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Científicos de la Universidad de Leeds y del University College de Londres (UCL) descubrieron una de las turberas más grandes del mundo en los humedales conocidos como Cuvette Centrale, que se sitúan en la frontera entre la República del Congo y la República Democrática del Congo, de la cual se estima que podría almacenar el equivalente a las emisiones totales de combustibles fósiles producidas en tres años.
Las turberas son una especie de carbón ligero, de aspecto esponjoso y terroso, que se forma en pantanos debido a la descomposición de restos vegetales y que funcionan como un depósito natural de carbono que es absorbido de la atmósfera.
Los investigadores, que habían hallado estos humedales hace cinco años, publicaron esta semana en la revista Nature nuevas pistas. Encontraron que estas turberas cubren 145.500 kilómetros cuadrados, un área más grande que la de Inglaterra.
Por ende, los pantanos podrían bloquear 30.000 millones de toneladas de carbono, un dato que a la fecha nadie conocía y que podría ubicar a la región como una de las más ricas en carbono en la Tierra. Los nuevos resultados, además, demostraron que el carbono se ha ido acumulando en la turba de la cuenca del Congo por cerca de 11.000 años.
“Es asombroso para mí que en 2017 podamos estar haciendo este tipo de descubrimientos”, dijo Simon Lewis, profesor de la Universidad de Leeds en Inglaterra y autor de un estudio. Lewis aseguró que la investigación muestra que la turba en la cuenca central del Congo es 16 veces más grande que las estimaciones de anteriores análisis y que se trata del complejo más grande de turberas en los trópicos.
Aunque este material que se parece al lodo cubre sólo el 4 % de la cuenca del Congo, almacena la misma cantidad de carbono, por debajo del suelo, que almacenan los árboles que cubren el otro 96 %. Como sostuvo Lewis “estas turberas ocupan casi el 30 % del carbono de las turberas tropicales del mundo, eso es alrededor de 20 años de las emisiones de combustibles fósiles de los Estados Unidos de América”.
La mayoría de las turberas del mundo se encuentran en las regiones del norte, como Alaska, Canadá y Rusia. Sin embargo, las turberas tropicales son muy vulnerables a los cambios de uso del suelo y el calentamiento del clima, y si se llegaran a secar liberarían cantidades colosales de dióxido de carbono a la atmósfera. “Si el complejo de turberas de la cuenca del Congo se destruye, liberaría miles de millones de toneladas de dióxido de carbono en nuestra atmósfera”, recordó Lewis.
Por eso, así como este ecosistema supone una riqueza sin precedentes en la Tierra, también está expuesta a serios peligros. En Indonesia, por ejemplo, el incendio de una de esas turberas emitió más carbono en un día que toda la Unión Europea.
El coautor del estudio Ifo Suspense, de la Universidad Marien Ngouabi de la República del Congo, dijo que “el descubrimiento de las turberas de Cuvette Centrale podría tener un gran impacto en las políticas sobre el clima y la conservación del Congo. El mantenimiento y la protección de este complejo de turberas, junto con la protección de nuestros bosques, podría ser la gran contribución de África central para el problema del cambio climático global”, concluyó.