La voz de la juventud colombiana en la cumbre de biodiversidad
Jóvenes colombianos que hacen presencia en la cumbre de biodiversidad hacen un llamado a que el nuevo acuerdo por la biodiversidad mundial incluya un enfoque de derechos humanos, de género y intergeneracionales.
En diciembre de 2019, Francisco Vera, entonces de nueve años, se convirtió en un símbolo de defensa del medio ambiente en Colombia al pedirle al Congreso de la República que legislara por la vida, tomando consciencia sobre el medio ambiente. Junto a personajes como la sueca Greta Thunberg, Vera hace parte de un grupo de figuras que representan un fenómeno cada vez más visible: la participación de los jóvenes en las causas ambientales.
En la cumbre de biodiversidad de la ONU (COP15), los jóvenes han tenido protagonismo. El 16 de diciembre, un grupo de representantes de la Red Mundial de Biodiversidad Juvenil (GYBN por sus siglas en inglés) presentó un rap durante la conferencia, para pedir cambios transformativos y detener las injusticias ambientales de siempre. En total, más de 150 jóvenes de la red a nivel mundial vinieron a esta COP para manifestar sus posiciones.
Algunos de estos jóvenes vienen del capítulo colombiano de la GYBN. Se han venido preparando desde 2019, por medio de tres consultas nacionales, para construir la posición de la juventud nacional frente al nuevo marco global de metas por la biodiversidad post – 2020. Este es el acuerdo que se está negociando en este momento en Montreal y tendrá, supuestamente, las metas más ambiciosas existentes para proteger la biodiversidad.
La negociación para que más de 190 países se pongan de acuerdo en las metas ya está llegando a su etapa final. Pero al grupo de jóvenes colombianos de la GYBN aún le quedan dudas sobre algunos de los puntos de la inclusión de un término en particular dentro del acuerdo: nature-positive, que se traduce, aproximadamente, como ‘positivo con la naturaleza’.
“Estamos escépticos, ese término no tiene suficientes bases científicas o territoriales. Es un concepto al que se le han pegado muchas grandes corporaciones. Además, es un enfoque que no tiene una definición acordada por los países”, dice Xiomara Acevedo, parte de GYBN Colombia y directora de la organización Barranquilla+20. (También puede leer: Colombia lanza alianza para acelerar la financiación para la biodiversidad)
Esta es una posición que la red global de jóvenes también tiene. El problema tiene que ver, por una parte, con la falta de claridad de lo que implica tener acciones ‘positivas con la naturaleza’. Primero, resaltan que el Convenio de Diversidad Biológica (CDB)—el convenio creado para detener la pérdida de biodiversidad—no tiene una definición sobre lo que es la naturaleza.
Acogerse a este enfoque sin definiciones claras podría implicar que la naturaleza sean cosas que no son necesariamente biodiversas, como monocultivos, explica la red de jóvenes en una publicación. La organización activista ambiental, Greenpeace, comparte esta posición, agregando que el componente de positive es aún más ambiguo.
“La idea de que algo sea ‘positivo para la naturaleza’ en un sentido mensurable supone que es posible calcular de forma fiable el déficit y el superávit de biodiversidad entre dos ecosistemas diferentes, y que se puede intercambiar un déficit aquí y un superávit allá como si fueran simples variables”, escribió en una entrada de blog la abogada de Greenpeace, Marília Monteiro Silva.
Aunque es cierto que hay varias definiciones sobre lo que es este enfoque, y no hay un consenso sobre absolutamente todo lo que conllevaría, un estudio que revisó todas las definiciones del término encontró que la mayoría incluyen revertir la pérdida de biodiversidad y avanzar hacia la recuperación y regeneración de la naturaleza.
La definición de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) señala, por ejemplo, que “un futuro positivo para la naturaleza significa que nosotros, como sociedad global, detengamos e invirtamos la pérdida de naturaleza medida desde su estado actual, reduciendo los futuros impactos negativos junto con la restauración y renovación de la naturaleza, para poner tanto a la naturaleza viva como a la no viva, mediblemente, en el camino de la recuperación”. (Le puede interesar: Organizaciones deportivas en el mundo firmaron acuerdo para proteger la naturaleza)
Las formas de medir los avances se enfocan en tres medidas: lograr pérdida cero neta de naturaleza a partir de 2020, mejoras netas positivas de la naturaleza en 2030 y recuperación total de la naturaleza en 2050. Como manifestó Gavin Edwards, director de la iniciativa nature-positive global de WWF a Reuters, una de las ideas es que haya más naturaleza en 2030 que en 2020.
