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La economía circular de los plásticos no resolverá el problema de la contaminación

Iniciativas de ley y regulaciones a lo largo del planeta buscan “avanzar hacia la economía circular” y, aun así, no definen de forma clara esta ruta, cómo se podría implementar considerando a las personas, y, lo más urgente, cómo hacerlo sin generar riesgos y problemas mayores.

Alberto Quesada*
13 de julio de 2023 - 10:14 p. m.
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Foto: Diego Peña Pinilla
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Nuestra región, y el mundo entero, se cuestiona sobre cómo avanzar hacia la “economía circular” y, sin embargo, es un concepto que no ha tenido la suficiente conversación ni se ha definido precisamente.

Ante la crisis ambiental de la contaminación por plásticos y, en general, ante los peligrosos patrones de producción, consumo y desecho que dominan nuestras sociedades modernas, la economía circular ha sido una atropellada respuesta, y tal vez, la más irresponsable que se ha propuesto, en especial por industrias, empresas, políticos y algunos activistas que, mucho más o menos, se incomodan con un cambio de paradigma y pretenden garantizar el estado actual de las cosas.

Para este punto, son 500 millones de toneladas de materiales plásticos producidas al año, y con muchísimo esfuerzo y serios peligros para las personas, solo el 9 % ha alcanzado a ser reciclado una vez, para luego continuar a su inevitable destino: un botadero, un bosque o los mares o nuestros propios cuerpos.

La economía circular ha sido también la respuesta legislativa más común. Iniciativas de ley y regulaciones a lo largo del planeta buscan “avanzar hacia la economía circular” y, aun así, no definen de forma clara esta ruta, cómo se podría implementar considerando a las personas, y, lo más urgente, cómo hacerlo sin generar riesgos y problemas mayores que los que vendría a resolver según sus defensores.

Sí, la economía circular parece ser la nueva forma de promover “el reciclaje” de los plásticos. Es la palabra fina, estilizada, con la que se plantea, básicamente, mantener los flujos de producción, consumo y desechos tal y como están, con una tendencia, eso sí, hacia el alta.

La economía circular ignora a las 13.000 sustancias químicas que conforman todos los materiales plásticos, de las cuales, con seguridad científica, se sabe que 3.000 son mortales para la humanidad. La economía circular ignora a las personas que trabajan todo el día con los materiales plásticos y a quienes trabajan con los residuos, en su mayoría personas jóvenes en estado de vulnerabilidad.

Y es que los diferentes estudios científicos confirman que el reciclaje de los materiales plásticos es seriamente imposible, es decir, algo que nunca sería alcanzable en el estado actual. Los materiales plásticos son derivados de la industria petroquímica, son combustibles fósiles hechos “plásticos”, cada botella en sus manos, cada aplicador para oídos, plato desechable o el papelillo del confite, es un combustible fósil, es una fuente enorme de gases de efecto invernadero y causante de la crisis climática que nos apremia como humanidad. Los plásticos alcanzarán pronto el 15% de todo el presupuesto anual de carbono.

Lo que sí confirma la ciencia es que la solución número uno es poner un tope a la producción global de combustibles fósiles, combinada con prohibiciones graduales de todos los plásticos de un solo uso (incluidos los plásticos promocionados como biodegradables) y sistemas de responsabilidad extendida del productor obligatorios para aquellos materiales plásticos esenciales. Estas soluciones se ven reflejadas en las diferentes iniciativas de ley impulsadas desde hace 10 años por la fundación MarViva en Costa Rica, Panamá y Colombia.

La economía circular se trata de cargar toda la responsabilidad en las personas, y quitarla a las empresas productoras, transformadoras de plásticos, sustancias y aditivos químicos; es una forma sutil y efectiva de no ser corresponsables de los enormes daños ambientales, sociales, económicos y a la salud que los materiales plásticos causan. Los plásticos son, hoy, una de las principales amenazas a la estabilidad social, y, en sí mismos, esquemas que violentan los derechos humanos fundamentales, tal como ha informado el alto comisionado de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.

Al cierre de la segunda sesión de negociación hacia un tratado internacional ambiental que busca acabar con la contaminación por plásticos, y a meses de tener un primer borrador del mismo, Fundación MarViva hace un llamado vehemente a las autoridades políticas, a empresas, organizaciones y personas, para trascender al individualismo que nos ha llevado a este punto de quiebre. Estamos poniendo en riesgo las mismas condiciones planetarias que garantizan la supervivencia de la humanidad en la tierra.

Hoy, MarViva convoca a todas las personas a que, juntas y juntos, construyamos soluciones estructurales e integrales, soluciones reales basadas en la ciencia, que lleven a un cambio de paradigma que permita, de una vez por todas, poner fin al problema de la contaminación por plásticos.

*Coordinador Regional de Basura Marina de Fundación MarViva

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Por Alberto Quesada*

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