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Las mujeres piangüeras: raíces de la Conservación en Bahía Málaga

En el marco del VI Congreso Mundial de Manglares, que en 2023 se llevó a cabo en Colombia, visitamos la comunidad de La Plata, ubicada en el Territorio Ancestral del Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga, zona de influencia del Parque Nacional Natural (PNN) Uramba-Bahía Málaga. Allí tuve la oportunidad de conocer a algunas de las mujeres miembros de la asociación Raíces Piangüeras, y conversar con algunas de ellas, con su líder, Matilde Mosquera, y con nuestro guía a los manglares, José Daniel Mosquera.

Rocío Moreno-Sánchez**, especial para El Espectador
07 de octubre de 2023 - 06:30 p. m.
La Asociación de Mujeres Piangüeras Raíces del Manglar son las encargadas del cuidado y manejo del ecosistema en los sitios del manglar donde se lleva a cabo la extracción de la piangua.
La Asociación de Mujeres Piangüeras Raíces del Manglar son las encargadas del cuidado y manejo del ecosistema en los sitios del manglar donde se lleva a cabo la extracción de la piangua.
Foto: Cortesía de Rocío Moreno

El PNN Uramba-Bahía Málaga fue creado en agosto de 2010 y cuenta con una extensión de cerca de 47 mil hectáreas. De acuerdo con la página web de la Unidad Nacional de Parques Nacionales, la intención del parque es “articular de manera funcional los resguardos indígenas, territorios colectivos de comunidades negras, el Distrito de Manejo Integrado (DMI) Bahía Málaga y el Parque Regional Natural de La Sierpe”. Estos dos últimos fueron creados, antes de la constitución del PNN, por la Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC), con apoyo de sus pobladores y con el propósito de proteger y hacer un uso sostenible, en co-manejo, de los recursos naturales .

A partir de la promulgación de la Ley 70 de 1993, en la zona de influencia del Parque Uramba-Bahía Málaga se crearon varios Consejos Comunitarios (CC): La Plata-Bahía Málaga, Ladrilleros, Puerto España, Juanchaco, La Barra y Chucheros Ensenada El Tigre. De ellos, el consejo comunitario La Plata-Bahía Málaga fue el primero legalmente constituido. Se ubica en la ensenada de la bahía y está conformado por cuatro comunidades: La Plata (70 familias), La Sierpe (45 familias), Miramar (50 familias) y Mangaña (35 familias): 200 familias, con aproximadamente 600 personas. Cada una de estas comunidades tiene su delegado ante la Junta de Consejo Comunitario, que es la autoridad de dirección, administración y control del territorio ancestral y colectivo. Este consejo comunitario posee un título colectivo con una extensión de cerca de 40.000 hectáreas, según la Resolución de Adjudicación Colectiva No. 2802 del 13 de diciembre de 2012, expedida por el INCODER.

Los habitantes de este territorio étnico han conservado sus prácticas tradicionales relacionadas con el manejo y conservación de los recursos naturales, así como su cultura local propia. Las principales fuentes de ingreso de estas comunidades giran alrededor de la pesca tradicional o artesanal y la recolección de moluscos y crustáceos, la elaboración de artesanías, así como la cestería con bejucos y la talla de madera, transmitidos de generación en generación. Hoy, la extracción de madera se realiza principalmente para la construcción de sus propias viviendas, ejerciendo lo que se llama usos por ministerio de ley. Recientemente, están incursionando en el eco-etno-turismo, aprovechando las riquezas naturales y culturales y la gastronomía propia de región. Llevan a cabo también actividades agrícolas, esencialmente de productos para el autoconsumo, como yuca, plátano, papa china y caña de azúcar; esta última se utiliza para la elaboración de viche, una bebida ancestral, actualmente muy apetecida por los turistas.

