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A simple vista las 55 islas del despoblado archipiélago de Chagos, a medio camino entre África, Asia y Oriente Medio, parecen ser iguales, y sin embargo, la diferencia es evidente. En unas, el ruido es ensordecedor por la abundancia de pájaros y el olor intenso de sus deposiciones. En otras, reina el silencio y el cielo está vacío.
“El tamaño de las islas y su geología es similar entre unas y otras, pero la diferencia en la población de aves marinas es dramática”, señala a Sinc Nicholas Graham de la Lancaster University, que ha presentado un estudio junto Aaron MacNeil, de la Dalhousie University (Canadá), en el Euroscience Open Forum celebrado en Toulouse (Francia) esta semana.
El equipo de científicos, liderados por Graham, tardó cinco días en llegar hasta este remoto lugar, y enseguida dieron con las culpables: ratas que llegaron con los europeos entre el siglo XVIII y el XIX.
Ratas vs. pájaros
Sin predadores naturales, las ratas se han apoderado de las islas, un ecosistema que no les pertenece, devorando los huevos de las aves y sus pollos. “Están diezmando el número de aves marinas”, alerta Graham. Los roedores impiden las nidificaciones y la reproducción de los pájaros.En el trabajo, publicado hoy en la revista Nature, los investigadores, que se centraron en 12 islas de los atolones del norte del archipiélago, revelan que las islas sin ratas tienen 750 veces más pájaros que las que tienen estos roedores.
Pero la presencia de las ratas provoca un efecto en cascada en todo el ecosistema de las islas. Sin aves, los organismos que viven en los arrecifes de coral ya no reciben nutrientes a través de los excrementos de los pájaros que caen a la tierra y son arrastrados hasta el mar.
“Los peces crecen más rápido cuando viven cerca de las islas con aves marinas, en comparación con las islas con ratas, y esto resulta en una cantidad total de peces que es casi un 50% mayor”, apunta a Sinc el experto.
Un ecosistema alterado
Los excrementos de pájaros depositados en la tierra ayudan a fertilizar las islas y los arrecifes de coral cercanos, pero este flujo de nutrientes y fósforo se ve alterado por las infestaciones de ratas. “Las ratas en las islas disminuyen la vida de los peces en los arrecifes de coral y alteran la salud de los ecosistemas”, subraya Graham.
Según el estudio, los arrecifes de coral próximos a las islas sin ratas (y con muchas aves marinas) son mucho más saludables que los arrecifes de coral que están cerca de las islas con ratas. “Las deposiciones de nitrógeno son 250 veces inferiores en las islas con ratas”, señala Graham.
La ausencia de las aves disminuye de manera masiva el aporte de nutrientes al entorno terrestre, y como consecuencia a los corales adyacentes. Los investigadores proponen una estrategia de desratización para preservar el medio ambiente en estas islas.
“La erradicación de ratas en estas islas tropicales debería ser una alta prioridad para la conservación y el manejo. Es probable que la eliminación de ratas beneficie tanto a los animales como a las aves que usan las islas, como a los animales que viven en los ecosistemas de arrecifes de coral”, concluye el experto. Por ahora, solo en una de las islas se ha logrado erradicar a los roedores.
Un archipiélago controvertido
Motivo de disputa territorial desde la derrota de Napoleón en 1815, el archipiélago de Chagos en el océano Índico fue cedido por los franceses a los ingleses. Pero su situación en medio del mar a media distancia entre África, Oriente Medio y Asia la convertirían en un ansiado objeto de deseo militar durante la Guerra Fría por EE UU.En 1966, los británicos decidieron ceder por 50 años uno de los atolones –llamado Diego García– a los estadounidenses para instalar su base militar. Para ello, tomaron la discutida decisión de expulsar a la población, formada por descendientes de esclavos africanos que cultivaban el coco, en un proceso que duró de 1968 a 1973.
Los chagosianos, enviados desde entonces a la isla de Mauricio, aún luchan hoy por recuperar sus hogares. En la actualidad, 37 de las 55 islas están pobladas por ratas.