Las cartas que jugará Colombia en la cumbre del cambio climático
A partir del domingo, los países se reunirán en Glasgow (Escocia) para descifrar cómo lograr que el aumento de la temperatura global no sea mayor a 1,5° C para finales de siglo. Esta es la agenda que llevará el gobierno de Duque.
María Mónica Monsalve
Durante el discurso de posesión del presidente Iván Duque, hace cuatro años, el medioambiente pasó más bien de manera ligera. Habló de energías renovables, de un impulso a vehículos eléctricos, sobre la protección de páramos, “riquezas marinas y montañosas” y sobre la necesidad de reducir la huella individual de carbono. Que “no haya un solo sector productivo que no tenga consigo la consigna de producir conservando y conservar produciendo”, dijo. (Lea Un tercio de la comida del mundo depende de los ríos, pero los estamos acabando)
Pero si esa fue la primera vez que Duque habló del ambiente como presidente, las próximas semanas se convertirán en las más importantes para determinar el compromiso que tiene su Gobierno frente al cambio climático. Desde el 31 de octubre al 12 de noviembre, casi todos los países del mundo se reunirán en Glasgow (Escocia) para celebrar la COP26 o Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un evento que tiene una misión titánica: evitar que el aumento de la temperatura global sea mayor a 1,5° C para finales de siglo. (Lea Microplásticos en los océanos equivalen a 30.000 millones de botellas de agua)
El aporte de Colombia para llegar a esa meta ha sido repetido varias veces desde diciembre del año pasado: reducir el 51 % las emisiones de gases efecto invernadero para el año 2030. O, si se quiere dar una cifra más compleja, el país podrá emitir máximo 169.44 millones toneladas de CO2 equivalente para ese año. Lograrlo implica, según el Ministerio de Ambiente, seguir 148 medidas: 32 que deberán liderar los ministerios, 89 a cargo de entidades territoriales, 24 en manos de empresas y tres específicas sobre reducción de carbono negro.
Claramente, entre ellas hay una dirigida a reducir la deforestación (que representa el 33% de las emisiones de Colombia) y otra enfocada a la ganadería: intervenir 25.170 fincas en 3.628.959 hectáreas para lograr la disminución del 25,83% de las emisiones netas a través de modelos sostenibles, por mencionar algunas.
Pero el compromiso de Colombia, por lo menos en el papel, no se limita a reducir emisiones. También tiene 30 medidas de adaptación o 30 medidas para planear a Colombia teniendo en cuenta los impactos del cambio climático. Por ejemplo, se plantea que para 2030 deberá tener planes de adaptación en prevención de enfermedades sensibles al clima y que el 40 % ya deberán estar implementados para entonces. También hay medidas que nos suenan más lógicas, como proteger y delimitar los 37 páramos con planes de manejo.
Se trata de un compromiso ambicioso, sobre todo teniendo en cuenta que durante el Gobierno Santos la meta de reducción era solo del 20 %. Pero en este punto de la crisis climática la pregunta clave es si está en línea con mantener al planeta en el límite de los 1.5°C. Las respuestas son variadas.
Un reciente análisis realizado por la organización Action Climate Tricker calificó los compromisos y las acciones climáticas de Colombia como “altamente insuficientes”. “Con las políticas actuales y las que entrarán en vigor, e incluso cumpliendo con la reducción del 51%, Colombia no está aportando lo que debe para mantenernos en la meta global de 1,5° C”, señaló hace algunos días a El Espectador Gustavo de Vivero, analista de políticas climáticas del New Climate Institute, colombiano y quien formó parte del análisis. Según este informe, los aportes de Colombia estarían en la ruta de un aumento de 3 o 4° C.
Pero para el viceministro de Ambiente, Nicolás Galarza, este reporte termina “castigando” a Colombia por un tema de metodología. “El análisis no incluye las emisiones relacionadas con el cambio del uso del suelo, que es el componente más importante de los compromisos de Colombia. Somos atípicos en eso, porque en la mayoría de los países es el sector minero o de industrias el que más emite, pero no aplica en Colombia, por lo que la metodología que usan ellos tiene sentido para muchos países, pero no para Colombia”, señala.
