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Animales como el jaguar y el gorila de montaña se vieron afectados por las actividades humanas, incluso cuando residían en una reserva natural. Así lo señaló un reciente estudio publicado por la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida (NMBU), la Universidad Rice (Estados Unidos) y la Universidad e Investigación de Wageningen (Países Bajos) (Lea también: El volcán Nevado del Ruiz regresa a nivel amarillo).
“Vivir dentro de áreas protegidas puede no proteger automáticamente a los mamíferos tropicales de los efectos de las actividades humanas. Tenemos evidencia de que los animales se ven afectados tanto por lo que sucede dentro como fuera de las áreas protegidas”, dijo Asunción Semper-Pascual, investigadora postdoctoral en NMBU y autora principal del estudio (No se pierda: Eran mineros de carbón y ahora terminaron un diplomado en transición energética).
El estudio se llevó a cabo mediante el análisis de millones de imágenes de cámaras trampa utilizadas para monitorear la vida silvestre. Así los investigadores analizaron cómo la acitividad humana afectó a 159 especies de mamíferos en 16 áreas protegidas en regiones tropicales de tres continentes: el parque nacional impenetrable de Bwindi, en África; el parque nacional Yasuní, en América del Sur; y la reserva forestal Pasoh en Asia.
Los investigadores encontraron que algunos animales se vieron particularmente afectados por la fragmentación del hábitat causada por la deforestación. Asimismo, las especies que se encuentran en hábitats específicos prosperaron cuando los daños o modificaciones en su ambiente fue menor.
Otro de los hallazgos fue que los hábitats suelen ser más variados en el borde de un área protegida, pues este puede cambiar de un denso bosque tropical a un terreno agrícola abierto.
Sin embargo, los animales que habitan en ese espacio pueden ser más vulnerables, pues se encontrarían más cerca de los humanos y sus diversas actividades. Eso generaría riesgos, por ejemplo, antes una posible caza.
Actualmente, varios líderes mundiales están tratando de proteger una mayor parte de la vida silvestre. De hecho, en diciembre de 2022, la conferencia de biodiversidad de la ONU acordó destinar el 30 % de la superficie terrestre y oceánica de la Tierra como área protegida para 2030.
Se tiene registro de que, para mediados de 2021, el 16,64 % de la tierra y el 7,74 % de los océanos se encontraba en áreas protegidas. Es por eso que la investigación señala que, a medida que se creen más zonas como estas, debe pensarse detenidamente sobre los factores dentro y fuera que influyen en la preservación de la biodiversidad.