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A lo largo de un recorrido por la línea de la costa en el sentido sur-norte desde Buenaventura, en lancha rápida, de aproximadamente una hora y media, arribamos a Isla de La Plata en donde fuimos recibidos en el muelle por mujeres pertenecientes a la asociación de mujeres piangüeras, dedicadas fundamentalmente a la recolección del molusco Anadara tuberculosa, conocido como piangua o concha. Esta actividad representa su principal fuente de ingresos. También tuvimos como anfitrión al señor José Daniel Mosquera, pescador y parte del grupo de Salvaguardas de la Bahía (grupo ambiental que trabaja por la conservación del ecosistema de manglar).

El Archipiélago de La Plata está integrado por aproximadamente 32 islas e islotes; este constituye una zona estratégica para la conservación de la biodiversidad en el litoral Pacífico colombiano. De hecho, esta zona se considera uno de los hotspots globales de biodiversidad.

La comunidad de La Plata-Bahía Málaga hace parte del Consejo Comunitario, máxima autoridad en la zona que, como todos los consejos comunitarios de Colombia conforme al decreto 1745 de 1995, cuenta con una junta de consejo y comités o asociaciones de diversa índole, que tienen su accionar principalmente alrededor de las actividades económicas y ambientales, así como otros propósitos de índole comunitario.

Matilde Mosquera Murillo, representante legal de la Asociación Raíces Piangüeras, es una socióloga joven (26 años) originaria de La Plata, quien hace un par de años asumió el reto de liderar esta organización que se conformó en el 2019. Salió de su comunidad a terminar sus estudios secundarios a los 17 años en la cabecera municipal de Buenaventura, en donde siguió su carrera como socióloga en la Universidad del Pacífico. Aún no tiene hijos porque, de acuerdo con su propias palabas, ella y su compañero desean terminar de prepararse académica y económicamente para asumir esa responsabilidad. Además, ambos sirven de apoyo técnico al Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga.

La asociación cuenta actualmente con 67 mujeres miembros, aunque no han actualizado los documentos ante la Cámara de Comercio, donde se incluyen solo 26 mujeres. En el Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga se contabilizan casi 160 personas que se dedican parcial o totalmente a la extracción de la piangua como actividad económica. De ellas, aproximadamente 115 son mujeres.

Debido al deterioro del manglar, así como a la reducción sustancial de la piangua en el territorio, las mujeres que derivan su sustento de la explotación de este molusco decidieron organizarse, no solo para proteger el manglar, hábitat de la Anadara tuberculosa, sino para controlar y realizar un manejo sostenible de la extracción de dicho recurso natural. De esta manera, y con el apoyo de varias entidades gubernamentales, como la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca -AUNAP-, la CVC y el SENA, Universidades (Universidad del Valle, Universidad Javeriana, Universidad de los Andes), y ONG como WWF, Fondo para la Acción Ambiental y Conservación Internacional, las mujeres de la asociación han recibido capacitación y han sido apoyadas para la realización de acuerdos formales e informales para el manejo de la piangua. En este proceso, se creó la Asociación de Mujeres Piangüeras Raíces del Manglar, encargadas del cuidado y manejo de este ecosistema, dado que son ellas las que históricamente han sido usuarias de sus recursos.

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La asociación realiza actividades de monitoreo permanente de los sitios del manglar donde se lleva a cabo la extracción. En la actualidad, el monitoreo es llevado a cabo por once mujeres, contratadas con recursos de diversos tipos y fuentes gestionados por el Consejo Comunitario. Algunas de ellas fueron nuestras anfitrionas y acompañantes en nuestra visita a las zonas de manglar: Aura Nelly, Sinforiana, Rosa, Marlin, Martha, Ana, Matilde y Alba. Entre sus funciones se resalta el control de las tallas de las conchas que extraen sus compañeras, que debe ser al menos de cinco centímetros. Para ello, utilizan un instrumento llamado “piangüímetro”.

