La historia del primer registro del nacimiento de un águila arpía menor en Colombia
En un registro inédito, habitantes e investigadores de Córdoba dieron a conocer el primer nacimiento de una especie de ave rapaz de la que se conocen pocos individuos en el país. La búsqueda tuvo éxito gracias a que un niño y su abuelo llevaban un tiempo tras el águila cuando conocieron a los investigadores.
A mediados de 2021, un niño de unos 13 años de edad y su abuelo, habitantes de Tierralta (Córdoba), se acercaron a un grupo de personas que tenían un cártel con la foto de un águila. “¿Esa no es la que hemos intentado cazar?”, le preguntó el niño a su abuelo. (Le puede interesar: Fueron a buscar un periquito extinto en Colombia y descubrieron el primer nido de un águila)
Se trataba de una expedición de investigadores y expertos liderada por la Sociedad Ornitológica de Córdoba (SOC), que desde hace varios años están en busca del periquito del Sinú, un ave que se cree extinta.
En sus recorridos por las zonas rurales del departamento, y en alianza con el Proyecto Grandes Rapaces, integraron en su búsqueda a otras especies, como la arpía menor. En julio de 2021, en la vereda Kilómetro 40 de Tierralta, un niño y su abuelo la reconocieron.
La arpía menor es una de las águilas más grandes del mundo, y es tan rara que nunca se había registrado un nacimiento en Colombia. A pesar de que está distribuida desde el sur de México hasta Argentina, sus avistamientos son raros y se conoce muy poco sobre ella. (Le recomendamos: La inquietante situación que muestra el Mapa Mundial del Agua)
También en 2021 se había conocido un estudio, publicado en Journal of Raptor Research, en el que identificaron 21 casos de caza de esta águila entre Colombia y Panamá. Al parecer, este era el caso de Diego Polo, el niño de 13 años, y su abuelo.
Hugo Alejandro Herrera, presidente de la SOC, quien participó en la expedición, cuenta que desde ese momento emprendieron la búsqueda del gigante rapaz en compañía de Diego, con cámaras trampa, binoculares, y el conocimiento de biólogos y expertos.
En enero de 2022, una pareja de arpías que habían identificado unos meses antes anidó en una ceiba, a unos 35 metros de altura. Entonces, se avivó la esperanza por registrar el primer nacimiento de esta especie en Colombia. (También puede leer: Contaminación del suelo es similar en espacios verdes urbanos y en zonas naturales)
Sin embargo, las lluvias en esa época del año se intensificaron, haciendo que el macho no pudiera salir a cazar con la frecuencia necesaria para alimentar a la hembra y garantizar una buena anidada. A los 40 días de estar anidando, como cuenta Herrera, la hembra se dio cuenta de que el huevo se había dañado, por lo que decidió romperlo y tragárselo. La esperanza parecía desvanecerse.
La razón por la que es tan difícil encontrar una arpía, explica Herrera, es que se alimentan de animales grandes, como monos, osos perezosos, entre otros, por lo que necesitan de bosques con altos niveles de conservación.
También, para que se desarrolle una cría y pueda sobrevivir por sus propios medios es necesario el cuidado parental durante dos años. Como no crían con frecuencia, además de que es difícil encontrar a una pareja adulta, es mucho más difícil registrar un nacimiento. (Lea también: Buscan al periquito del Sinú, un ave que no se ha visto en más de 70 años)
Durante todo el 2022, y con la ayuda de implementos suministrados por la Sociedad Ornitológica de Córdoba y el Proyecto Grandes Rapaces, con la financiación de Minnesota Foundation, Diego Polo hizo el monitoreo de la pareja. Como él, su familia y la comunidad en la que vive pasaron de ser cazadores de la arpía menor a hacer pedagogía sobre la importancia de su conservación.
En diciembre, alertaron sobre la posibilidad de que nuevamente estuvieran anidando, pero esta vez en otra ceiba, a unos 38 metros de altura. “Seguramente cambiaron de árbol ante el fracaso de la anidada anterior”, explica Herrera.
Esta vez, el clima favoreció a la arpía menor, el macho pudo salir a cazar, y el huevo se desarrolló en buenas condiciones. Durante la Semana Santa, Hugo Herrera fue informado acerca del nacimiento. (También puede leer: El aumento de la minería ilegal amenaza a un pueblo del Amazonas en aislamiento)
“Nos tomó por sorpresa y no pudimos ubicar las cámaras trampa”, cuenta. Por eso, en las imágenes que se conocen hasta el momento apenas se logra ver a la cría en el nido.
Como aseguran desde la Sociedad Ornitológica, la felicidad es muy grande y todo lo que se investigue de ahora en adelante será todo un acontecimiento, pues nunca había ocurrido esto en Colombia.
