Las anémonas recién descubiertas que “construyen” terrazas en el fondo del mar
La especie Stylobates calcifer vive en las conchas de los cangrejos ermitaños y hace que su caparazón se expanda, según investigadores de la Universidad de Tokyio.
Una nueva especie de anémona fue descubierta en el mar de Kumano, frente a la costa sureste de Japón. Se trata de la Stylobates calcifer, que vive en las conchas de los cangrejos ermitaños.
No es novedad que esto ocurra, pues decenas de anémonas viven exclusivamente con esta especie de crustáceos. Sin embargo, la novedad está en que la Stylobates calcifer secreta una cubierta sobre el caparazón del caracol y, cuando llega a sus bordes, continúa hacia adelante. Esto, en pocas palabras, es como si la anémona estuviera ampliando el hogar de los cangrejos ermitaños (Lea también: Zonas de explotación petrolera apuestan por el ecoturismo en Casanare).
“Esta anémona de mar es el hogar de una sola especie de cangrejo ermitaño”, dice Akihiro Yoshikawa, profesor de la Universidad de Tokyo, quien descubrió la especie cuando varias fueron traídas en redes de arrastre de 100 a 400 metros de profundidad. El descubrimiento fue posteriormente publicado en la revista académica The Biological Bulletin .
Yoshikawa nombró a la anémona de mar “Calcifer”, en honor a un personaje de una de sus películas favoritas de la infancia, la animación de 2004 Howl’s Moving Castle (”El castillo moviente de Howl” por su traducción en español).
La película es una adaptación de la novela de fantasía del mismo nombre en la que Calcifer, un demonio de fuego, está atado por un pacto mágico al castillo del mago Howl, que se mueve de un lugar a otro, como un cangrejo ermitaño (Lea también: Así va Colombia en sus planes para lograr un desarrollo sostenible en 2030).
“Creo que los cangrejos consideran el caparazón de la anémona como un hogar temporal”, dijo Yoshikawa luego de largas jornadas de observación, en las que comprobó que la estructura extendida de Calcifer “es muy delgada y no tan fuerte comparada con el caparazón”.
Además, mudarse de casa es una buena manera de deshacerse de los visitantes no deseados. Cientos de otras especies viven en la superficie y en el interior de los caparazones de los cangrejos ermitaños, pero no todos son bienvenidos.
Los gusanos escamosos, por ejemplo, se instalan y roban la comida de los cangrejos ermitaños. Es por eso que Yoshikawa considera que estos crustáceos intercambian de caparazones para escapar.
Una nueva especie de anémona fue descubierta en el mar de Kumano, frente a la costa sureste de Japón. Se trata de la Stylobates calcifer, que vive en las conchas de los cangrejos ermitaños.
No es novedad que esto ocurra, pues decenas de anémonas viven exclusivamente con esta especie de crustáceos. Sin embargo, la novedad está en que la Stylobates calcifer secreta una cubierta sobre el caparazón del caracol y, cuando llega a sus bordes, continúa hacia adelante. Esto, en pocas palabras, es como si la anémona estuviera ampliando el hogar de los cangrejos ermitaños (Lea también: Zonas de explotación petrolera apuestan por el ecoturismo en Casanare).
“Esta anémona de mar es el hogar de una sola especie de cangrejo ermitaño”, dice Akihiro Yoshikawa, profesor de la Universidad de Tokyo, quien descubrió la especie cuando varias fueron traídas en redes de arrastre de 100 a 400 metros de profundidad. El descubrimiento fue posteriormente publicado en la revista académica The Biological Bulletin .
Yoshikawa nombró a la anémona de mar “Calcifer”, en honor a un personaje de una de sus películas favoritas de la infancia, la animación de 2004 Howl’s Moving Castle (”El castillo moviente de Howl” por su traducción en español).
La película es una adaptación de la novela de fantasía del mismo nombre en la que Calcifer, un demonio de fuego, está atado por un pacto mágico al castillo del mago Howl, que se mueve de un lugar a otro, como un cangrejo ermitaño (Lea también: Así va Colombia en sus planes para lograr un desarrollo sostenible en 2030).
“Creo que los cangrejos consideran el caparazón de la anémona como un hogar temporal”, dijo Yoshikawa luego de largas jornadas de observación, en las que comprobó que la estructura extendida de Calcifer “es muy delgada y no tan fuerte comparada con el caparazón”.
Además, mudarse de casa es una buena manera de deshacerse de los visitantes no deseados. Cientos de otras especies viven en la superficie y en el interior de los caparazones de los cangrejos ermitaños, pero no todos son bienvenidos.
Los gusanos escamosos, por ejemplo, se instalan y roban la comida de los cangrejos ermitaños. Es por eso que Yoshikawa considera que estos crustáceos intercambian de caparazones para escapar.