Pólvora en diciembre, una pesadilla hasta para las aves
Pese a las restricciones, es usual que en diciembre muchos municipios quemen juegos pirotécnicos. Pero hacerlo puede afectar gravemente a la fauna silvestre.
El 1° de diciembre, Jerson Cuéllar Sáenz publicó en Twitter la imagen de una lora. Se llamaba Luna y vivía en el santuario La Voz de Goyo, que queda en el municipio de Fredonia (Antioquia). Tenía 16 años, pero falleció la noche anterior. El motivo, al parecer, había sido la popular alborada que se celebra en el departamento para recibir el último mes del año. Pese a las restricciones que había en varios municipios, se oyeron juegos pirotécnicos, cohetes y volcanes. (Le sugerimos: Acaba de empezar diciembre y en Colombia ya hay 19 afectados por pólvora)
El tuit de Cuéllar, que está a punto de graduarse de veterinario de la Universidad Nacional, fue replicado por más de 1.600 personas. Otras 3.600 reaccionaron. Un día antes la cuenta del Parque Explora, muy popular entre los antioqueños por su labor de divulgación de ciencia, también les había pedido un favor a quienes se suman a manipular estos artefactos en diciembre: “¡Pum! significa infartos, terror y abandono de los nidos y de sus crías, huidas sin regreso, vuelos interminables para buscar refugio, no encontrarlo, y luego emplumado latido derrotado, caer y morir exhausto. ¿Qué se celebra si mueren tantos inocentes?”.“Esta vez no. No lo hagas. La catástrofe de los animales es también la tuya. Piensa que eres un ave, duermes y algo estalla, y enciende súbitamente el cielo”, se leía en otro trino.
Las inquietudes por los efectos que tiene la pólvora en la fauna han crecido con el paso de los años. Además de las consecuencias que puede causar a los humanos (ya van 30 afectados por su manipulación en Colombia, según el Instituto Nacional de Salud), los animales, al parecer sufren con estas jornadas de estallidos y luces. Aunque los ejemplos de mascotas temblando suelen ser populares en redes sociales, poco a poco se ha tratado de documentar los efectos que tiene en especies silvestres. (Le puede interesar: 249 menores han salido lesionados con pólvora entre 2020 y 2021)
A principios de octubre de este año, por ejemplo, investigadores del Departamento de Microbiología y Ecología de la Universidad de Valencia, en España, publicaron los resultados de un estudio en el que trataban de examinar de qué manera la contaminación acústica generada por los juegos pirotécnicos afectaba al gorrión común.
Su texto, publicado en Environmental Pollution, empezaba con una aclaración: “La contaminación acústica recreativa, especialmente los sonidos impredecibles e intermitentes, y sus efectos sobre la vida silvestre y la biodiversidad han sido poco estudiados”. Pero, añadían, el ruido es un contaminante de preocupación emergente para los ecólogos y biólogos.
Para ayudar a despejar las dudas, el equipo, liderado por Edgar Bernat-Ponce, midió lo que sucedía con la reproducción de esa especie durante las fiestas llevadas a cabo en Valencia en 2019. Analizaron tanto localidades en las que no se había usado pólvora como en las que utilizaron esos artefactos. Luego repitieron la medición en 2020, cuando debido al covid-19 se cancelaron todas las festividades. (Lea también: Cientos de aves aparecen muertas en Roma por la pólvora de fin de año)
Lo que encontraron se puede resumir en un par de líneas: en las localidades donde fue usual el uso de estos elementos hubo una tasa de reproducción más baja en 2019. Pero en 2020 la situación fue igual en ambas poblaciones. “Nuestros resultados mostraron que la contaminación acústica recreativa generada por este ruido de las fiestas tradicionales en primavera se asocia a una reducción de la productividad juvenil”, apuntaron. A sus ojos, era difícil pensar en eliminar las fiestas tradicionales donde se usaba pólvora, pero era claro que tenían un impacto negativo en las aves y otras especies silvestres que habitan las ciudades. Al menos, señalaban, “su impacto debe evaluarse y entenderse”. También pedían a la comunidad científica más investigación y mejores datos.
Otra pista sobre esta situación la había dado Judy Shamoun-Baranes, del Institute for Biodiversity and Ecosystem Dynamics, de la Universidad de Ámsterdam. A finales de 2011 publicó los resultados de una investigación en Behavioral Ecology, en la que intentaba analizar si los juegos pirotécnicos tenían algún efecto en los pájaros.
Para hacerlo, junto a su equipo, analizó durante tres años consecutivos lo que sucedía con las aves cada vez que lanzaban este tipo de pólvora al cielo para celebrar la llegada de año nuevo. Tras usar un radar meteorológico que les permitía detectar el movimiento de las aves en distintos puntos del país, a grandes distancias y sin importar las condiciones de luz, observaron que “miles de estos animales tomaron vuelo poco después de la medianoche, con grandes movimientos aéreos que duraron al menos 45 minutos”. Los lugares donde más hubo movimiento después de las 00:00 fueron lagos y humedales.
No era muy claro, escribían, si los fuegos artificiales sean letales para las aves, pero pueden estar causándoles factores de confusión o desorientación. Es posible que el ruido y las luces los obliguen a volar en condiciones climáticas adversas que normalmente evitan. Es un fenómeno, advertían luego, que podría causar mortalidad.
Justamente, algo similar había sucedido en 2012 en Arkansas (Estados Unidos). Después de un show de juegos pirotécnicos murieron unos 5 mil pájaros. Kevin McGowan, del Laboratorio de Ornitología de la U. de Cornell, había explicado con una metáfora lo que sucedió esa noche a la periodista Catherine Griffin: con los estallidos, los pájaros se sobresaltaron y estos, a su vez, posiblemente sobresaltaron a otros. “Es como si alguien entrara en pánico en una sala de cine”.