Las monitoras reciben cerca de un salario mínimo mensual, además de prestaciones sociales. Ellas llevan registros sobre cuántas pianguas extrae cada mujer, si la concha es hembra o macho, y la talla. A partir de apoyos de diversas entidades y proyectos, y del mismo consejo comunitario, las mujeres encargadas del monitoreo cuentan con las herramientas y equipos necesarios para realizar mediciones y registros de diversa índole en cuadrantes y transectos en monitoreos mensuales y medición de las tallas de las pianguas recolectadas (por ejemplo, decámetros, GPS, tubos para instalación de cuadrantes y transectos, piangüímetros, pie de rey, entre otros).

Así mismo, la asociación vigila y controla la tala ilegal del manglar, por lo que han establecido zonas de vedas espaciales por temporadas para el descanso del recurso: “descanso raicero”. Esta actividad permite que se evite la sobreexplotación de la concha, favorece la reproducción del molusco y facilita que las zonas de manglar en descanso tengan “un respiro” de la presión de la extracción.

Aunque no todas las mujeres piangüeras pertenecen a la asociación, todas respetan las reglas acordadas y se someten a la medición de tallas una vez llegan a puerto. Esa es una decisión del Consejo Comunitario. Se puede decir que las monitoras del manglar tienen una autoridad sobre el manejo del mismo y la extracción de las conchas. Si las tallas no superan los cinco centímetros, son decomisadas y se devuelven al manglar. Una vez recogidas, las conchas se almacenan en unas instalaciones construidas en madera con piso de barro y condiciones de humedad especiales, llamadas viveros, con el fin de mantenerlas vivas y en buen estado de conservación hasta el momento de la venta, que se realiza máximo cada 15 días en Buenaventura.

La Asociación Raíces Piangüeras también ha buscado las formas de evitar la intermediación de su producto y creó un fondo de apoyo a las mujeres miembros en casos de contingencias o necesidades domésticas. Además, participan en otro proyecto comunitario de turismo denominado “la ruta de la piangua”, que se ofrece no solo a turistas, sino que además ha servido con fines académicos.

Esta actividad constituye otra fuente de ingreso para mujeres piangüeras. Por ejemplo, María Alejandra Vélez, profesora de la Facultad de Economía en la Universidad de los Andes, y directora del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas -CESED-, ofrece el curso anual “Territorios Colectivos: Desarrollo y Gobernanza”, en donde se incluye una visita a La Plata, con el propósito de que los alumnos comprendan, más allá de la teoría, el proceso colectivo y la organización de las piangüeras y del Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga, y conozcan posibilidades reales de establecer acuerdos y reglas internas para la conservación y el manejo sostenible de los recursos naturales en las comunidades usuarias.

Sin embargo, es relevante saber que el trabajo de la recolección de piangua es quizá uno de los que más esfuerzo requiere cuando hablamos de extracción de recursos. Las mujeres piangüeras trabajan aproximadamente seis horas al día, aprovechando la marea baja, cuando las raíces del manglar quedan descubiertas de las aguas salobres que las cubren.

Generalmente el trabajo de piangüeo se desarrolla dos semanas al mes dependiendo de la “puja” o “la quiebra”. Durante “la puja” (cuando la marea alta está en las horas de la mañana) las mujeres pueden salir a desarrollar su actividad de concheo en la mañana, lo que les resulta más favorable.

