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Con un día de retraso, finalmente se conoció el documento final con las decisiones tomadas durante la Conferencia sobre Cambio Climático (COP26), que empezó el 31 de octubre y, en teoría, debía terminar ayer viernes 12 de noviembre a las 6 pm de Reino Unido. Aunque los objetivos de esta reunión eran diversos, el más importante era ponerle las reglas de juego al Acuerdo de París que se firmó en el 2015, en la COP21, y que busca que los países hagan todo los posible para que el aumento de la temperatura global no supere los 1,5°C para finales de siglo. (Lea En qué consisten los otros acuerdos y compromisos que se pactaron en la COP26)
Se trató de una Conferencia intricada, ya que una de las cartas que estaba sobre la mesa era cómo lograr que los países con más recursos, y también más responsables de emitir gases de efecto invernadero, pagaran a los países con menos recursos, pero con mayores impactos negativos del cambio climático. Durante las últimas horas de las negociaciones, por ejemplo, se dieron varias conservaciones cercanas entre John Kerry, enviado especial de Estados Unidos, su contraparte de China, Xie Zhenhua, y el presidente de la COP26, el británico Alok Sharma. Y aunque antes de adoptarlo la mayoría de países dijeron que se trataba de un acuerdo imperfecto, lograron un acuerdo final. (Lea Más de 200 científicos advierten que la Amazonia se acerca a un punto de inflexión)
Acá un resumen de lo decidido en lo que llamaron el “Pacto Climático de Glasgow”.
¿Qué pasó con la meta de 1.5°C?
Se trata del punto más importante. Aunque hace seis años, con el Acuerdo de París, el objetivo era “limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C, preferiblemente a 1,5°C, en comparación con los niveles preindustriales”. Pero algunos países negociadores, así como la sociedad civil y la ciencia, ahora indican que 1,5°C debe ser el techo máximo. La petición en las calles, de hecho, era “mantener el 1,5°C vivo”.
El documento final, “reafirma” la decisión del Acuerdo de Paris, “reconoce” que los impactos del cambio climático serán menores si el aumento de la temperatura se limita a 1.5°C y “decide” que los esfuerzos deben enfocarse en limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C.
Mientras la mayoría de países expresaron que con el Pacto de Glasgow se mantiene la meta de 1,5°C viva, Jennifer Morgan, directora de Greenpeace, se unió a otras voces activistas al afirmar que “apenas se mantiene el 1.5°C vivo”.
Sobre mitigación (o reducir más pronto las emisiones)
Lograr limitar el aumento de la temperatura implica reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso, durante el Acuerdo de París se definió que todos los países debían notificar ante la ONU, cada cinco años, qué porcentaje de emisiones estaban dispuestos y comprometidos a reducir. Esto bajo la regla que la meta debía ser más ambiciosa en cada período. Colombia, por ejemplo, habló de reducir el 20% de sus emisiones en el 2015 y, el año pasado, aumento este objetivo a reducir el 51% de sus emisiones para 2030.
¿El problema? Que si suman todos los compromisos de los países, incluyendo los que se hicieron durante las últimas dos semanas, en la COP26, aún estaríamos lejos de mantenernos en la ventana del 1,5°C. El martes pasado, la organización Climate Action Tracker, una de los que hace los análisis más detallados sobre estos compromisos, publicó un informe en el que advertía que la ruta que se estaba tomando nos mantenía en un aumento de 2.4°C, lo que causó cierta revolución en las conversaciones.
Tras el lanzamiento del informe, Tina Stege, enviada del clima de las Islas Marshall, una zona que podría desaparecer potencialmente con el aumento del nivel del mar, explicó que solicitaría a los países que revisaran sus compromisos y los alinearan con la meta de 1.5°C el próximo año (y no hasta el 2025, como se supone que debería ser). Lo que quedó en el documento final al respecto habría escuchado esta propuesta, pues se “solicita” a los países a que fortalezcan sus metas a 2030 y las revisen, para finales de 2022, para poderlas alinear con la ventana de 1.5°C.
Además, “invita” a los países a que consideren acciones adicionales para reducir las emisiones que no están relacionadas al dióxido de carbono, como el metano.
