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Este es el análisis de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en su informe anual dedicado al carbón publicado este viernes constata que el futuro de este combustible fósil -el que genera de lejos el mayor volumen de emisiones de efecto invernadero– dependerá de forma cada vez más abrumadora de Asia.
“El COVID-19 ha trastocado completamente los mercados mundiales del carbón”, destaca el director de Mercados Energéticos en la AIE, Keisuke Sadamori.
Bajada del consumo en 2019
En 2019 el consumo ya había disminuido un 1,8 % a 7.627 millones de toneladas porque la progresión de la generación electricidad se había ralentizado de forma significativa (se quedó en el 1 %) y porque el hundimiento de los precios del gas (hasta un 30 % en un año) hizo que esta energía fuera mucho más competitiva para la generación eléctrica.
Con esos antecedentes, la agencia esperaba un ligero repunte del consumo de carbón este ejercicio, pero con la irrupción de la pandemia esas previsiones quedaron totalmente caducas.
En dos años, la demanda se va a reducir en un 7 %, el equivalente de unos 500 millones de toneladas.
El hundimiento de 2020, sin precedentes en tres cuartos de siglo, aún sería más profundo si no se estuviera produciendo en la segunda mitad del año la espectacular recuperación económica de China, que es, con mucha diferencia, el país que más carbón quema en el mundo, más de la mitad. En China, el retroceso del carbón este ejercicio se va a limitar al 0,5 %.
En 2021 aumentará la demanda
En 2021 la recuperación económica debe ser general en todo el mundo y propiciará un incremento de la generación de electricidad y de la producción industrial. La AIE calcula que la demanda de carbón subirá un 2,6 %, de la mano una vez más de China, pero también de India y de otros países del sudeste asiático.
El consumo en esa parte del continente asiático compensará el descenso en Europa y en Estados Unidos, donde la tendencia estructural a la baja será algo menos pronunciada por el repunte de la producción de electricidad y el encarecimiento del precio del gas.
Hay que tener en cuenta que Europa y Estados Unidos, que suponían un 37 % de la demanda global de carbón en 2000, ya solo representan ahora un 10 % y con toda seguridad esa proporción va a disminuir todavía más en los próximos años allí. Lo que significa que su evolución futura tendrá relativamente poca trascendencia global.
Por el contrario, China e India acaparan en la actualidad el 65 % de la demanda mundial, y si se les añade Japón, Corea del Sur, Taiwán y el sudeste asiático, ese porcentaje sube hasta el 75 %.
Los autores del informe estiman que para 2025 el mundo quemará unos 7.400 millones de toneladas, lo que de confirmarse significaría que al menos en ese horizonte no se va a superar el techo histórico de 2013, cuando se llegó a 8.000 millones de toneladas.
El tirón de las renovables
Una de las principales razones es el tirón de las renovables, que pasarán a ser para entonces la principal fuente de generación eléctrica.
La irrupción del COVID-19 ha trastocado igualmente el comercio internacional del carbón, que había marcado su techo en 2019 con 1.445 millones de toneladas (un 19 % del consumo total), un 0,8 % más que el ejercicio precedente.
En 2020 esos intercambios van a sufrir un descalabro del 10 %, de unos 150 millones de toneladas, y los principales perdedores van a ser los mayores exportadores: Indonesia (-51 millones de toneladas, -18 %) y Australia (-30 millones de toneladas, -8 %).
En cuanto a los importadores, destaca el caso de India, que va a comprar 41 millones de toneladas menos.