“Último” llamado de atención de los científicos que han estudiado el cambio climático

Este lunes se conoció el último documento que reúne los resultados de las investigaciones realizadas en los últimos ocho años por los integrantes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual tiene como objetivo explicar todo lo que se conoce hasta el momento sobre el calentamiento del planeta.

Este lunes se conoció el último documento que reúne los resultados de las investigaciones realizadas en los últimos ocho años por los integrantes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual tiene como objetivo explicar todo lo que se conoce hasta el momento sobre el calentamiento del planeta.

El informe elaborado por 93 autores es una síntesis que proporciona una visión general de la línea superior de los hallazgos de los informes de evaluación producidos por cada uno de los tres Grupos de Trabajo del IPCC: WGI: La Base de la Ciencia Física; WGII: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad; y WGIII: Mitigación del Cambio Climático”.

Mary Robinson, presidenta de los Ancianos y exalta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es enfática al asegurar que la ciencia es inequívoca. “Esta última entrega del Sexto Informe de Evaluación del IPCC (AR6) subraya la gravedad de la crisis climática, pero también nos recuerda que todavía es posible limitar el calentamiento a 1,5 °Celsius con una acción drástica y urgente”.

Antes de dar a conocer los resultados, los científicos del IPCC explicaron de forma breve el estado actual del planeta. Aseguraron que las actividades humanas han sido la principal causa del calentamiento global, haciendo que la temperatura de la superficie alcanzara los 1,1° Celsius por encima de las temperaturas industriales entre 2011 y 2020.

En cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero, en 2019, las concentraciones de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero, en la atmósfera fueron más altas que en los últimos 2 millones de años, y las concentraciones de metano y óxido nitroso (otros gases altamente contaminantes) fueron las más altas en la historia durante los últimos 800.000 años.

Las principales fuentes de emisión han sido el uso de combustibles fósiles. Por ejemplo, en ese mismo año, alrededor del 79% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provenía de la energía, la industria, el transporte y los edificios, y el 22% era de la agricultura, la silvicultura y otros tipos de uso de la tierra.

De no tomar a tiempo las medidas necesarias, advierten los investigadores, se presentará una inseguridad alimentaria, escasez de agua, entre otras consecuencias. “Entre 3.300 y 3.600 millones de personas, que es más del 40 % de la población global, viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático”, comentan, por eso, “el aumento de los fenómenos climáticos extremos ha presentado impactos especialmente adversos en África, Asia, América del Sur y Central, y en países menos desarrollados, pequeños estados isleños y el Ártico”.

Principales resultados

Las consecuencias del cambio climático ya repercuten en cada rincón del planeta y la principal estrategia para detener su avance es limitar el calentamiento global a 1,5 °Celsius, como se estipuló en el Acuerdo de París, firmado en 2015. Sin embargo, dice el informe, “el camino para lograrlo se está cerrando rápidamente a medida que la producción mundial de contaminación que calienta el planeta continúa aumentando, pues las emisiones incrementaron en casi el 1% el año pasado”.

Para conseguir esta meta de no sobrepasar el límite en la temperatura del planeta, los científicos indican que si o sí se deben reducir las emisiones de dióxido de carbono y deberá hacerse así: en un 48% para 2030; en un 65% para 2035; en un 80% para 2040; y en un 99% para 2050. Además de reducir las emisiones de dióxido de carbono, se deberán disminuir las de metano y otros gases de efecto invernadero. “Las emisiones globales de metano se tendrán que reducir en un 34% para 2030 en relación con 2019″, dice el documento final.

Si la tierra llega a alcanzar o superar este límite, los efectos serían devastadores. Primero, un planeta más caliente no secuestra tanto carbono. Segundo, conllevaría a un ciclo hídrico global impredecible, sequías e incendios, inundaciones devastadoras, eventos extremos del nivel del mar y ciclones tropicales más intensos. Tercero, será inevitable el aumento del nivel del mar y seguirá aumentando más allá de 2100, representando riesgos para los ecosistemas costeros, las personas y la infraestructura. Y, finalmente, habrá menos opciones para emplear estrategias de adaptación al cambio climático.

Para Laura Clarke, CEO de la organización ClientEarth, este informe deja claro que es muy probable que el mundo supere el límite de 1,5° Celsius, generando un territorio peligroso de puntos de inflexión, calentamiento global acelerado, extinciones masivas y eventos meteorológicos cada vez más peligrosos relacionados con el clima.

“Necesitamos aumentar la urgencia y la acción en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y la clave para eso es alejarnos de los combustibles fósiles. Los litigios climáticos están en aumento para garantizar que los gobiernos, las empresas y otros se descarbonicen rápidamente, no solo en interés de la supervivencia humana, sino para su propio beneficio, viabilidad y sostenibilidad a largo plazo”, anota.

Algunas recomendaciones

Todavía hay un planeta resiliente y habitable, pero se deberán adoptar en esta década las medidas necesarias, pues si se retrasa la acción, las pérdidas y los daños aumentarán. “Sin acciones de mitigación urgentes y significativas y acciones de adaptación aceleradas, las pérdidas y los daños seguirán aumentando, particularmente en África, los países menos desarrollados, los pequeños Estados insulares en desarrollo, sobre todo en América Central y del Sur, Asia y el Ártico, y afectarán de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables”, se lee en el documento.

Los investigadores indican que varias acciones de mitigación tendrían beneficios para la salud. Por ejemplo, las reducciones rápidas y sostenidas de las emisiones de metano pueden limitar el calentamiento a corto plazo y mejorar la calidad del aire. También será clave aprovechar el conocimiento local e indígena ayuda a facilitar el desarrollo resiliente al clima.

Nikit Abhyankar, científico sénior de la Universidad de California, asegura que para limitar el aumento de la temperatura a 1,5º Celsius o 2º Celsius, “el mundo necesita reducir urgentemente sus emisiones de gases de efecto invernadero a casi cero para 2050 (...) Tecnologías como la de captura de carbono (CAC) serían importantes para mitigar las últimas emisiones del 5-10% del sector de la energía que no se pueden lograr con otras tecnologías de manera rentable”.

Estas tecnologías de energía neta de cero CO₂ se caracterizan por una reducción sustancial en el uso general de combustibles fósiles o su uso mínimo. Pueden ser sistemas de electricidad que no emiten CO₂ neto; electrificación generalizada; portadores de energía alternativas en aplicaciones que son más difíciles de electrificar; conservación y eficiencia energética; y una mayor integración en todo el sistema energético.

“La diversificación de la generación de energía (a través de la energía eólica, solar, hidroeléctrica a pequeña escala) y la gestión del lado de la demanda (mejoras del almacenamiento y la eficiencia energética) pueden aumentar la fiabilidad energética y reducir las vulnerabilidades climáticas”, señalan los expertos.

Otra de las recomendaciones gira en torno a la financiación, pues será necesario acelerar los planes en esta década, pero, advierten, si no se planifica cuidadosamente, podría ser perjudicial. Para lograr los objetivos climáticos, tanto la financiación de la adaptación como de la mitigación tendrían que multiplicarse, y, “aunque hay suficiente capital global para cerrar las brechas de inversión global, todavía existen barreras para redirigir el capital a la acción climática”, comentan los investigadores.

Por último, recomiendan un uso responsable de la tierra, pues la conservación, protección y restauración de los ecosistemas terrestres, de agua dulce, costeros y oceánicos; y la gestión específica para adaptarse a los impactos inevitables del cambio climático, reduce la vulnerabilidad de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos al cambio climático.

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