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Hace 66 millones de años un asteroide acabó con un poco más del 75% de la población de seres vivos que habitan en ese entonces el planeta. Esta historia se hizo conocida, además, porque llevó a la extinción de los dinosaurios. Sin embargo, uno de los enigmas que ha rondado esta situación ha sido el de las plantas. (Lea: ‘Garumbatitan’, la nueva especie de dinosaurio gigante recién descubierta)
A pesar de que han pasado muchos años, en el mundo científico todavía perdura un debate y es el de cómo la extinción del Cretácico-Paleógeno (K-Pg) afectó la vida vegetal en la tierra, principalmente en las plantas. Esto se debe a que, en parte, los estudios globales del registro fósil han demostrado que ninguna familia de plantas importante se extinguió.
Sin embargo, un nuevo análisis de datos fósiles apunta a otro resultado. Un grupo de investigadores concluyó que este asteroide sí ocasionó una verdadera extinción en la vida vegetal de la Tierra, que alcanzó al 50 % de las especies.
Llegaron a esta conclusión a partir de nuevos fósiles de Colombia, Argentina y Estados Unidos, los cuales proporcionaron un rango geográfico más amplio para estudiar la gravedad, los efectos en el ecosistema y el legado del evento en la vida vegetal.
Peter Wilf, profesor de geociencias en la Universidad Estatal de Pensilvania y autor principal del estudio, resaltó en un comunicado que ha “habido una tendencia en la literatura a decir que tal vez este evento fue malo para los dinosaurios y mucha vida marina, pero estuvo bien para las plantas porque los grupos principales sobrevivieron”.
Para el geocientífico, comprender lo que sucedió con las plantas antiguas durante la extinción requiere colecciones adecuadas de plantas fósiles. Sin embargo, estaban limitados a los efectos de este meteorito basados en unas pocas colecciones de áreas en los Estados Unidos. Por eso, fueron determinantes los datos encontrados en Colombia, Argentina y Estados Unidos. (Puede leer: Salvar al manatí, una idea que unió a empresarios, campesinos, científicos y Estado)
Wilf destacó que “se necesita un muestreo realmente sólido y saber dónde están las rocas con fósiles de plantas”, pues añadió que “las diferencias en el ADN entre las plantas vivas no nos dirán nada sobre las extinciones de especies en tiempos profundos. Necesitas fósiles de plantas del antes y del después. Necesitas capas de roca que muestren la extinción. Y cuantos más indicadores tengas, más completa será tu historia”.
Con esta información como punto de partida, los investigadores revisaron datos fósiles emergentes de Dakota del Norte, Colorado y Nuevo México en los Estados Unidos y de Colombia y Argentina. En los datos publicados en la revista Cambridge Prisms: Extinction, destacaron que encontraron que había una pérdida significativa de especies de plantas, superior al 50% en cada sitio.
Pero, ¿por qué no se tenía claro la afectación de este meteorito en las especies de plantas? La respuesta que tiene el geocientífico es que, por ejemplo, en el caso de los dinosaurios eran menos diversos y abundantes que las plantas y, por lo tanto, era mucho más fácil exterminar a casi todas las categorías principales de ellos.
En el caso de las plantas, agregó, “estas extinciones de especies fueron reales y muy significativas. En cada lugar que miramos donde se conserva el registro, hubo enormes pérdidas de especies de plantas, seguidas de una sorprendente serie de eventos evolutivos que hicieron de nuestro mundo moderno lo que es”.
A lo que se refiere Wilf es a que en el estudio encontraron que esta extinción marcó el comienzo del surgimiento y el dominio de las plantas con flores y ayudó a establecer las selvas tropicales del planeta que albergan la mayor parte de su biodiversidad. (Le puede interesar: Registran la muerte de más de 100 delfines en el Amazonas)
Uno de esos ejemplos lo explicó Mónica R. Carvalho, profesora asistente de la Universidad de Michigan y coautora del estudio : “los fósiles muestran que los bosques tropicales posteriores a la extinción eran profundamente diferentes de sus predecesores en composición, estructura y ecología”.
En otras palabras, los investigadores encontraron que, en los lugares estudiados, el evento de extinción tuvo un impacto transformador en la vida vegetal y los ecosistemas terrestres.
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