La posible causa detrás de la muerte de 350 elefantes en Botsuana
Un grupo de investigadores analizó la muerte de los mamíferos, considerado como uno de los eventos de mortalidad más grandes en el sur de África.
La muerte de 350 elefantes africanos (Loxodonta africana) en Botsuana, en 2020, desató preocupación mundial. El caso fue descrito como uno de los mayores eventos de mortalidad de grandes mamíferos salvajes en el sur de África en los últimos años, y pese a su gran magnitud las causas eran desconocidas.
La ubicación remota en el sector nororiental de Botsuana, conocido como el este de Okavango Panhandle, y el momento en que se produjo -el pico de la pandemia de COVID-19-, obstaculizaron los intentos de responder e investigar este evento.
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Primero se pensó que podría estar relacionado con la caza furtiva, pero se descartó porque los cadáveres se encontraron con los colmillos intactos. Otras teorías iniciales incluían causas virulentas y bacterianas, como el virus de la encefalomiocarditis o el ántrax, pero la evidencia del campo, como la edad de los elefantes muertos y la ausencia de signos clínicos, consideró que ambas eran poco probables.
Una investigación sobre este hecho encontró una nueva hipótesis que ha tomado fuerza. Se trata de la intoxicación ambiental por toxinas cianobacterianas, también conocidas como cianotoxinas, que suelen ser abundantes en aguas turbias, estancadas y ricas en nutrientes.
Esto está respaldado además por un metanálisis que revela que las concentraciones de cianotoxinas en las aguas interiores africanas a menudo se encuentran miles de veces más altas que las pautas de la Organización Mundial de la Salud, con niveles particularmente altos en cuerpos de agua más pequeños en el sur de África.
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Ahora, una reciente investigación publicada en la revista Science of the Total Environment respalda esta teoría y da mayores detalles de la muerte de los 350 elefantes. Los investigadores sugieren que los mamíferos fueron envenenados por agua que contenía floraciones tóxicas de algas verdeazuladas o cianobacterias. Además, advierten una “tendencia alarmante” en el envenenamiento inducido por el clima.
“Los elefantes muertos eran de diferentes edades, con colmillos intactos, y no se observaron cadáveres de otras especies de vida silvestre o ganado en el momento del estudio. La distribución espacial de los cadáveres difería significativamente de la de los huesos (que representan muertes en años anteriores) y los elefantes vivos, lo que sugiere que el evento de mortalidad afectó a áreas específicas en lugar de distribuirse uniformemente en toda la región”, señalan en el estudio.
El equipo cree que los elefantes generalmente caminaban poco más de 100 km desde los abrevaderos (depósitos de agua) y morían dentro de las 88 horas posteriores a beber de allí.
En total, examinaron 3.000 abrevaderos y descubrieron que aquellos que experimentaron un aumento de las floraciones de cianobacterias en 2020 tenían altas concentraciones de cadáveres. Es posible que otros animales murieran por esta misma causa, pero al parecer no fueron detectados en los reconocimientos aéreos.
El estudio señala que la falta de lluvias y las temperaturas más altas han llevado al secado de la mayoría de las marismas (un tipo de humedales) entre 2018 y 2019, y las aguas estancadas, cuando estaban disponibles. Esto probablemente promovió una mayor actividad del fitoplancton, lo que es beneficioso para las cianobacterias.
“Nuestra teoría es que el cambio de un 2019 tan seco a un 2020 extremadamente húmedo puede haber llevado a una resuspensión de cantidades significativas de sedimentos y nutrientes, promoviendo una productividad sin precedentes en 2020″, agregan.
Los investigadores recalcan que este evento subraya la alarmante tendencia de las enfermedades repentinas inducidas por el clima. “Se prevé que la región del sur de África se vuelva más seca y más cálida, y las cuencas hidrográficas de estas regiones probablemente estarán sujetas a hidroperíodos mucho más cortos, con posibles efectos negativos en la cantidad y calidad del agua, y repercusiones catastróficas en los animales”, puntualizan.
