La paradoja de necesitar 1.200 millones de hectáreas de tierra para cumplir las metas climáticas
A pocos días de que empiece la COP27, un grupo de investigadores de varios países presenta hoy un informe en el que muestra que muchos países tienen metas poco realistas para cumplir sus objetivos, que se basan más en sembrar árboles que en reducir las emisiones. ¿Por qué puede ser problemático?
Luego de que se pactaran las metas del Acuerdo de París, suscrito a finales de 2015 durante la cumbre de cambio climático, los países firmantes empezaron a presentar las hojas de ruta para cumplir con aquellos objetivos, entre los que se encontraba evitar que la temperatura global no superara los 2 grados Celsius. Hoy, a pocos días de que empiece un nuevo encuentro, un grupo de investigadores les puso la lupa a esas promesas que han hecho los gobiernos y se llevó una sorpresa.
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Luego de que se pactaran las metas del Acuerdo de París, suscrito a finales de 2015 durante la cumbre de cambio climático, los países firmantes empezaron a presentar las hojas de ruta para cumplir con aquellos objetivos, entre los que se encontraba evitar que la temperatura global no superara los 2 grados Celsius. Hoy, a pocos días de que empiece un nuevo encuentro, un grupo de investigadores les puso la lupa a esas promesas que han hecho los gobiernos y se llevó una sorpresa.
Reunidos por el Melbourne Climate Futures, el equipo de investigación climática de la Universidad de Melbourne (Australia), este grupo de 20 científicos de varios países trató de calcular el número de hectáreas de tierra que se requieren para cumplir las promesas expresadas en los planes climáticos oficiales. Ahorrándonos los detalles técnicos, aseguran que se necesitarían 1.200 millones de hectáreas, es decir, una extensión tan grande como Estados Unidos. Se trata de un área que se destinaría para estrategias que permitan capturar carbono, como plantar árboles. (También puede leer: Crisis energética de 2022, un momento histórico para cambiar el rumbo del planeta)
Pero, aunque es un camino que suelen promocionar y privilegiar los gobiernos, para este grupo de investigadores esconde varios problemas. El principal es que, como dice Kate Dooley, autora principal del informe que lleva por nombre “The Land Gap Report”, muestra que los gobiernos tienen una suerte de dependencia por ese tipo de estrategias, pero olvidan que deben sumar esfuerzos para reducir las emisiones que generan los combustibles fósiles o los sistemas alimentarios.
“Claramente, los países están sobrecargando las promesas basadas en la tierra para evitar el arduo trabajo de reducir marcadamente las emisiones provenientes de combustibles fósiles, descarbonizar los sistemas alimentarios y detener la destrucción de bosques y otros ecosistemas”, dice. Para destinar un área de tierra equivalente a la mitad del área de nuestras tierras empleadas en cultivos o para plantar árboles simplemente no funcionará, añade la investigadora, “especialmente cuando existen pruebas que demuestran la fragilidad del plantado de árboles ante el empeoramiento de impactos climáticos, como incendios y sequías”.
Entre los datos que hallaron al analizar 167 planes oficiales, condensados en los llamados NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional), encontraron que solo 551 millones de hectáreas están destinadas a restaurar tierras degradadas y bosques primarios, los cuales son fundamentales, pues almacenan carbono y regulan las lluvias y las temperaturas locales. Además, advierten en un comunicado, son refugio de especies de animales y de plantas, y que son cruciales para muchas comunidades indígenas.
De hecho, una de sus principales recomendaciones para corregir las promesas de los países es sumar esfuerzos y enfocarse en proteger y restaurar bosques. “Proteger los ya existentes debería ser la principal prioridad. Los bosques ya eliminan un tercio de las emisiones de carbono añadidas a la atmósfera cada año”, asegura el grupo del Melbourne Climate Futures. (Le puede interesar: “Con la victoria de Lula queremos consolidar un bloque amazónico en la COP27″)
Heather Keith, coautora del informe y docente en la Universidad de Radford, cuenta que “los bosques primarios son más eficaces que las plantaciones para almacenar carbono, lo que los convierte en la mejor opción para desacelerar el cambio climático global”.
Otro punto problemático que detectaron los investigadores tiene que ver con la falta de comprensión que parece haber en algunos planes sobre los árboles que capturan carbono. “Los países suponen que plantar cualquier tipo de árboles compensa las emisiones provenientes de combustibles fósiles o la destrucción de árboles primarios”, explican en el estudio. Eso, explican, tiene un gran inconveniente: “Ignoran los principios científicos y ecológicos: el carbono presente en los combustibles fósiles no es igual al carbono presente en los bosques antiguos y otros ecosistemas con densidad carbónica”.
Como detalla Dooley, quien también es investigadora de la U. de Melbourne, algo clave es entender y comprender cuidadosamente con qué objetivo se va a emplear cada hectárea de tierra, pues hay estrategias que pueden significar serios aprietos. Un buen ejemplo es uno de los caminos que eligió Australia, que privilegia plantaciones para almacenamiento de carbono (BECCS, bioenergía con captura), una técnica que, se lee en el estudio, es “extremadamente controvertida para la eliminación de carbono”.
En el caso colombiano, según el informe, identificaron que el país busca “incrementar la inversión para la implementación de la agroforestería y medidas agroecológicas”, pero, a sus ojos, brinda poca información sobre lo que consideran orgánico, sostenible o agroecológico y cuáles son las medidas que emplearán para conseguirlo.
Otras recomendaciones cruciales
En el documento los científicos hicieron otras recomendaciones para mejorar las rutas que se trazaron los países. Una de las más destacadas es salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas. ¿La razón? “Cuando los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen derechos a la tierra seguros, son muchísimo mejores que gobiernos y grandes terratenientes para prevenir la desforestación, conservar la biodiversidad y producir alimentos en forma sostenible”, aseguran.
Para el equipo, otra medida crucial tiene que ver con transformar los sistemas de producción agroalimentaria no sostenibles. “Dado que el sistema alimentario representa más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, transformar nuestro abordaje a la producción, la distribución y el consumo de alimentos es fundamental para lograr los objetivos climáticos en torno a la tierra”, apuntan. (Le puede interesar: Minambiente quiere que plata del impuesto al carbono sea para restaurar ecosistemas)
Una de las tácticas que, a su parecer, puede contribuir a este propósito es implementar una gestión agrícola que use la tierra en modo más sostenible y basado en sistemas biológicamente diversos, como la agroecología.
Otro punto crucial para tratar de cumplir los objetivos trazados en el Acuerdo de París está relacionado con las promesas que han hecho las empresas. “Varios estudios han mostrado que las promesas corporativas también tienen una dependencia de la tierra poco realista para la concreción de objetivos climáticos. Una reciente investigación de Oxfam descubrió que las pretensiones de carbono cero de Total Energies, Shell, Eni y BP por sí solas requerirían 70 millones de hectáreas de tierra para el 2050”, puntualizan.