El 1° de diciembre, Jerson Cuéllar Sáenz publicó en Twitter la imagen de una lora. Se llamaba Luna y vivía en el santuario La Voz de Goyo, que queda en el municipio de Fredonia (Antioquia). Tenía 16 años, pero falleció la noche anterior. El motivo, al parecer, había sido la popular alborada que se celebra en el departamento para recibir el último mes del año. Pese a las restricciones que había en varios municipios, se oyeron juegos pirotécnicos, cohetes y volcanes. (Le sugerimos: Acaba de empezar diciembre y en Colombia ya hay 19 afectados por pólvora)
El tuit de Cuéllar, que está a punto de graduarse de veterinario de la Universidad Nacional, fue replicado por más de 1.600 personas. Otras 3.600 reaccionaron. Un día antes la cuenta del Parque Explora, muy popular entre los antioqueños por su labor de divulgación de ciencia, también les había pedido un favor a quienes se suman a manipular estos artefactos en diciembre: “¡Pum! significa infartos, terror y abandono de los nidos y de sus crías, huidas sin regreso, vuelos interminables para buscar refugio, no encontrarlo, y luego emplumado latido derrotado, caer y morir exhausto. ¿Qué se celebra si mueren tantos inocentes?”.“Esta vez no. No lo hagas. La catástrofe de los animales es también la tuya. Piensa que eres un ave, duermes y algo estalla, y enciende súbitamente el cielo”, se leía en otro trino.
Las inquietudes por los efectos que tiene la pólvora en la fauna han crecido con el paso de los años. Además de las consecuencias que puede causar a los humanos (ya van 30 afectados por su manipulación en Colombia, según el Instituto Nacional de Salud), los animales, al parecer sufren con estas jornadas de estallidos y luces. Aunque los ejemplos de mascotas temblando suelen ser populares en redes sociales, poco a poco se ha tratado de documentar los efectos que tiene en especies silvestres. (Le puede interesar: 249 menores han salido lesionados con pólvora entre 2020 y 2021)
A principios de octubre de este año, por ejemplo, investigadores del Departamento de Microbiología y Ecología de la Universidad de Valencia, en España, publicaron los resultados de un estudio en el que trataban de examinar de qué manera la contaminación acústica generada por los juegos pirotécnicos afectaba al gorrión común.
Su texto, publicado en Environmental Pollution, empezaba con una aclaración: “La contaminación acústica recreativa, especialmente los sonidos impredecibles e intermitentes, y sus efectos sobre la vida silvestre y la biodiversidad han sido poco estudiados”. Pero, añadían, el ruido es un contaminante de preocupación emergente para los ecólogos y biólogos.
Para ayudar a despejar las dudas, el equipo, liderado por Edgar Bernat-Ponce, midió lo que sucedía con la reproducción de esa especie durante las fiestas llevadas a cabo en Valencia en 2019. Analizaron tanto localidades en las que no se había usado pólvora como en las que utilizaron esos artefactos. Luego repitieron la medición en 2020, cuando debido al covid-19 se cancelaron todas las festividades. (Lea también: Cientos de aves aparecen muertas en Roma por la pólvora de fin de año)
Lo que encontraron se puede resumir en un par de líneas: en las localidades donde fue usual el uso de estos elementos hubo una tasa de reproducción más baja en 2019. Pero en 2020 la situación fue igual en ambas poblaciones. “Nuestros resultados mostraron que la contaminación acústica recreativa generada por este ruido de las fiestas tradicionales en primavera se asocia a una reducción de la productividad juvenil”, apuntaron. A sus ojos, era difícil pensar en eliminar las fiestas tradicionales donde se usaba pólvora, pero era claro que tenían un impacto negativo en las aves y otras especies silvestres que habitan las ciudades. Al menos, señalaban, “su impacto debe evaluarse y entenderse”. También pedían a la comunidad científica más investigación y mejores datos.
Otra pista sobre esta situación la había dado Judy Shamoun-Baranes, del Institute for Biodiversity and Ecosystem Dynamics, de la Universidad de Ámsterdam. A finales de 2011 publicó los resultados de una investigación en Behavioral Ecology, en la que intentaba analizar si los juegos pirotécnicos tenían algún efecto en los pájaros.
Para hacerlo, junto a su equipo, analizó durante tres años consecutivos lo que sucedía con las aves cada vez que lanzaban este tipo de pólvora al cielo para celebrar la llegada de año nuevo. Tras usar un radar meteorológico que les permitía detectar el movimiento de las aves en distintos puntos del país, a grandes distancias y sin importar las condiciones de luz, observaron que “miles de estos animales tomaron vuelo poco después de la medianoche, con grandes movimientos aéreos que duraron al menos 45 minutos”. Los lugares donde más hubo movimiento después de las 00:00 fueron lagos y humedales.
No era muy claro, escribían, si los fuegos artificiales sean letales para las aves, pero pueden estar causándoles factores de confusión o desorientación. Es posible que el ruido y las luces los obliguen a volar en condiciones climáticas adversas que normalmente evitan. Es un fenómeno, advertían luego, que podría causar mortalidad.
Justamente, algo similar había sucedido en 2012 en Arkansas (Estados Unidos). Después de un show de juegos pirotécnicos murieron unos 5 mil pájaros. Kevin McGowan, del Laboratorio de Ornitología de la U. de Cornell, había explicado con una metáfora lo que sucedió esa noche a la periodista Catherine Griffin: con los estallidos, los pájaros se sobresaltaron y estos, a su vez, posiblemente sobresaltaron a otros. “Es como si alguien entrara en pánico en una sala de cine”.