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La “ciudad perdida” en Tolima

Muy cerca de Mariquita, está Falan, que comenzó como un caserío llamado Santana de Lajas, en el siglo XVII. Su historia recuerda los pasos de José Celestino Mutis y de Alexander von Humboldt.

Lisbeth Fog
27 de enero de 2024 - 04:34 p. m.
Imagen de la "ciudad perdida" en Tolima.
Imagen de la "ciudad perdida" en Tolima.
Foto: Llisbeth Fog
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Yo no sé ustedes, pero yo no sabía que Alexander von Humboldt y José Celestino Mutis también hicieron trabajos muy profesionales en mineralogía y geología. Y lo descubrí en ¡mis vacaciones! Me encantan las vacaciones en sitios nuevos, donde uno aprende mil cosas.

Pues este viaje fue a la Ciudad Perdida de Falan. ¿Habían oído hablar de ella? Está muy cerca de Mariquita, empezando a trepar la cordillera central, en el departamento del Tolima, a un lado de la población de Falan, que comenzó como un caserío llamado Santana de Lajas, por allá en el siglo XVII. Españoles e ingleses explotaron allí minas de oro y plata, cuyas ruinas van rodeando un sendero que se recorre en unas tres horas en esta que también es una reserva forestal.

De hecho, la idea era recorrer un sendero plagado de animales y plantas. Lo que si sabíamos era que el visitante tenía el reto de buscar la rana punta de flecha, pequeñita y venenosa, negra con luminosas rayas amarillas. El guía, Cristian Martínez, las descubría fácilmente, y nos las mostraba, mientras contaba la historia de esta ciudad perdida que, dice, descubrió el periodista Roberto Tovar hace unas décadas. Acompañada de hijos y sobrinos, en cada uno de nuestros pasos se asomaba una nueva sorpresa.

Los micos que andaban en manadas por las ramas de los centenarios árboles, las cascadas de la quebrada Morales, los resbaladizos puentes de guadua, la exuberante vegetación y entre ella, la rosa de monte, que nos dejó paralizados por sus ramos de flores entre anaranjadas y rojas, una explosión de largos estambres brillantes que salen como estrellas de una base de pétalos del mismo color y que antes de florecer son unos bulbos pegados al tallo del árbol por donde caminan hormigas también maravilladas con esta mágica flor. “La forma en que las flores se abren para saludar al nuevo sol”, dice Wade Davis en su reciente libro Magdalena, que coincidencialmente llevé como lectura de vacaciones.

Davis destaca cuando Humboldt le contaba a Mutis sobre la naturaleza de las piedras y que en su visita a esta región, al encuentro con los nativos, “se quejaban de que los mineros perturbaban el descanso de sus muertos en su afán por buscar oro”. Y cita a Humboldt cuando escribió sobre las minas de Mariquita: “La búsqueda de oro es una enfermedad europea que linda con el delirio”. Dice un letrero de esta ciudad perdida que Humboldt estuvo en las minas en 1801. (Lea “Colombia es un anfitrión perfecto para la cumbre global de biodiversidad de 2024″)

No solo me quedé con las historias de Cristian y las de Wade Davis, sino que al terminar el descanso de fin de año, ya en casa, quise leer más sobre Falan, sobre minería en los siglos XVIII y XIX y a corroborar el interés de Mutis y de Humboldt por lo que en ese momento se llamaba geognosia —la ciencia que trata de la tierra sólida como un conjunto— y la orictognosia, que se refiere al estudio de fósiles y minerales, predecesoras de la geología y la mineralogía, según me confirmó el geólogo de la Universidad del Norte, Felipe Lamus.

Pero bueno, más sorprendente fue enterarme de que el sabio Mutis, el sacerdote, médico, botánico, geógrafo y matemático, también había sido minerólogo y que caminaba por esos mismos senderos, cuando supervisó las explotaciones mineras del Nuevo Reino, entre ellas las minas de plata de Mariquita. “Mutis”, dice el microbiólogo y polifacético profesor Alberto Gómez en su obra Humboldtiana Neogranadina, todo un experto en Humboldt, “fue socio, además, en una empresa dedicada a la explotación minera en compañía entre otros, de Juan José D’Elhúyar”, un químico español que llegó al Nuevo Reino de Granada con el encargo de trabajar en el beneficio de los metales por fundición. “En el Real de Minas, ubicado en Santa Ana (hoy Falan, departamento del Tolima), permaneció varios años dirigiendo los trabajos de minería y el tratamiento de los minerales extraídos, y en la capacitación del personal”, continúa Gómez sobre D’Elhúyar. (Lea Declaran una nueva área protegida en Chocó de más de 30.000 hectáreas)

Volviendo al recorrido por los senderos de la ciudad perdida de Falan, no solamente nos llamaron la atención las ruinas de las bodegas Alexander von Humboldt donde almacenaban el oro y la plata, cuyos muros aún permanecen, construidos a partir de rocas pegadas con una mezcla de arcilla, estiércol de las bestias que se encargaban de sacar los minerales hasta el río Magdalena rumbo al Caribe y de allí a Europa, y sangre de los esclavos trabajadores que fueron indígenas, pero también negros provenientes de África. Eso nos contaba Cristian y, a medida que lo hacía, nos íbamos separando de las estructuras donde nos habíamos recostado para descansar, un poco por pudor y por respeto a toda la historia de explotación, no solo de minerales, sino de seres humanos.

Recorrimos algunos de los túneles, el Bonpland, el Roberto Tovar, el Diego Fallon. Dicen que unos de ellos conectan con la Casa de la Moneda de Mariquita. ¿Mito o realidad? En el plano de los túneles de la Real Mina de Santa Ana, —que también se puede apreciar en el recorrido— no queda muy claro.

Lo cierto es que Colombia nos sorprende. Y su historia está en cada rincón de nuestra biodiversidad.

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Por Lisbeth Fog

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Al(73439)29 de enero de 2024 - 05:04 p. m.
Para cuando una travesía guiada?? Pago por ese paseo ;-)
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