Otra de las dudas sobre los compromisos climáticos del país gira en torno a la brecha entre lo anunciado y las acciones. A Giovanny Pabón, quien estuvo detrás de temas como la formulación de la Política Nacional de Cambio Climático o negociaciones de mitigación cuando trabajaba en el Ministerio de Ambiente, le preocupa que no hay planes para desincentivar el uso del carbón, pero todavía hay mucho empeño en seguir extrayéndolo, junto al gas y al petróleo. “No se está pidiendo que mañana dejemos de usar fósiles, pero sí se trata de tener un plan en el largo plazo que le garantice una transición justa a toda la cadena de valor para que nadie se quede atrás en este gran paso que debe dar el mundo”, comenta.
Además, explica que, aunque existen varias políticas sobre el tema, la gran incógnita que las rodea es con qué recursos se van a financiar. “La destinación del impuesto al carbono la han cambiado dos veces en el último mes, por la ley de reforma tributaria y por la ley de presupuesto”, explica. Pero Galarza insiste en que el panorama no es tan oscuro. “De la meta de reducción de emisiones ya tenemos identificado con qué medidas lograr el 75% del compromiso, lo que indica que los ministerios saben qué les corresponde y hay una financiación que está asegurada”.
Pero también habría un último ausente en estos compromisos, y se trata de los humedales. Para Sandra Vilardy, PhD en ecología y medioambiente, y profesora de los Andes, “falta incorporar a estos ecosistemas que, así como pueden ser de los que más capturan carbono, también pueden emitir metano (otro potente gas efecto invernadero) cuando se deterioran”, aclara. “No solo se trata del Amazonas, sino de otras zonas muy vulnerables al cambio climático, como el Caribe, que no solo tiene que ver con la supervivencia de pequeños pescadores, sino con la actividad turística y la estabilidad del transporte marítimo”.
Tres temas claves
Una pregunta importante es qué irá a hacer Colombia a la COP26 si ya parece tener unos compromisos tan definidos. La respuesta corta es la siguiente: negociar algunas “reglas del juego” para que puedan cumplir esos compromisos. En las negociaciones del cambio climático Colombia es parte de un grupo conocido como la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AIlac), en el que también se encuentran Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú. Se les conoce por ser los países de Latinoamérica y el Caribe que, aunque no son grandes emisores, sí creen que todos los países deben hacer los mayores esfuerzos por detener el cambio climático.
Para esta COP26, la agenda que tendrá Ailac y de la que se pegará Colombia, según el viceministro Galarza, tiene tres temas claves: financiación, adaptación y regular los mercados de carbono. Pero hablemos de financiación, que será en general un tema clave de la COP26 y es una de las grandes incógnitas sobre cómo pasar del papel a la realidad.
Aunque Colombia se comprometió a reducir el 51 % de sus emisiones a 2030, sin la condición de recibir recursos internacionales -lo que sí han hecho muchos países mal llamados “en desarrollo”- Galarza señala que el país sí perseguirá el objetivo de aumentar diferentes frentes para financiar el cambio climático. “Durante su agenda internacional Duque ha conseguido distintos recursos para el tema, ya sea con préstamos de la banca multilateral, donaciones o reconocimientos, y en la COP26 vamos a continuar con esa agenda”.
Es una tarea primordial. Según un estudio liderado por el Departamento Nacional de Planeación -que aún está en revisión y ajuste-, la inversión anual en adaptación al cambio climático debe ser del 0,2 % del PIB nacional hasta 2030. Si tomamos los datos de 2019, esto quiere decir que se necesitan $2 billones cada año hasta 2030 para cumplir los compromisos de adaptación.
Para lograrlo, entonces, es válido que Colombia esté buscando todos los frentes de lucha. Una de ellas podría ser una idea que Duque lanzó en septiembre durante el Diálogo de Alto Nivel sobre Acción Climática en las Américas: que a los países que demuestren que cumplieron con las metas de cambio climático se les condonen las deudas. Una propuesta que, quizá, oficialicen durante las próximas semanas, durante la COP26.
