdalena, el plan propone dos medidas. En estas áreas, Minambiente estima que los hipopótamos se estan introduciendo.
¿Por qué estos animales están en el Magdalena?
Si se pregunta por qué muchos de estos animales están en río Magdalena o en sus riberas, el plan de manejo responde esa inquietud: en general, el valle medio del río Magdalena presenta niveles de idoneidad de hábitat para los hipopótamos valorados entre muy bajos hasta muy altos. El 8.47% del total del área evaluada presenta idoneidad muy alta, y el 41.75% es altamente idónea para la especie.
El borrador de la resolución acepta y aprueba este plan de manejo, dejando claro que es “fundamental que las acciones propuestas, se implementen de manera articulada a nivel nacional y regional, y se ejecuten de manera integral”. El documento también fue presentado y evaluado en el Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras, que se reunió para ello el pasado 12 de abril.
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