De acuerdo con la versión dada por una de las mujeres piangüeras entrevistadas, las mejores épocas para pescar son las de lluvia. Sin embargo, ahora con los cambios del clima, es difícil definir. Salen generalmente a las 6 de la mañana, después de preparar el desayuno y realizar algún otro tipo de labor doméstica. Lo hacen en grupo. Salen de madrugada en botes, generalmente movilizados a remo. La vestimenta requiere botas plásticas, guantes, canastos para recoger la concha; varias cubren sus cabezas con pañoletas para proteger el cabello del barro. Aunque se enfrentan a nubes de mosquitos, algunas van en vestido, otras en pantalón y camisa de manga larga. Varias preparan unas latas donde queman algo de leña para espantar a los insectos como el jején. Una vez llegan al sitio escogido se distribuyen entre el manglar, pasando por encima y por debajo de una maraña de raíces. Caminan durante toda la jornada sobre el barro, enterrando sus pies. Se detienen, observan, y contando con su conocimiento y experiencia, deciden en que sitio, entre el lodo, meter sus manos para buscar la concha. Pianguar es una tarea ardua, extenuante.

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En una jornada promedio las mujeres pueden recolectar cerca de 20 docenas de conchas. Mientras entierran sus pies y manos entre el barro cantan líricas compuestas por ellas mismas, que generalmente dedican al manglar, a su trabajo de concheo, a la naturaleza, y a su cultura. El aumento de la marea indica la finalización de la jornada.

Matilde Mosquera me cuenta que, gracias a la Asociación Raíces Piangüeras, las mujeres han aumentado su empoderamiento a nivel de hogar y de comunidad. Varias de ellas han decidido terminar sus estudios de secundaria y otras han continuado con estudios técnicos. Las mujeres reconocen la necesidad de participar en su comunidad y de aprender y apropiarse de otros saberes, incluyendo los asuntos técnicos relacionados con el manglar y el recurso que extraen. Se observa también, por ejemplo, la inversión de sus ingresos en educación propia y de sus hijos.

Además del grupo de piangüeras, el Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga cuenta con un grupo de Salvaguardas Territoriales (aproximadamente 30 hombres guardabosques, cuya actividad económica anteriormente era la tala de madera), Salvaguardas de la Bahía (cuatro pescadores responsables de la zona marina), el grupo turístico Ecomanglar y el grupo de artesanos, entre otros. Todos los grupos de trabajo del consejo comunitario se encuentran interconectados de una u otra forma, generando beneficios individuales y colectivos. Las monitoras del manglar se pueden rotar cada año dependiendo de los beneficios que reciba su hogar de los proyectos comunitarios. La idea es que con los ingresos recibidos durante su labor como monitoras puedan, por ejemplo, desarrollar algún tipo de emprendimiento productivo o mejorar su vivienda. Se busca la distribución equitativa de los beneficios de los proyectos para todos los hogares de la comunidad. Por ejemplo, en un mismo hogar no puede contratarse simultáneamente a un salvaguarda y a una monitora.

El propósito del Consejo Comunitario de la Plata-Bahía Málaga es brindar alternativas económicas sostenibles a todos los hogares de su comunidad. Según me explicaron Matilde y José Daniel, el consejo firmó un contrato por 30 años de pago por servicios ambientales (específicamente bonos de carbono), para bosques húmedos tropicales -no de manglar-, apoyado por USAID, BIOREDD y el Fondo Acción Ambiental (este último como implementador del proyecto), así como otras ONG (Conservación Internacional). Gracias a este proyecto ha sido posible realizar diversas inversiones y pagos a los salvaguardas y monitoras del mangle, así como a técnicos de apoyo al CC. Con estos recursos también fue posible, por ejemplo, mejorar la unidad productiva de una mujer “mayora”, conocedora de la artesanía ancestral. Este proceso de pagos por bonos de carbono lleva, desde su diseño, más de 10 años. Su implementación inició en 2013, pero el primer pago se realizó en 2020.

El Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga también cuenta con un grupo de género. En este caso, el consejo comunitario aporta recursos para emprendimientos propios de las mujeres (por ejemplo, negocios de venta de ropa). Así mismo, se implementó un proyecto de 20 azoteas para la recuperación de plantas aromáticas y medicinales cuyo uso y conocimiento ancestral se estaban perdiendo. Hoy en día, una mujer hace parte de la Junta de Consejo del Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga, ejerciendo el papel de secretaria. Matilde espera que dentro de la elección de las nuevas directivas participen y se elijan más mujeres, ojalá, entre ellas, alguna de Raíces Piangüeras.