*Esta historia fue producida como parte del 2021 Climate Change Media Partnership, una beca de periodismo organizada por Internews’ Earth Journalism Network y Stanley Center for Peace and Security.
Durante el discurso de posesión del presidente Iván Duque, hace cuatro años, el medioambiente pasó más bien de manera ligera. Habló de energías renovables, de un impulso a vehículos eléctricos, sobre la protección de páramos, “riquezas marinas y montañosas” y sobre la necesidad de reducir la huella individual de carbono. Que “no haya un solo sector productivo que no tenga consigo la consigna de producir conservando y conservar produciendo”, dijo. (Lea Un tercio de la comida del mundo depende de los ríos, pero los estamos acabando)
Pero si esa fue la primera vez que Duque habló del ambiente como presidente, las próximas semanas se convertirán en las más importantes para determinar el compromiso que tiene su Gobierno frente al cambio climático. Desde el 31 de octubre al 12 de noviembre, casi todos los países del mundo se reunirán en Glasgow (Escocia) para celebrar la COP26 o Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un evento que tiene una misión titánica: evitar que el aumento de la temperatura global sea mayor a 1,5° C para finales de siglo. (Lea Microplásticos en los océanos equivalen a 30.000 millones de botellas de agua)
El aporte de Colombia para llegar a esa meta ha sido repetido varias veces desde diciembre del año pasado: reducir el 51 % las emisiones de gases efecto invernadero para el año 2030. O, si se quiere dar una cifra más compleja, el país podrá emitir máximo 169.44 millones toneladas de CO2 equivalente para ese año. Lograrlo implica, según el Ministerio de Ambiente, seguir 148 medidas: 32 que deberán liderar los ministerios, 89 a cargo de entidades territoriales, 24 en manos de empresas y tres específicas sobre reducción de carbono negro.
Claramente, entre ellas hay una dirigida a reducir la deforestación (que representa el 33% de las emisiones de Colombia) y otra enfocada a la ganadería: intervenir 25.170 fincas en 3.628.959 hectáreas para lograr la disminución del 25,83% de las emisiones netas a través de modelos sostenibles, por mencionar algunas.
Pero el compromiso de Colombia, por lo menos en el papel, no se limita a reducir emisiones. También tiene 30 medidas de adaptación o 30 medidas para planear a Colombia teniendo en cuenta los impactos del cambio climático. Por ejemplo, se plantea que para 2030 deberá tener planes de adaptación en prevención de enfermedades sensibles al clima y que el 40 % ya deberán estar implementados para entonces. También hay medidas que nos suenan más lógicas, como proteger y delimitar los 37 páramos con planes de manejo.
Se trata de un compromiso ambicioso, sobre todo teniendo en cuenta que durante el Gobierno Santos la meta de reducción era solo del 20 %. Pero en este punto de la crisis climática la pregunta clave es si está en línea con mantener al planeta en el límite de los 1.5°C. Las respuestas son variadas.
Un reciente análisis realizado por la organización Action Climate Tricker calificó los compromisos y las acciones climáticas de Colombia como “altamente insuficientes”. “Con las políticas actuales y las que entrarán en vigor, e incluso cumpliendo con la reducción del 51%, Colombia no está aportando lo que debe para mantenernos en la meta global de 1,5° C”, señaló hace algunos días a El Espectador Gustavo de Vivero, analista de políticas climáticas del New Climate Institute, colombiano y quien formó parte del análisis. Según este informe, los aportes de Colombia estarían en la ruta de un aumento de 3 o 4° C.
Pero para el viceministro de Ambiente, Nicolás Galarza, este reporte termina “castigando” a Colombia por un tema de metodología. “El análisis no incluye las emisiones relacionadas con el cambio del uso del suelo, que es el componente más importante de los compromisos de Colombia. Somos atípicos en eso, porque en la mayoría de los países es el sector minero o de industrias el que más emite, pero no aplica en Colombia, por lo que la metodología que usan ellos tiene sentido para muchos países, pero no para Colombia”, señala.
