La vida silvestre que dejó el conflicto

Colombia, en medio de su proceso de paz, aporta nuevas especies al censo mundial. Ya se han encontrado más de 100 animales y plantas.

María Alejandra Castaño Carmona
24 de marzo de 2017 - 11:03 p. m.
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Hasta hace unos meses, biólogos e investigadores no podían tener acceso a algunas de las zonas con mayor biodiversidad del país. Regiones en las que por más de 50 años el conflicto fue protagonista, impidiendo que se conociera la riqueza natural que después del cese al fuego se ha comprobado que abunda.

“Históricamente muchas zonas no se han podido explorar por todos los problemas de orden público relacionados con la guerrilla, el narcotráfico, el paramilitarismo y la delincuencia común. La restricción al ingreso generó consecuencias. Pocas regiones terminaron ajenas a la expansión de la frontera agrícola y a la implementación de sistemas productivos, que impactan el ambiente. Otras estuvieron bajo la influencia del narcotráfico, que causó la deforestación de bosque nativo”, cuenta Jairo Pérez, magíster en Ciencias y doctor en Ciencias Biológicas con énfasis en Ecología de la Universidad Javeriana.

En cuanto a lo académico, el aporte que significa conocer en su totalidad la biodiversidad del país fue afectado por la restricción para ingresar a muchas áreas. “Desconocer la diversidad implica desconocer las capacidades de las regiones para su progreso y desarrollo”, añade Pérez .

Sin embargo, esta realidad no interfirió en la posibilidad de que decenas de animales y plantas nacieran y vivieran rodeadas de grupos armados, guerra, muerte y soledad. Biodiversidad que hasta ahora se está descubriendo, porque aunque se conocía la riqueza inexplorada de esas zonas, los secuestros y homicidios eran constantes. Todavía el país recuerda con tristeza el asesinato de los biólogos de la Universidad de los Andes, Mateo Matamala y Margarita Gómez, en el departamento de Córdoba, en enero de 2011.

Con la firma de la paz comenzó un nuevo capítulo, llegó el momento de perdonar y creer en un país lleno de vida y esperanza, y las expediciones de los biólogos ya han comenzado ha registrar importantes avances. Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, afirmó que cuando inició el cese al fuego los investigadores salieron a buscar nuevos tesoros de la biodiversidad que ha permanecido oculta y en muy poco tiempo encontraron 109 variedades de plantas y animales. 25 de ranas en zonas de páramos y montañas; algunos mamíferos como monos, murciélagos y ratones; aves y 89 nuevos tipos de insectos.

Aquellos departamentos en los que el conflicto ha sido más fuerte es donde es más probable el hallazgo de estas nuevas especies, así lo reconoce Pérez, quien asegura que en la región Caribe la región del sur de Córdoba, específicamente en el Parque Nacional Natural Paramillo; en Chocó, Vichada, Guaviare, Amazonas, Arauca, Meta o Casanare, es en donde estarían la mayoría de estos seres vivos.

Y advierte que además se contempla con expectativa la posibilidad de hallar microorganismos. Incluso, dice, muchas de las especies de fauna y flora serían completamente nuevas para la ciencia. “Es difícil estimar el número total de especies que viven en Colombia, pero es posible tener una idea de la diversidad de cada grupo biológico del cual existen datos”, reza en el Sistema de Información sobre Biodiversidad.

Y es que a pesar de que hay 56.343 especies registradas, “esta cifra es solo un estimativo de la riqueza que tiene nuestro país y está en constante actualización. Aún no considera la enorme diversidad de microorganismos que pueden existir”, y tampoco las nuevas especies que han encontrado los investigadores del posconflicto.

El desafío es seguir preservando esos tesoros naturales que nos permiten ser, según dicho Sistema, el segundo país con mayor biodiversidad en el mundo. “Primero hay que saber que hay y conocer el papel ecológico que cumplen. Hay que identificar las principales amenazas a su estabilidad y presencia en cada localidad. También se debe involucrar a las comunidades asentadas en las diferentes zonas para que con su cooperación y apoyo se implementen acciones de conservación efectivas”.

Para ello, aconseja Pérez, es necesario generar estabilidad social y económica en las regiones, con opciones tangibles de bienestar a sus habitantes, de lo contrario, se implementan los mismos sistemas de producción que son muy agresivos con el ambiente.

Colombia es un país megadiverso y con la exploración de las zonas afectadas por décadas de guerra surgen nuevas oportunidades para impulsar sectores como el de la industria, el turismo, la producción agrícola, la seguridad alimentaria y el fortalecimiento del capital natural.

Los retos hasta ahora empiezan y quedan muchos caminos, montañas y ríos por recorrer. Un viaje que apenas emprenden grupos de investigadores entusiasmados por descubrir la Colombia que el conflicto ha mantenido oculta.

 

 

 

Por María Alejandra Castaño Carmona

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