Otras fuentes de apoyo financiero para el CC de La Plata-Bahía Málaga provienen, por ejemplo, del que se denomina el Fondo La Minga, operado por el Fondo para la Acción Ambiental, que brinda recursos para administrar las áreas protegidas del golfo de Tribugá, del Distrito de Manejo Integrado La Plata y del Parque Regional Natural La Sierpe, cuyos recursos se invierten principalmente en monitoreo ambiental y en la conservación del recurso pesquero. Este es un fondo patrimonial que recibe, entre otros, recursos de financiamiento del gobierno de Suecia.

Los recursos de las diferentes fuentes tienen diversos destinos. Por un lado, está el bienestar social, a través del cual se invierte en el mejoramiento de viviendas, suplir necesidades básicas como energía, el puesto de salud y muelles para el acceso a las comunidades. Otros recursos se invierten directamente en hogares particulares, por ejemplo, los Salvaguardas Territoriales, quienes reciben dos salarios mínimos, adicional al pago del seguro de salud.

El papel de los Salvaguardas Territoriales es evitar la tala de bosque dentro de su territorio por parte de personas externas, así como por parte de individuos de la misma comunidad. Estos Salvaguardas del Bosque también realizan monitoreos de aves y mamíferos utilizando cámaras trampa. De esta manera, han identificado animales como pavas cantoras, felinos de diferentes especies, guatines, guaguas, jabalíes o cerdos silvestres, entre otros. A través de diálogos y acuerdos han llegado a evitar la presencia de taladores apoyados por grupos ilegales. Los Salvaguardas Territoriales también realizan procesos de reforestación de las especies nativas más amenazadas en la zona. Me cuenta Matilde que actualmente el grupo de “madereros” está sembrando arroz para subsistencia y para comercialización.

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Por otro lado, la responsabilidad de los Salvaguardas de la Bahía es que se cumpla con las reglas definidas en los acuerdos de pesca del consejo comunitario, que limita las artes de pesca inapropiadas (como ojos de malla muy pequeños, buceo con tanque, arpón explosivo, redes de arrastre, entre otros). Por ejemplo, entre la reglamentación de pesca del CC está prohibida la captura de tortugas y se está llevando a cabo monitoreo de estas especies. Con el grupo de hogares cuyo principal sustento económico es la pesca, el CC también trabaja en identificar canales de comercialización para mejorar el mercadeo y precio del pescado. Han recibido además capacitaciones sobre el manejo del recurso pesquero y cuentan ya con infraestructura para realizar la transformación del pescado y generar valor agregado (fileteo, empaque al vacío, cadena de frío, entre otros). Este es un proceso en construcción.

Otros hogares apoyan el proyecto turístico de la comunidad. La Asociación Ecomanglar es un proyecto etno-eco-turístico sin ánimo de lucro, cuyos beneficios se destinan a suplir las necesidades de la comunidad. Ecomanglar ha diseñado diferentes productos como senderos por los manglares, la ruta de la piangua, lampareos fotográficos, avistamiento de aves y avistamiento de ballenas. Las visitas turísticas apoyan a su vez el comercio de las artesanías locales, así como el disfrute de su gastronomía y de bebidas típicas.

El CC también cuenta con recursos para proyectos sociales que benefician a hogares que no están incluidos en algunos de estos grupos. Los recursos que reciben por la conservación a partir de proyectos REDD+ también incluyen el pago de salarios a profesionales que sirven de apoyo técnico en diferentes áreas que requiere el Consejo y que son originarios de la misma comunidad.