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La muerte de 350 elefantes africanos (Loxodonta africana) en Botsuana, en 2020, desató preocupación mundial. El caso fue descrito como uno de los mayores eventos de mortalidad de grandes mamíferos salvajes en el sur de África en los últimos años, y pese a su gran magnitud las causas eran desconocidas.
La ubicación remota en el sector nororiental de Botsuana, conocido como el este de Okavango Panhandle, y el momento en que se produjo -el pico de la pandemia de COVID-19-, obstaculizaron los intentos de responder e investigar este evento.
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Primero se pensó que podría estar relacionado con la caza furtiva, pero se descartó porque los cadáveres se encontraron con los colmillos intactos. Otras teorías iniciales incluían causas virulentas y bacterianas, como el virus de la encefalomiocarditis o el ántrax, pero la evidencia del campo, como la edad de los elefantes muertos y la ausencia de signos clínicos, consideró que ambas eran poco probables.
Una investigación sobre este hecho encontró una nueva hipótesis que ha tomado fuerza. Se trata de la intoxicación ambiental por toxinas cianobacterianas, también conocidas como cianotoxinas, que suelen ser abundantes en aguas turbias, estancadas y ricas en nutrientes.
Esto está respaldado además por un metanálisis que revela que las concentraciones de cianotoxinas en las aguas interiores africanas a menudo se encuentran miles de veces más altas que las pautas de la Organización Mundial de la Salud, con niveles particularmente altos en cuerpos de agua más pequeños en el sur de África.
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Ahora, una reciente investigación publicada en la revista Science of the Total Environment respalda esta teoría y da mayores detalles de la muerte de los 350 elefantes. Los investigadores sugieren que los mamíferos fueron envenenados por agua que contenía floraciones tóxicas de algas verdeazuladas o cianobacterias. Además, advierten una “tendencia alarmante” en el envenenamiento inducido por el clima.
“Los elefantes muertos eran de diferentes edades, con colmillos intactos, y no se observaron cadáveres de otras especies de vida silvestre o ganado en el momento del estudio. La distribución espacial de los cadáveres difería significativamente de la de los huesos (que representan muertes en años anteriores) y los elefantes vivos, lo que sugiere que el evento de mortalidad afectó a áreas específicas en lugar de distribuirse uniformemente en toda la región”, señalan en el estudio.
El equipo cree que los elefantes generalmente caminaban poco más de 100 km desde los abrevaderos (depósitos de agua) y morían dentro de las 88 horas posteriores a beber de allí.
En total, examinaron 3.000 abrevaderos y descubrieron que aquellos que experimentaron un aumento de las floraciones de cianobacterias en 2020 tenían altas concentraciones de cadáveres. Es posible que otros animales murieran por esta misma causa, pero al parecer no fueron detectados en los reconocimientos aéreos.
El estudio señala que la falta de lluvias y las temperaturas más altas han llevado al secado de la mayoría de las marismas (un tipo de humedales) entre 2018 y 2019, y las aguas estancadas, cuando estaban disponibles. Esto probablemente promovió una mayor actividad del fitoplancton, lo que es beneficioso para las cianobacterias.
“Nuestra teoría es que el cambio de un 2019 tan seco a un 2020 extremadamente húmedo puede haber llevado a una resuspensión de cantidades significativas de sedimentos y nutrientes, promoviendo una productividad sin precedentes en 2020″, agregan.
Los investigadores recalcan que este evento subraya la alarmante tendencia de las enfermedades repentinas inducidas por el clima. “Se prevé que la región del sur de África se vuelva más seca y más cálida, y las cuencas hidrográficas de estas regiones probablemente estarán sujetas a hidroperíodos mucho más cortos, con posibles efectos negativos en la cantidad y calidad del agua, y repercusiones catastróficas en los animales”, puntualizan.
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