Los representantes de la juventud colombiana en la COP15, en cambio, prefieren el uso del término ‘caminos hacia la recuperación’ (paths to recovery). “No es perfecto, pero al menos reconoce que estamos en una crisis planetaria, y que hay que elevar la biodiversidad para esa recuperación sostenible, amplia, para esa transición que el mundo necesita”, indica Acevedo.
Jóvenes colombianos agrupados en ocho organizaciones incluso le enviaron una carta a la ministra de Ambiente Susana Muhamad resaltando, justamente, sus dudas con el concepto de ‘positivo con la naturaleza’. En el documento también destacan el texto de la posición oficial de las juventudes colombianas sobre el nuevo acuerdo de la biodiversidad.
Esta posición está orientada, a grandes rasgos, a que el acuerdo “tiene que responder a la equidad intergeneracional, de género, al enfoque de derechos, a la educación transformadora y el cambio sistémico”, dice Acevedo. Dentro del documento de la posición oficial, también se menciona como prioridades la conservación, protección y restauración de ecosistemas; la soberanía alimentaria, agroecología y suelos sanos; y las acciones desde las empresas, industrias y negocios verdes. (Puede leer: ‘Océano’ solo se menciona dos veces en el borrador del acuerdo de la COP15)
Una parte de la crítica al término de ‘positivo con la naturaleza’ tiene que ver con la apropiación que se puede dar por parte de empresas que no tienen, en realidad, prácticas ambientalmente sostenibles. Pero Acevedo reconoce que son un actor importante, y que debe jugar un rol más activo en la discusión, especialmente en las iniciativas para traer más recursos a las acciones para proteger la biodiversidad. “No va a haber ninguna actividad económica rentable si no se mantienen los ciclos de la naturaleza. Espero que el sector privado meta más la mano al bolsillo, porque invertir en naturaleza y acción climática es mucho más eficiente que esperar a no hacer nada”.
*Este artículo es posible gracias a una alianza entre El Espectador y la Fundación Barranquilla+20.
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En diciembre de 2019, Francisco Vera, entonces de nueve años, se convirtió en un símbolo de defensa del medio ambiente en Colombia al pedirle al Congreso de la República que legislara por la vida, tomando consciencia sobre el medio ambiente. Junto a personajes como la sueca Greta Thunberg, Vera hace parte de un grupo de figuras que representan un fenómeno cada vez más visible: la participación de los jóvenes en las causas ambientales.
En la cumbre de biodiversidad de la ONU (COP15), los jóvenes han tenido protagonismo. El 16 de diciembre, un grupo de representantes de la Red Mundial de Biodiversidad Juvenil (GYBN por sus siglas en inglés) presentó un rap durante la conferencia, para pedir cambios transformativos y detener las injusticias ambientales de siempre. En total, más de 150 jóvenes de la red a nivel mundial vinieron a esta COP para manifestar sus posiciones.
Algunos de estos jóvenes vienen del capítulo colombiano de la GYBN. Se han venido preparando desde 2019, por medio de tres consultas nacionales, para construir la posición de la juventud nacional frente al nuevo marco global de metas por la biodiversidad post – 2020. Este es el acuerdo que se está negociando en este momento en Montreal y tendrá, supuestamente, las metas más ambiciosas existentes para proteger la biodiversidad.
La negociación para que más de 190 países se pongan de acuerdo en las metas ya está llegando a su etapa final. Pero al grupo de jóvenes colombianos de la GYBN aún le quedan dudas sobre algunos de los puntos de la inclusión de un término en particular dentro del acuerdo: nature-positive, que se traduce, aproximadamente, como ‘positivo con la naturaleza’.
