Las ranas que tienen “cuatro ojos” para defenderse de depredadores
Una reciente investigación demostró por primera vez cómo la rana de “cuatro ojos”, Pleurodema brachyops, puede defenderse de depredadores en situaciones de ataque. El estudio fue realizado por científicos colombianos y publicado en la prestigiosa revista Evolutionary Biology.
María Paula Lizarazo
Los animales tienen diferentes formas para defenderse de sus depredadores. Algunos se camuflan entre el ambiente en el que están, de modo que no puedan ser detectados, como los sapos que parecen parte de la hojarasca, o tienen colores vistosos que avisan a sus depredadores que son tóxicos. Otros revelan un color “escondido” para sorprender a sus depredadores, algo que se conoce como despliegues deimáticos; por ejemplo, algunas mariposas, ante la aparición de un depredador, se cierran y muestran unas manchas que parecen un par de ojos.
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Los animales tienen diferentes formas para defenderse de sus depredadores. Algunos se camuflan entre el ambiente en el que están, de modo que no puedan ser detectados, como los sapos que parecen parte de la hojarasca, o tienen colores vistosos que avisan a sus depredadores que son tóxicos. Otros revelan un color “escondido” para sorprender a sus depredadores, algo que se conoce como despliegues deimáticos; por ejemplo, algunas mariposas, ante la aparición de un depredador, se cierran y muestran unas manchas que parecen un par de ojos.
Por primera vez, un estudio publicado en junio en el Journal of Evolutionary Biology investiga cómo la rana Pleurodema brachyops, o rana colombiana de cuatro ojos, podría defenderse de sus depredadores por medio de despliegues deimáticos.
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Lo que ocurre es que, si bien estas ranas se camuflan en el ambiente, en caso de que el depredador las identifique, pueden saltar o asumir una posición de defensa en la que se inflan y, en cualquiera de los dos casos, revelan unas manchas coloridas en la parte inferior de su espalda que parecen ojos. “Eso confunde al depredador, que ya no encuentra la rana que quería comerse. Este tipo de señales funcionan únicamente cuando el animal ya va a ser atacado”, explica en entrevista para El Espectador Bibiana Rojas, profesora de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena y coautora del artículo.
Son ranas que se encuentran distribuidas por todo el país, en tierras bajas que no superan los 500 metros de altura. Antes de esta publicación, apenas había un artículo de 1989 del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Brasil), basado en observaciones de campo, que formulaba que las manchas traseras de la rana de cuatro ojos podían tener una función antidepredadora.
La investigación del Journal of Evolutionary Biology tuvo como base una tesis de pregrado de la Universidad del Magdalena. Rojas, junto a Luis Alberto Rueda, docente de esa institución, asesoraron a Tatiana Hernández, egresada de Biología y coautora de la publicación.
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Hernández cuenta que para evaluar si el comportamiento de las ranas incidía sobre la depredación, empezaron “a discriminar los componentes de ese comportamiento, como las manchitas de colores llamativos y la supuesta postura defensiva de las ranas”. Primero hicieron unos pre-muestreos en campo, con los que identificaron la presencia de estas ranas en ciertas zonas en el departamento de Magdalena y cerca a Santa Marta.
En campo tomaron fotografías que “permitieron tener escalas de color de las ranas, especialmente de la coloración de su dorso y de las manchitas que daban la impresión de ser ojos”, recuerda Hernández. Una vez tuvieron los patrones de coloración, pasaron a fase experimental durante seis meses, que consistió en la elaboración de réplicas con cera similares a las ranas. “La idea es que los modelos fueran lo más parecido posible a las ranas originales para confundir a los depredadores”, continúa la bióloga, como estos:
Usaron mil modelos estáticos, con y sin manchas, en postura natural o defensiva, en cuatro lugares estratégicos en los que estas se hallan. Durante tres días fueron a campo a revisar los modelos y los que habían sido atacados se los iban llevando al laboratorio para analizar si se trataba de rasguños, mordeduras u otro tipo de marcas y cuáles eran los posibles depredadores, como mamíferos o pájaros.
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Prestaron especial atención al comportamiento de los pájaros, que son depredadores que se guían por señales visuales. “Lo que hicimos fue una especie de análisis de sobrevivencia, veíamos cuáles eran menos atacados”, comenta Rojas, así como la parte del cuerpo en la que eran atacados: si se trataba de un ataque letal (por ejemplo, en la cabeza), o no. Encontraron que 110 de los mil modelos fueron atacados, de los cuales, 47 ataques se atribuían a mamíferos, 47 a aves y 16 a artrópodos o depredadores desconocidos.
Hubo un factor concluyente: los pájaros no atacaron la cabeza, incluso en el caso de los modelos que no tenían manchas, cuando estaban en la postura defensiva, lo que indica “que esta postura solita, sin las manchas incluso, puede proteger a las ranas en cierta medida, porque puede desviar los ataques a otras partes del cuerpo que no sean vitales”, especifica la investigadora. Además, el artículo señala que hallaron “que los modelos en una postura de reposo fueron atacados en general con más frecuencia en la cabeza que los modelos en una postura defensiva” y que los modelos en una postura de reposo tendían a tener un menor riesgo de ataque cuando tenían las manchas.
Las ranas en Colombia
Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad de anfibios en el mundo, después de Brasil, de acuerdo con el Instituto Humboldt. El 24 % de las especies se encuentra en peligro crítico, el 37.2 % en peligro, el 37.6 % en estado vulnerable, y el 0.9% están extintas. Y hay 734 especies de anuros -es decir, ranas y sapos-.
Parte de la importancia de los anuros es que, debido a las cualidades que les permiten vivir en dos ambientes (agua y tierra) y la piel “permeable” que tienen -por la que cualquier toxina puede pasar fácilmente-, son indicadores de la salud de los ecosistemas. “Cuando en un ecosistema en donde hay ranas y renacuajos empiezan a morirse o a enfermarse, es un signo de que algo está mal, son indicadores de los cambios en los ecosistemas”, dice Rojas.
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Por otro lado, una función clave que tienen es su rol en la cadena trófica (que es el proceso de transferencia de sustancias nutritivas entre diferentes especies) porque se alimentan de varios insectos, lo que aporta al control de plagas y “el control de enfermedades para humanos”, añade la investigadora.
El interés de Rojas por las ranas viene desde que hizo su tesis de pregrado. En ese entonces, hubo una confiscación de 400 ranas en el Aeropuerto El Dorado y, como para regresar los animales a sus hábitats hay que tener la certeza de que están en buenas condiciones -sin enfermedades adquiridas-, así como el punto específico del que salieron, las autoridades no sabían qué hacer con ellas y terminaron en manos de la universidad. Desde entonces, Rojas estudia especialmente las especies de ranas venenosas y ha enfocado sus investigaciones en la Guyana Francesa.
Su tesis entonces fue sobre la rana venenosa de Lehmann (Oophaga lehmanni), que actualmente figura como en Peligro Crítico en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN por sus siglas en inglés). Una de sus principales amenazas, explica Rojas, continúa siendo el tráfico ilegal.
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