Huracán Beryl, ¿un presagio de la temporada de huracanes del 2024?
El huracán Beryl, que causó estragos en varias islas del Caribe, parece ser un indicio de lo que podría suceder este semestre. Al parecer, hay condiciones favorables para que haya un número considerable de tormentas. ¿Qué podemos esperar?
Los últimos días de mayo, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) publicó un pronóstico preliminar que mostraba cómo podría ser la temporada de huracanes del 2024. En él advertía que este semestre podría haber entre 8 y 13 huracanes, y entre 4 y 7 huracanes importantes.
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Los últimos días de mayo, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) publicó un pronóstico preliminar que mostraba cómo podría ser la temporada de huracanes del 2024. En él advertía que este semestre podría haber entre 8 y 13 huracanes, y entre 4 y 7 huracanes importantes.
Además, señalaba que podría haber entre 17 y 25 tormentas con nombre, algo que solo sucede cuando alcanza la fuerza de una tormenta tropical o subtropical, es decir, por lo menos, 39 millas por hora. En 2023, para tener un poco de contexto, hubo 7 huracanes, 3 huracanes importantes y 20 tormentas con nombre. Eras predicciones que había que tomar con cautela, pero que daban una buena pista de lo que sucedería este semestre.
Hoy, mientras escribimos este artículo, el huracán Beryl, que ya alcanzó la máxima categoría (5, en la escala Saffir-Simpson), continúa su paso por el Caribe y ha causado estragos en varias islas. En Granada ha dejado cinco muertos y causado serios daños en Carricau, cerca a Barbados y a Martinica. Aún no se debilita y, como si fuese poco, tiene unos registros que empiezan a inquietar a los científicos del clima.
Por ejemplo: Beryl es el huracán que se ha formado más al este y se convirtió en el huracán categoría 4 que más temprano se ha registrado en el océano Atlántico. El puesto, hasta el momento, lo tenía el huracán Dennis, que alcanzó esa categoría el 8 de julio de 2005, un año que no trae muy buenos recuerdos: fue cuando el huracán Katrina devastó el sur de Estados Unidos.
Eric Blake, científico principal sobre huracanes del Centro Nacional de Huracanes (NHC) de la NOAA, publicó en su cuenta de X una buena frase que sintetiza esos registros: “Beryl está reescribiendo los libros de historia de forma equivocada. Por favor, tengan mucho cuidado y tomen este huracán en serio: muy pocos habrán experimentado un huracán tan fuerte allí”. A lo que se refería es que esa inesperada formación podía tomar por sorpresa a varias islas del Caribe, lo cual se traduce en poco tiempo para prepararse.
Beryl, por suerte, no se aproximó mucho al territorio colombiano. Los informes del Ideam han indicado que este martes, 2 de julio, transitaría frente al área marítima de la península de La Guajira y tendría algunas afectaciones indirectas. Entre ellas, lluvias moderadas, ráfagas de viento y olas más altas. Luego, seguirá su rumbo hacia Jamaica y Centroamérica.
Señales de días preocupantes
Aunque quienes estudian este tipo de fenómenos siempre manejan con cautela sus predicciones, ya hay algunas señales de que vendrán meses complejos para los países e islas que se sitúan en el mar Caribe. Como explicaba en un texto en The Conversation, Jhordanne Jones, PhD en Ciencias Atmosféricas, hay un par de pistas en las que suelen fijarse los científicos. Una es las aguas cálidas del océano Atlántico. Otra es lo que pasa en el océano Pacífico Oriental.
Para no dar muchos rodeos, unas aguas cálidas en el Atlántico representan condiciones favorables para que se formen huracanes. De hecho, explicaba Jones, son uno de los factores que los meteorólogos tienen en cuenta para saber qué tan activa va a ser una temporada de huracanes.
El problema, esta vez, decía a Scientific American Brian McNoldy, que investiga huracanes en la Universidad de Miami (Estados Unidos), es que las temperaturas del océano son muy similares a las que debe haber en septiembre, cuando, usualmente, se presenta el pico de la temporada.
De hecho, como lo vienen advirtiendo diferentes organismos, la temperatura global de la superficie del océano ha aumentado en los últimos años a medida que la incrementa la temperatura del planeta. Basta darle una mirada a la siguiente gráfica para observar cómo ha sido ese comportamiento.
A la hora de hablar de la temperatura del Atlántico Norte también hay que tener en cuenta otro elemento de largo plazo, llamado Oscilación Multidecadal del Atlántico (OMA), un fenómeno en el que hay fases frías y cálidas que pueden durar entre 25 y 40 años, según la NOAA. Desde 1995 estamos en una fase cálida que favorece a los huracanes.
Por otra parte, es clave lo que pase en el Océano Pacífico porque su temperatura del agua también puede incidir en la formación de tormentas en el Atlántico. “Una transición rápida al fenómeno de La Niña —que es un fenómeno de variabilidad climática— puede indicar un comienzo temprano de la temporada, así como una temporada más larga, pues La Niña, junto con un Atlántico cálido, mantiene un entorno propicio para los huracanes en etapas más tempranas y prolongadas del año”, anotaba Jones. De acuerdo con el Ideam, hasta el momento hay una probabilidad del 69 % de que La Niña se empiece a manifestar entre julio y septiembre.
McNoldy se lo resumía de esta manera a Scientific American: Beryl puede ser “una especie de presagio de lo que será la temporada de huracanes”.
Además de estos elementos, hay una pregunta que siempre aparece sobre la mesa cada vez que una tormenta tropical amenaza con tomar fuerza: ¿Tiene algo que ver el cambio climático motivado por las acciones humanas? Aunque muchos no vacilarían en contestar afirmativamente, la respuesta no es tan sencilla.
Al recoger la evidencia disponible sobre ese asunto, la NOAA señala que un escenario de calentamiento global de 2˚C, podría conducir a algunos desenlaces, aunque hay que verlos con cautela. Por ejemplo, es posible que si se da ese incremento de grados, el número de huracanes del Atlántico que alcanzan una intensidad de categoría 4 o 5 aumente alrededor de un 10%, pero es algo sobre lo que hay una “gran incertidumbre”.
También es posible que las tasas de precipitaciones durante tormentas tropicales y huracanes aumenten, aproximadamente, un 15%, y que los niveles de inundaciones por tormentas durante eventos de marejadas huracanadas incrementen. De hecho, ese tipo de eventos, recuerda la NOAA, son los que más muertes causan: “casi la mitad de las vidas perdidas por huracanes están relacionadas con marejadas ciclónicas, que hacen que el agua avance tierra adentro”.
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