Otra de las dudas sobre los compromisos climáticos del país gira en torno a la brecha entre lo anunciado y las acciones. A Giovanny Pabón, quien estuvo detrás de temas como la formulación de la Política Nacional de Cambio Climático o negociaciones de mitigación cuando trabajaba en el Ministerio de Ambiente, le preocupa que no hay planes para desincentivar el uso del carbón, pero todavía hay mucho empeño en seguir extrayéndolo, junto al gas y al petróleo. “No se está pidiendo que mañana dejemos de usar fósiles, pero sí se trata de tener un plan en el largo plazo que le garantice una transición justa a toda la cadena de valor para que nadie se quede atrás en este gran paso que debe dar el mundo”, comenta.
Además, explica que, aunque existen varias políticas sobre el tema, la gran incógnita que las rodea es con qué recursos se van a financiar. “La destinación del impuesto al carbono la han cambiado dos veces en el último mes, por la ley de reforma tributaria y por la ley de presupuesto”, explica. Pero Galarza insiste en que el panorama no es tan oscuro. “De la meta de reducción de emisiones ya tenemos identificado con qué medidas lograr el 75% del compromiso, lo que indica que los ministerios saben qué les corresponde y hay una financiación que está asegurada”.
Pero también habría un último ausente en estos compromisos, y se trata de los humedales. Para Sandra Vilardy, PhD en ecología y medioambiente, y profesora de los Andes, “falta incorporar a estos ecosistemas que, así como pueden ser de los que más capturan carbono, también pueden emitir metano (otro potente gas efecto invernadero) cuando se deterioran”, aclara. “No solo se trata del Amazonas, sino de otras zonas muy vulnerables al cambio climático, como el Caribe, que no solo tiene que ver con la supervivencia de pequeños pescadores, sino con la actividad turística y la estabilidad del transporte marítimo”.
Tres temas claves
Una pregunta importante es qué irá a hacer Colombia a la COP26 si ya parece tener unos compromisos tan definidos. La respuesta corta es la siguiente: negociar algunas “reglas del juego” para que puedan cumplir esos compromisos. En las negociaciones del cambio climático Colombia es parte de un grupo conocido como la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AIlac), en el que también se encuentran Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú. Se les conoce por ser los países de Latinoamérica y el Caribe que, aunque no son grandes emisores, sí creen que todos los países deben hacer los mayores esfuerzos por detener el cambio climático.
Para esta COP26, la agenda que tendrá Ailac y de la que se pegará Colombia, según el viceministro Galarza, tiene tres temas claves: financiación, adaptación y regular los mercados de carbono. Pero hablemos de financiación, que será en general un tema clave de la COP26 y es una de las grandes incógnitas sobre cómo pasar del papel a la realidad.
Aunque Colombia se comprometió a reducir el 51 % de sus emisiones a 2030, sin la condición de recibir recursos internacionales -lo que sí han hecho muchos países mal llamados “en desarrollo”- Galarza señala que el país sí perseguirá el objetivo de aumentar diferentes frentes para financiar el cambio climático. “Durante su agenda internacional Duque ha conseguido distintos recursos para el tema, ya sea con préstamos de la banca multilateral, donaciones o reconocimientos, y en la COP26 vamos a continuar con esa agenda”.
Es una tarea primordial. Según un estudio liderado por el Departamento Nacional de Planeación -que aún está en revisión y ajuste-, la inversión anual en adaptación al cambio climático debe ser del 0,2 % del PIB nacional hasta 2030. Si tomamos los datos de 2019, esto quiere decir que se necesitan $2 billones cada año hasta 2030 para cumplir los compromisos de adaptación.
Para lograrlo, entonces, es válido que Colombia esté buscando todos los frentes de lucha. Una de ellas podría ser una idea que Duque lanzó en septiembre durante el Diálogo de Alto Nivel sobre Acción Climática en las Américas: que a los países que demuestren que cumplieron con las metas de cambio climático se les condonen las deudas. Una propuesta que, quizá, oficialicen durante las próximas semanas, durante la COP26.
*Esta historia fue producida como parte del 2021 Climate Change Media Partnership, una beca de periodismo organizada por Internews’ Earth Journalism Network y Stanley Center for Peace and Security.