De acuerdo con Matilde, el éxito de los procesos REDD+ u otras experiencias de pagos por servicios ambientales requiere de algunas precondiciones: i) formación de la comunidad sobre cómo funcionan esos proyectos, ii) fortalecimiento de los aspectos administrativos, iii) cohesión al interior de la comunidad, iv) mantenimiento de la defensa y gobernanza territorial, v) líderes con la capacidad de aprender y conocer sobre la diversidad que trae la modernidad y, con el apoyo de la comunidad, decidir si esas propuestas son positivas o negativas para sus habitantes, principalmente, en términos de la autonomía sobre sus recursos y territorios.

La comunidad preparó para nuestra visita un recorrido por el manglar con el fin de observar las seis especies de mangle que allí se encuentran. Además, las mujeres piangüeras nos invitaron a participar de su actividad de piangüeo y nos explicaron cómo desarrollaban el monitoreo. Algunos de los investigadores que participamos en la visita al manglar con las mujeres (geólogos, biólogos, ecólogos, ingenieros forestales y economistas) acudimos a su llamado para realizar la tarea de extracción de la piangua. Desde mi perspectiva, el diálogo de saberes empieza por ahí: entender cómo, por qué, dónde y cuál es el esfuerzo que se realiza para extraer un recurso natural particular en un ecosistema específico.

Como Matilde resaltó en varias de sus intervenciones durante las conversaciones después de las salidas de campo, los científicos debemos reconocer el conocimiento local, debemos entender el papel de las comunidades en la conservación y debe existir un diálogo horizontal de saberes entre la ciencia y el conocimiento tradicional. En palabras de Matilde: “los científicos deben construir en conjunto con las comunidades”. Relevante es comprender que el conocimiento tradicional está al mismo nivel del conocimiento científico. Además, que las comunidades son un apoyo importante, eficaz y eficiente en términos de toma de datos e interpretación. Sin comprender que el manglar no son solo un grupo de especies y árboles sino un socio-ecosistema, donde la salud de este depende de múltiples interacciones entre especies, disciplinas, tipos de conocimiento, usos y fuentes de información, la conservación de esas especies será un camino difícil.

Si revisáramos de manera rápida y general, y con la información limitada de una visita y algunas entrevistas, que reduce el alcance de un análisis profundo, podríamos decir que el proceso del CC La Plata-Bahía Málaga, y particularmente el de la asociación de mujeres piangüeras, presenta varios de los criterios que Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía en 2009, identificó inicialmente como aquellos que permiten un manejo colectivo sostenible de los recursos naturales por parte de comunidades usuarias: i) límites claramente establecidos sobre los derechos de propiedad de las comunidades, ii) balance entre beneficios y costos de la conservación para las comunidades, iii) arreglos con los individuos cuyas actividades afectan la conservación (por ej., taladores, pescadores, piangüeras), iv) monitoreo de los recursos naturales, v) sanciones graduales (por ej., decomisos, sanciones a taladores o al uso de artes de pesca inadecuadas), vi) mecanismos de resolución de conflictos (a través del Consejo Comunitario como máxima autoridad), vii) reconocimiento de los derechos de las comunidades para autoorganizarse (Ley 70 de 1993), y viii) actividades de gobernanza encadenadas para situaciones en que la gobernanza de un territorio se anida con la de otro territorio o con otras figuras de protección o jurisdicciones (otros consejos comunitarios, PNN, corporaciones regionales, DMI, etc.). Este caso merece un estudio multidisciplinario detallado.

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A pesar de los logros obtenidos por el primer consejo comunitario constituido en la zona, aún persisten retos. Para Matilde Mosquera, la representante legal de Raíces Piangüeras y líder de la comunidad, los principales retos se centran en el mejoramiento de los servicios de salud (centro de salud con médico permanente) y en la calidad de la educación para niños y jóvenes, así como en el acceso a educación superior para mujeres que no pueden salir del territorio.