Una frase simbólica sobre los combustibles fósiles (que fue debilitada por India)
Con la publicación del primer borrador los expertos celebraron una cosa que no había sucedido nunca. Que un documento relacionado con el Acuerdo de París usara por vez primera las palabras “eliminación del carbón” y “eliminación a los subsidios a los combustibles fósiles”.
Sin embargo, el lenguaje fue cambiando de versión a versión y en el documento final se hizo más débil. El último y tercer borrador, que estaban a punto de aprobar todos los países, decía reducir progresivamente el carbón (phasing out), pero India intervino a último minuto y terminó ganando con su propuesta de cambiar el lenguaje para que dijera reducir gradualmente el carbón (phase down).
A los esfuerzos para la eliminación del carbón, aunque diluidos, también se le sumó la mención a una transición hacia sistemas energéticos de bajas emisiones.
¿Quién va a poner la plata por la acción climática?
Uno de los temas espinosos de la COP26, y lo que según algunos negociadores tenía obstaculizado avanzar con las decisiones, era la plata. ¿Quién paga para que los países puedan cumplir tantas promesas? Desde el 2009, y luego en el 2015, con el Acuerdo de París, quedó establecido que los países “desarrollados”- o los más ricos y más responsables de las emisiones- , debían movilizar 100 mil millones de dólares para que los países “en desarrollo” – o los más pobres y menos responsables – pudieran actuar contra el cambio climático. La promesa nunca se cumplió y los escenarios de negociación se volvieron una especie de campo de batalla sobre este tema.
Sobre este monto el documento dice, específicamente, cuatro cosas. “Enfatiza” en que se deben movilizar estos recursos y “nota con pesar profundo” que la meta no se haya logrado, pero “celebra” el Plan de Ejecución de Financiación Climática. Se trata de una especie de plan de emergencia que presentaron los gobiernos de Alemania, Canadá y Reino Unido y que busca ser una hoja de ruta para que esa plata finalmente sí salga de los bolsillos.
Además, “insta” a los países desarrollados a que dupliquen los recursos que van a proyectos o programas de adaptación de los países en desarrollo, ya que, históricamente, la mayoría de plata va para mitigación. Lograr este balance en el financiamiento de ambas cosas – adaptación y mitigación – era uno de los puntos que estaba buscando Colombia.
Daños y pérdidas: lo que más se pidió en los corredores (pero no pasó)
En la jerga del cambio climático hay dos palabras frecuentes: mitigación (o reducir la emisión de gases) y adaptación (algo similar a cómo planear nuestras vidas, transportes, campos y ciudades para que el cambio climático no nos dé tan duro). Pero hay otra palabra clave, y mucho más ignorada: perdidas y daños, que se usa para describir lo que sucede cuando ni la mitigación ni la adaptación se dieron a tiempo y el cambio climático ya causó estragos.
Se trata de un impacto reconocido en el mismo Acuerdo de París, pero lo que se estaba debatiendo en las negociaciones era que alguien pagara por esos daños y pérdidas (la lógica, claro, apuntaría a que deberían ser los más responsables de las emisiones).
Los países “en desarrollo” habían puesto sobre la mesa una propuesta clave: crear un fondo que, básicamente, pudiera reparar a los países victimas del cambio climático, pero la propuesta no superó las conversaciones. Esto, pese a que la noche antes de que se tomara la decisión final de la COP26, y quizá buscando seducir a los negociadores, un grupo de varias organizaciones filantrópicas dijo que, si el fondo se creaba, ellos ponían de una vez una cuota inicial de 3 millones de dólares.
Durante las plenarias informales varios países en desarrollo, así como islas del pacífico, señalaron que no tener apoyo financiero para pérdidas y daños era uno de los puntos que más les incomodaba del texto final. Sin embargo, países como Estados Unidos dijeron que en próximas ocasiones. Una promesa no explícita es que este tema se aborde mejor en la COP27, el siguiente año.
*Enviada especial a Glasgow, Escocia. Esta historia fue producida como parte del 2021 Climate Change Media Partnership, una beca de periodismo organizada por Internews’ Earth Journalism Network y Stanley Center for Peace and Security.