Además, explica Herrera, puede ser una oportunidad para generar conciencia acerca de las problemáticas que podrían estar atentando contra la conservación de esta especie, como la tala ilegal, la pérdida de los bosques que hacen parte de su cacería, y la caza ilegal.
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A mediados de 2021, un niño de unos 13 años de edad y su abuelo, habitantes de Tierralta (Córdoba), se acercaron a un grupo de personas que tenían un cártel con la foto de un águila. “¿Esa no es la que hemos intentado cazar?”, le preguntó el niño a su abuelo. (Le puede interesar: Fueron a buscar un periquito extinto en Colombia y descubrieron el primer nido de un águila)
Se trataba de una expedición de investigadores y expertos liderada por la Sociedad Ornitológica de Córdoba (SOC), que desde hace varios años están en busca del periquito del Sinú, un ave que se cree extinta.
En sus recorridos por las zonas rurales del departamento, y en alianza con el Proyecto Grandes Rapaces, integraron en su búsqueda a otras especies, como la arpía menor. En julio de 2021, en la vereda Kilómetro 40 de Tierralta, un niño y su abuelo la reconocieron.
La arpía menor es una de las águilas más grandes del mundo, y es tan rara que nunca se había registrado un nacimiento en Colombia. A pesar de que está distribuida desde el sur de México hasta Argentina, sus avistamientos son raros y se conoce muy poco sobre ella. (Le recomendamos: La inquietante situación que muestra el Mapa Mundial del Agua)
También en 2021 se había conocido un estudio, publicado en Journal of Raptor Research, en el que identificaron 21 casos de caza de esta águila entre Colombia y Panamá. Al parecer, este era el caso de Diego Polo, el niño de 13 años, y su abuelo.
Hugo Alejandro Herrera, presidente de la SOC, quien participó en la expedición, cuenta que desde ese momento emprendieron la búsqueda del gigante rapaz en compañía de Diego, con cámaras trampa, binoculares, y el conocimiento de biólogos y expertos.
En enero de 2022, una pareja de arpías que habían identificado unos meses antes anidó en una ceiba, a unos 35 metros de altura. Entonces, se avivó la esperanza por registrar el primer nacimiento de esta especie en Colombia. (También puede leer: Contaminación del suelo es similar en espacios verdes urbanos y en zonas naturales)
Sin embargo, las lluvias en esa época del año se intensificaron, haciendo que el macho no pudiera salir a cazar con la frecuencia necesaria para alimentar a la hembra y garantizar una buena anidada. A los 40 días de estar anidando, como cuenta Herrera, la hembra se dio cuenta de que el huevo se había dañado, por lo que decidió romperlo y tragárselo. La esperanza parecía desvanecerse.
La razón por la que es tan difícil encontrar una arpía, explica Herrera, es que se alimentan de animales grandes, como monos, osos perezosos, entre otros, por lo que necesitan de bosques con altos niveles de conservación.
También, para que se desarrolle una cría y pueda sobrevivir por sus propios medios es necesario el cuidado parental durante dos años. Como no crían con frecuencia, además de que es difícil encontrar a una pareja adulta, es mucho más difícil registrar un nacimiento. (Lea también: Buscan al periquito del Sinú, un ave que no se ha visto en más de 70 años)
Durante todo el 2022, y con la ayuda de implementos suministrados por la Sociedad Ornitológica de Córdoba y el Proyecto Grandes Rapaces, con la financiación de Minnesota Foundation, Diego Polo hizo el monitoreo de la pareja. Como él, su familia y la comunidad en la que vive pasaron de ser cazadores de la arpía menor a hacer pedagogía sobre la importancia de su conservación.
En diciembre, alertaron sobre la posibilidad de que nuevamente estuvieran anidando, pero esta vez en otra ceiba, a unos 38 metros de altura. “Seguramente cambiaron de árbol ante el fracaso de la anidada anterior”, explica Herrera.
Esta vez, el clima favoreció a la arpía menor, el macho pudo salir a cazar, y el huevo se desarrolló en buenas condiciones. Durante la Semana Santa, Hugo Herrera fue informado acerca del nacimiento. (También puede leer: El aumento de la minería ilegal amenaza a un pueblo del Amazonas en aislamiento)
“Nos tomó por sorpresa y no pudimos ubicar las cámaras trampa”, cuenta. Por eso, en las imágenes que se conocen hasta el momento apenas se logra ver a la cría en el nido.
Como aseguran desde la Sociedad Ornitológica, la felicidad es muy grande y todo lo que se investigue de ahora en adelante será todo un acontecimiento, pues nunca había ocurrido esto en Colombia.
Además, explica Herrera, puede ser una oportunidad para generar conciencia acerca de las problemáticas que podrían estar atentando contra la conservación de esta especie, como la tala ilegal, la pérdida de los bosques que hacen parte de su cacería, y la caza ilegal.
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