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El paso de la tormenta tropical Julia, con potencial de alcanzar la categoría de huracán este sábado 8 de octubre cuando se acerque al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, tiene en alerta a las autoridades ambientales nacionales y de las islas. Este viernes todas hablaron sobre las medidas preventivas para enfrentar la emergencia y salvaguardar el bienestar de los isleños.
El recuerdo de los desastres que provocó el paso del huracán Iota el 16 de noviembre del 2020 sigue demasiado vivo. Y hay algunas preguntas que cada vez son más usuales. Entre ellas, tal vez la más importante y una en la que la ciencia viene trabajando desde hace ya unos años, es cuánta relación tiene el cambio climático con la ocurrencia de estos fenómenos. No hay que olvidar, por ejemplo, que la temporada de huracanes de 2021 fue la tercera más activa jamás registrada por la humanidad.
Para dar algunas luces sobre esta pregunta, hay que comenzar diciendo que el calor del océano, la humedad del aire y el viento son algunas de las variables que intervienen en la formación de los huracanes. Y todas están siendo afectadas por el cambio climático. La NASA, que monitorea estos las temporadas de huracanes, explica, por ejemplo, que el océano ha absorbido el 90% del calentamiento que se ha producido en las últimas décadas debido al aumento de la concentración de gases de efecto invernadero. Los primeros metros del océano almacenan tanto calor como toda la atmósfera de la Tierra.
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La forma en que los vientos interactúan con este calor o energía en el océano también desempeña un papel importante en el destino de una tormenta. ”Si una tormenta se desplaza sobre una capa poco profunda de agua cálida, los vientos más fuertes pueden mezclar el océano lo suficiente como para arrastrar esa agua más profunda y fría, y reducir la energía disponible para la tormenta”, explica, para la NASA, Scott Braun, meteorólogo investigador del Centro de Vuelo Espacial de esa agencia.
La NASA señala que aunque las investigaciones sugieren que algunas zonas del mundo podrían experimentar vientos más fuertes que otras como resultado del calentamiento global, los estudios que se han hecho hasta ahora no han demostrado que el calentamiento del océano haya influido significativamente en el número de huracanes del Atlántico que se forman cada año. Aún así, y debido a que las proyecciones sugieren que a medida que el océano se caliente la atmósfera también retendrá más humedad para formar nubes y alimentar tormentas, los científicos prevén huracanes más fuertes y húmedos en los próximos años.
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Es decir, el calentamiento oceánico aún no está aumentando la frecuencia de los huracanes, pero el exceso de calor parece estar afectando diferentes características de los huracanes que sí se forman. “Sabemos que, en términos de calentamiento del clima con el aumento de las temperaturas de la superficie del mar, tenemos una mayor probabilidad de huracanes en la parte extrema de la escala” señala para la NASA Mayra Oyola-Merced, física atmosférica del Laboratorio de Propulsión a Chorro de esa agencia espacial.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), perteneciente a Naciones Unidas, ha sugerido también que el calentamiento global llevará a un incremento en la proporción de huracanes.
“La ciencia climática es cada vez más capaz de demostrar que muchos de los fenómenos meteorológicos extremos que estamos experimentando se han vuelto más probables y más intensos debido al cambio climático inducido por el hombre. Hemos visto esto repetidamente este año, con un efecto trágico. Es más importante que nunca que aumentemos la acción en los sistemas de alerta temprana para desarrollar la resiliencia a los riesgos climáticos actuales y futuros en las comunidades vulnerables”, dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
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Taalas llamó a revisar los sistemas de prevención “para ser más resilientes a los riesgos climáticos actuales y futuros en las comunidades más vulnerables”. La NASA reseña investigaciones que sugieren que con el aumento de las temperaturas será más probable que las tormentas sufran una rápida intensificación, que se define como un aumento de la velocidad de los vientos huracanados en unos 56 kilómetros por hora en 24 horas. Estos cambios rápidos pueden dejar a las autoridades locales y a las comunidades en la trayectoria de un huracán sin tiempo para prepararse.
Esta rápida intensificación parece ser ya una de las principales influencias del calentamiento del océano en el comportamiento de los huracanes.
“La razón por la que no sabemos mucho al respecto acerca de eso es porque hasta alrededor de 2005, era algo muy raro que sucediera”, señala Mayra Oyola-Merced, física atmosférica del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. “Esto se vuelve complicado porque si tienes un pronóstico cuando sucede algo así, y el modelo no es capaz de capturar esta rápida intensificación, significa que tienes la información equivocada, y estás dando al público la información equivocada”. Ahora bien, si el calentamiento global puede estar provocando huracanes de mayor intensidad, también parece estar ralentizado su avance.
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Las investigaciones muestran que los huracanes del Atlántico, por ejemplo, están experimentando una reducción de aproximadamente un 17% en la velocidad de avance con respecto a décadas anteriores, lo que se traduce en un aumento de aproximadamente un 25% en las precipitaciones, explicó Oyola-Merced. “Cuanto más tiempo pase un sistema sobre el océano calentándose por esta agua extremadamente caliente, también van a aumentar sus precipitaciones”. “Cuando tienes tierra que ya está saturada, donde llueve constantemente, y luego vienes con otra tormenta que está llena de precipitaciones, es una receta para el desastre”.