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Los científicos y estudiosos de las orcas saben que se trata de animales muy complejos. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos estima que hay alrededor de 50.000 orcas en todo el mundo, de diferentes especies y subespecies. Son muy sociables y la mayoría vive en grupos sociales llamados manadas. La humanidad ha convivido con ellas hace muchos años y los encuentros no han faltado, pero lo que viene sucediendo desde 2020 tiene un poco inquietos y asombrados a los investigadores.
Desde ese año se han venido reportando interacciones entre orcas y yates o veleros frente a las costas de España y Portugal que, en varias ocasiones, han terminado con el hundimiento del barco. Las cifras no son del todo claras, pero se habla desde entonces de hasta más de 100 e incluso 200 encuentros de este tipo. La mayoría de los relatos siguen un patrón: las orcas siguen el barco y lo embisten con fuerza, la suficiente para provocar daños, en un comportamiento que los investigadores consideran muy inusual.
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Han surgido teorías para explicar ese comportamiento. Entre ellas, algunos investigadores sugieren que todo habría sido desencadenado por un “incidente” anterior que involucró a algún tipo de embarcación en el que la velocidad del bote pudo haber sido un factor crítico. Como resultado de esa posible interacción (de la que no se conoce ni fecha ni lugar), las orcas pueden haberse sentido obligadas a actuar, lo que ha dado para que muchos medios alrededor del mundo describan esas situaciones como una “venganza”.
Pero la “venganza” es una emoción humana que no explica con juicio el comportamiento de ningún animal. ¿Fueron ataques o se trata más bien de un juego? Las orcas tienden a sentir curiosidad por la popa de los barcos, por su ruido y por su movimiento.
“Les encanta interactuar con objetos en movimiento, y estar cerca de una embarcación significa cabalgar sobre las olas, así que hay velocidad y hay interacción”, explicó en The New York Times Bruno Díaz López, biólogo residente en Galicia y director del Instituto de Investigación del Delfín Mular. Posiblemente, al aumentar la velocidad, los barcos llaman la atención de las oscas, que aprenden a través del juego y la curiosidad. De hecho, esto explicaría que algunas de esas situaciones hayan sido protagonizadas por individuos adultos que son observados y después seguidos por individuos más pequeños.
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Algunas de las medidas que ha tomado Salvamento Marítimo, la agencia española de búsqueda y rescate en el océano, incluyen un máximo de velocidad e incluso la prohibición de navegación de cierto tamaño de embarcaciones en determinadas zonas de la costa. Mientras los científicos y las autoridades en España continúan investigando el fenómeno, los científicos recomiendan tener cuidado y evitar caer en la humanización de los comportamientos animales.