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Las aguas subterráneas son una fuente crucial de agua dulce para la agricultura, el consumo humano y la industria en general. Sin embargo, estos acuíferos están en peligro por el cambio climático, que los hace más inaccesibles, y su uso excesivo, que amenaza las economías y los ecosistemas. (Lea Ejército lleva 90 horas tratando de mitigar incendios forestales en Santander)
Científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara (EE. UU.) han publicado en la revista Nature la mayor evaluación de los niveles de agua subterránea en todo el mundo hasta la fecha, que abarca cerca de 1.700 acuíferos. Aunque los mapas satelitales proporcionan información sobre las tendencias de almacenamiento, medir in situ los pozos de monitoreo y analizarlos a escala mundial da a los científicos y a los gobiernos una visión más amplia de las tendencias.
Sus resultados indican que la tendencia general es una disminución global de los recursos hídricos, con un descenso de más de 0,5 metros por año en el siglo XXI, lo que supone una reducción en el 71 % de los acuíferos. Sin embargo, también ofrecen ejemplos de éxito en la gestión y formas para resolverlo. (Lea Incendios en Colombia: así amanece el país este 24 de enero)
“Este agotamiento puede tener una serie de efectos indeseables en el suministro de agua para el ser humano. Por ejemplo, afecta a la capacidad de un pozo para bombear agua a la superficie, es decir, que se secan. Asimismo, el bombeo excesivo también provoca la intrusión de agua de mar o la degradación de la calidad. Y, dado que los recursos de aguas subterráneas y superficiales suelen estar interconectados, dicha extracción excesiva puede afectar a la cantidad de agua disponible en los ríos”, dice a SINC Debra Perrone, profesora asociada de la universidad estadounidense en el Programa de Estudios Ambientales.
El equipo de investigación ya publicó en 2021 en Science otro estudio que se centraba en pozos de agua construidos. En este caso, el seguimiento se ha hecho la afluencia de aguas subterráneas. “Los pozos de monitoreo nos dan información sobre el suministro, mientras que los de agua subterránea nos proporcionan datos sobre la demanda”, explica Perrone.
Mayor impacto en regiones secas
Los científicos recopilaron datos de registros nacionales, subnacionales y de diferentes organismos. En total, duró tres años, dos de los cuales se dedicaron a limpiar y clasificar estos datos. “Eso es lo que se necesita para dar sentido a 300 millones de mediciones del nivel del agua de 1,5 millones de pozos en los últimos 100 años”, aseguran.
Después, transformaron esas cifras en información real sobre tendencias globales, para finalmente revisar más de 1.200 publicaciones y reconstruir los límites de los acuíferos en las regiones de investigación.
Al definir 1.693 sistemas acuíferos en todo el planeta, encontraron que el 36 % de los acuíferos estaban disminuyendo en 0,1 metros por año, mientras que el 12 % decrecían rápidamente a tasas que superaban los 0,5 metros por año. Al comparar estos hallazgos con los datos de agotamiento de las aguas subterráneas de 1980 a 2000, el equipo encontró que el 30 % de los acuíferos estudiados se enfrentaron a un agotamiento acelerado en el siglo XXI, especialmente en las regiones secas.
La profundización de estas aguas es más común en estos climas, con una disminución acelerada especialmente frecuente en tierras áridas y semiáridas cultivadas. “Un hallazgo intuitivo”, según el coautor principal Scott Jasechko, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental de la misma universidad.
“Pero una cosa es que algo sea intuitivo y otra muy distinta es mostrar que está ocurriendo con datos del mundo real”, añade.
Perrone, recalca: “El agua es un recurso crítico para el consumo humano y la producción agrícola e industrial. El agua subterránea es especialmente importante porque es una fuente fiable y perenne de agua que puede utilizarse durante la sequía, cuando hay menos precipitaciones y disminuye el caudal de nuestros ríos. La sobreexplotación de estos recursos hídricos subterráneos podría dificultar el suministro adecuado a sectores clave durante escasez”.
Razones para el optimismo moderado
Los investigadores también encontraron que el 6 % de los acuíferos en los datos aumentaron 0,1 metros por año, mientras que el 1 % aumentó a una tasa de 0,5 metros por año. Este hecho podría ser el resultado de reducciones en el consumo de agua subterránea, la implementación de políticas de consumo, transferencias de agua superficial, o cambios en la cobertura del suelo y proyectos de recarga gestionada. “Este estudio muestra que los humanos pueden cambiar las cosas con esfuerzos deliberados y concentrados”, subraya Jasechko.
Uno de los ejemplos está en Tucson, Arizona. El agua asignada del río Colorado se utiliza para reabastecer el acuífero en el cercano valle de Avra. El proyecto almacena este recurso para su uso futuro. “El agua subterránea a menudo se ve como una cuenta bancaria. Rellenar intencionalmente los acuíferos nos permite almacenar esa agua hasta un momento de necesidad”, indica Jasechko. Sin embargo, las retiradas han provocado que el poderoso río disminuya en la superficie. El Colorado rara vez llega a su delta en el Golfo de California.
“Nuestro trabajo sugiere que podemos ser prudentemente optimistas, en el sentido de que nuestros datos revelan más de 100 acuíferos en los que el descenso de las aguas subterráneas se ha ralentizado, detenido o invertido. Cautelosos en el sentido de que las tasas de descenso de los niveles de estas aguas son mucho mayores que las tasas de aumento de los niveles de aguas subterráneas: es más fácil empeorar las cosas que mejorarlas”, asegura Perrone.
El agua subterránea almacenada también puede beneficiar la ecología de la región. De hecho, mientras Perrone preparaba un informe de investigación en 2014, descubrió que la recarga de acuíferos puede almacenar seis veces más agua por dólar que los embalses superficiales. Otra opción que proponen es centrarse en reducir la demanda.
El equipo se centra ahora en examinar cómo varían los niveles de agua subterránea a lo largo del tiempo en el contexto del cambio climático. Conectar estas tasas de cambio con las profundidades de los pozos reales proporcionará mejores predicciones de dónde está en riesgo el acceso.
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