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En el territorio de La Plata-Bahía Málaga existen seis especies de mangle (en sus nombres comunes y regionales: mangle rojo, mangle nato, mangle piñuelo, mangle botón o botoncillo, mangle bobo y mangle comedero), que están siendo protegidos por la comunidad, especialmente por las mujeres piangüeras.

De hecho, a principios de agosto de 2023, se realizó el Primer Encuentro de Mujeres Piangüeras del Pacífico Colombiano. Allí, las mujeres reunidas solicitaron al gobierno nacional su gestión para declarar la labor de piangüeo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la UNESCO.

No obstante, el Consejo Comunitario de La Plata-Bahía Málaga enfrenta un dilema: ellos están en desacuerdo con los límites establecidos para el PNN Uramba-Bahía Málaga, principalmente por dos razones, relacionadas una con la otra: i) no se tuvieron en cuenta los planteamientos de la última reunión de consentimiento previo, libre e informado para la definición de límites, y ii) los límites del PNN incluyeron la línea de marea más alta, lo que significa que los manglares hacen parte del área nacional protegida y no pueden ser sujetos de titulación colectiva (lo que implica que la comunidad no tendría derechos de propiedad sobre estas áreas de manglar).

Como consecuencia, aunque las comunidades sean quienes hacen los esfuerzos por su cuidado y protección, como lo han venido haciendo incluso desde antes de la declaratoria del parque, no tienen derecho, como titulares, a recibir compensaciones tipo REDD+ o pagos por servicios ambientales por su conservación. Por tanto, la titulación colectiva de las zonas de manglar es una de las continuas solicitudes de las mujeres piangüeras de los consejos comunitarios a las autoridades ambientales. El diálogo con las autoridades de PNN ha sido, en el mejor de los casos, difícil.

Aun así, son las mujeres que recolectan la Anadara tuberculosa, que hoy en día están a cargo de la conservación y uso sostenible de los manglares, quienes constituyen las verdaderas raíces de la conservación. Sin esas raíces, el tronco de la conservación de los manglares está en peligro.

* Este documento fue escrito a partir de entrevistas con Matilde Mosquera Murillo, representante legal de Raíces Piangüeras, y José Daniel Mosquera, líder comunitario y Salvaguarda de la Bahía, así como conversaciones con algunas mujeres piangüeras durante nuestro recorrido. Adicionalmente, se utilizaron las siguientes fuentes de información complementarias:

- Martínez et al., 2018. Diagnóstico diferencial Ecomanglar. Comunidad: Isla La Plata Buenaventura – Valle. Programa de fortalecimiento productivo y empresarial para pueblos indígenas y comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras- NARP en Colombia”. MICIT;

- https://www.parquesnacionales.gov.co/nuestros-parques/pnn-uramba-bahia-malaga/ ;

- https://www.aunap.gov.co/la-aunap-trabaja-de-la-mano-con-las-comunidades-de-mujeres-piangüeras-para-asegurar-el-aprovechamiento-sostenible-del-recurso-pesquero/ ;

- https://www.pares.com.co/post/mujeres-piang%C3%BCeras-de-bah%C3%ADa-m%C3%A1laga ;

- https://cvc.gov.co/boletin-prensa-058-2022 ;

- https://occidente.co/regionales/pianguar-una-riqueza-cultural-del-pacifico-que-pasa-de-generacion-en-generacion/ ;

- https://www.elespectador.com/ambiente/piangueo-la-practica-de-las-mujeres-del-pacifico-que-seria-patrimonio-de-la-unesco/

- Agradezco los comentarios brindados por los directivos del Consejo Comunitario La Plata-Bahía Málaga a este documento.

** Zootecnista, Universidad Nacional de Colombia; MSc. Economía Ambiental y de Recursos Naturales, Universidad de los Andes; MSc. Economía Agrícola, Ambiental y del Desarrollo, Ohio State University. Actualmente investigadora asociada de la Facultad de Economía de los Universidad de los Andes.

Por Rocío Moreno-Sánchez**, especial para El Espectador

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