“Estamos escépticos, ese término no tiene suficientes bases científicas o territoriales. Es un concepto al que se le han pegado muchas grandes corporaciones. Además, es un enfoque que no tiene una definición acordada por los países”, dice Xiomara Acevedo, parte de GYBN Colombia y directora de la organización Barranquilla+20. (También puede leer: Colombia lanza alianza para acelerar la financiación para la biodiversidad)
Esta es una posición que la red global de jóvenes también tiene. El problema tiene que ver, por una parte, con la falta de claridad de lo que implica tener acciones ‘positivas con la naturaleza’. Primero, resaltan que el Convenio de Diversidad Biológica (CDB)—el convenio creado para detener la pérdida de biodiversidad—no tiene una definición sobre lo que es la naturaleza.
Acogerse a este enfoque sin definiciones claras podría implicar que la naturaleza sean cosas que no son necesariamente biodiversas, como monocultivos, explica la red de jóvenes en una publicación. La organización activista ambiental, Greenpeace, comparte esta posición, agregando que el componente de positive es aún más ambiguo.
“La idea de que algo sea ‘positivo para la naturaleza’ en un sentido mensurable supone que es posible calcular de forma fiable el déficit y el superávit de biodiversidad entre dos ecosistemas diferentes, y que se puede intercambiar un déficit aquí y un superávit allá como si fueran simples variables”, escribió en una entrada de blog la abogada de Greenpeace, Marília Monteiro Silva.
Aunque es cierto que hay varias definiciones sobre lo que es este enfoque, y no hay un consenso sobre absolutamente todo lo que conllevaría, un estudio que revisó todas las definiciones del término encontró que la mayoría incluyen revertir la pérdida de biodiversidad y avanzar hacia la recuperación y regeneración de la naturaleza.
La definición de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) señala, por ejemplo, que “un futuro positivo para la naturaleza significa que nosotros, como sociedad global, detengamos e invirtamos la pérdida de naturaleza medida desde su estado actual, reduciendo los futuros impactos negativos junto con la restauración y renovación de la naturaleza, para poner tanto a la naturaleza viva como a la no viva, mediblemente, en el camino de la recuperación”. (Le puede interesar: Organizaciones deportivas en el mundo firmaron acuerdo para proteger la naturaleza)
Las formas de medir los avances se enfocan en tres medidas: lograr pérdida cero neta de naturaleza a partir de 2020, mejoras netas positivas de la naturaleza en 2030 y recuperación total de la naturaleza en 2050. Como manifestó Gavin Edwards, director de la iniciativa nature-positive global de WWF a Reuters, una de las ideas es que haya más naturaleza en 2030 que en 2020.
Los representantes de la juventud colombiana en la COP15, en cambio, prefieren el uso del término ‘caminos hacia la recuperación’ (paths to recovery). “No es perfecto, pero al menos reconoce que estamos en una crisis planetaria, y que hay que elevar la biodiversidad para esa recuperación sostenible, amplia, para esa transición que el mundo necesita”, indica Acevedo.
Jóvenes colombianos agrupados en ocho organizaciones incluso le enviaron una carta a la ministra de Ambiente Susana Muhamad resaltando, justamente, sus dudas con el concepto de ‘positivo con la naturaleza’. En el documento también destacan el texto de la posición oficial de las juventudes colombianas sobre el nuevo acuerdo de la biodiversidad.
Esta posición está orientada, a grandes rasgos, a que el acuerdo “tiene que responder a la equidad intergeneracional, de género, al enfoque de derechos, a la educación transformadora y el cambio sistémico”, dice Acevedo. Dentro del documento de la posición oficial, también se menciona como prioridades la conservación, protección y restauración de ecosistemas; la soberanía alimentaria, agroecología y suelos sanos; y las acciones desde las empresas, industrias y negocios verdes. (Puede leer: ‘Océano’ solo se menciona dos veces en el borrador del acuerdo de la COP15)
Una parte de la crítica al término de ‘positivo con la naturaleza’ tiene que ver con la apropiación que se puede dar por parte de empresas que no tienen, en realidad, prácticas ambientalmente sostenibles. Pero Acevedo reconoce que son un actor importante, y que debe jugar un rol más activo en la discusión, especialmente en las iniciativas para traer más recursos a las acciones para proteger la biodiversidad. “No va a haber ninguna actividad económica rentable si no se mantienen los ciclos de la naturaleza. Espero que el sector privado meta más la mano al bolsillo, porque invertir en naturaleza y acción climática es mucho más eficiente que esperar a no hacer nada”.
*Este artículo es posible gracias a una alianza entre El Espectador y la Fundación Barranquilla+20.
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