Las serpientes están muriendo en las carreteras, pero eso no es lo más grave
Un grupo de investigadores fue a los Llanos a estudiar el impacto en los ecosistemas de la muerte de más de 30.000 serpientes atropelladas al año. Se encontró, sin embargo, con que la situación alrededor de las carreteras es más compleja.
Andrés Mauricio Díaz Páez
En la carretera que conduce de Villavicencio a Puerto López, Meta, yace el cadáver de una serpiente Helicops angulatus luego de ser atropellada por un carro. La escena no es extraña, pues en la Orinoquía mueren unas 30.129 serpientes al año en este tipo de accidentes. Pero este caso tiene algo diferente: la “falsa cuatro narices”, como se le conoce comúnmente, es una serpiente semiacuática. ¿Por qué murió en medio de una carretera? (Puede ver: Las fotos más chistosas de mascotas en 2023)
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En la carretera que conduce de Villavicencio a Puerto López, Meta, yace el cadáver de una serpiente Helicops angulatus luego de ser atropellada por un carro. La escena no es extraña, pues en la Orinoquía mueren unas 30.129 serpientes al año en este tipo de accidentes. Pero este caso tiene algo diferente: la “falsa cuatro narices”, como se le conoce comúnmente, es una serpiente semiacuática. ¿Por qué murió en medio de una carretera? (Puede ver: Las fotos más chistosas de mascotas en 2023)
Una de las razones tiene que ver con las preferencias de vida de estos animales, que no solo habitan en quebradas o ríos. También les gusta vivir en charcos, canales de agua u otros cuerpos de agua artificiales. Cuando llueve en la Orinoquía, las sabanas se inundan, y los canales y cunetas de agua que evitan el empozamiento en las carreteras se convierten en “ ríos” que se mueven entre alcantarillas.
Cuando la lluvia para y esos pequeños ríos artificiales se secan, la Helicops angulatus intenta cruzar de un lado a otro en la carretera, pero sus movimientos en tierra son torpes y lentos en comparación con las serpientes terrestres. Aunque la H. angulatus es la única acuática, hay al menos 26 especies sobre las que se reportan muertes por atropellamiento en esta zona.
Los atropellamientos son una de las principales amenazas para las poblaciones de serpientes en la Orinoquía, pero no la única. Los resultados de un estudio publicado el pasado 26 de julio en la revista Ecology and Evolution muestran que los cambios en su hábitat inducidos por las actividades humanas podrían tener un impacto mayor. (Puede ver: En la búsqueda de una movilidad sostenible)
Los atropellamientos
En Colombia se han registrado 334 de las 4.038 especies de serpientes que hay en el mundo. De estas, 47 se encuentran en el Meta, en la Orinoquía, y cumplen un rol importante dentro de su cadena alimentaria. “Una serpiente se debe ‘pensar’ dentro de un ecosistema como un jaguar, un puma o un tigre, porque son depredadores tope”, explica Nicolás Urbina, coautor del estudio y profesor investigador de la Pontificia U. Javeriana. (Puede ver: Petro buscaría dar “salida concertada” a Glencore, dueña de Cerrejón)
Además de controlar plagas, como algunos roedores, se comen a otros reptiles, anfibios, aves y pequeños mamíferos. El problema es que con los años, en muchos lugares, las sabanas han sido reemplazadas por cultivos extensivos de arroz, caña de azúcar, palma africana o pastizales para alimentar ganado. Cada vez hay menos pastos y bosques nativos y, sin estos, menos presas para las serpientes.
Para medir cómo afectan dichos cambios a estos reptiles, Mónica Rincón-Aranguri, líder de la investigación, magíster en Biología y parte del Grupo de Herpetología de la Universidad de Antioquia, recopiló información en la carretera entre Villavicencio y Puerto López. No solo monitoreó las serpientes atropelladas, también registró a las que suelen habitar en los paisajes que hay alrededor de las carreteras. En un tramo de 80 kilómetros encontró 27 especies que suelen morir en este tipo de accidentes. Urbina explica que estos animales, a diferencia de los humanos, no regulan su temperatura por medio del alimento, sino que requieren del contacto con una superficie. Mientras que una persona puede tomarse un café caliente con bocadillo para calmar el frío en medio de un día nublado, estos reptiles necesitan de una roca o tronco al aire libre que se caliente con el sol para regular su temperatura.
En ese contexto, el asfalto es, como dice Rincón, una trampa ecológica, pues se calienta fácilmente con el sol y puede conservar durante horas esta temperatura. Cuando las serpientes salen a buscar a sus presas en las vías, tienen una mayor probabilidad de ser atropelladas. Las más grandes suelen ser más susceptibles a estos eventos. (Puede ver: Prevén que la temporada de huracanes del Atlántico 2023 sea “por encima de lo normal”)
El equipo de investigadores observó algo particular: las 27 especies atropelladas que encontraron tenían rasgos muy similares entre sí. Eso es importante porque tiene una relación con el impacto de estas muertes en el ecosistema. Normalmente, explica Urbina, cuando se habla de diversidad la gente piensa en números: un ecosistema que tiene 10 especies es más diverso que el que tiene una especie. Pero, poco se conoce acerca de la diversidad funcional, otra característica de vital importancia.
Básicamente, lo que este concepto quiere decir es que hay especies que cumplen en el ecosistema una serie de funciones que no pueden cumplir otros animales. La H. angulatus, por ejemplo, es de las pocas serpientes que se alimentan de peces en el área estudiada. Si desaparece, el ecosistema tiene mayor riesgo de desestabilizarse. Por el contrario, cuando mueren animales que tienen comportamientos, tamaños y hábitos de vida similares a los de otras especies, el rol que cumplían los primeros es reemplazado por los segundos.
Justamente, algo que les preocupó a los autores de la investigación es que en los paisajes aledaños a las carreteras encontraron 14 especies de serpientes que tienen comportamientos que no pueden ser reemplazados por otras especies, por lo que la disminución de sus poblaciones podría generar un gran impacto en el ecosistema.
La presencia de serpientes, señala Rincón, funciona como un indicador biológico del estado de conservación de un lugar. “Su presencia quiere decir que hay una gran diversidad de presas”.
Conservar a las serpientes
Hay dos problemas cruciales que deben resolverse para ayudar a conservar la diversidad funcional de las especies de serpientes. El primero es que en las carreteras de la Orinoquía hacen falta pasos de fauna. Estos pueden ser elevados o pasar por debajo de la carretera.
Pero, como las serpientes igual buscarían el asfalto para regular su temperatura, Urbina sugiere complementar esos pasos de fauna con cercados especiales para evitar el atropellamiento cuando salen del bosque hacia la carretera. Así podría evitarse el riesgo en las partes de la vía que limitan con bosques.
El segundo problema es más complejo. Los bosques nativos de la Orinoquía están cada vez más desconectados entre sí. Eso es grave porque, por ejemplo, los bosques de galería, que se forman cerca de los cuerpos de agua, garantizan la supervivencia de un gran número de especies y favorecen las dinámicas predador-presa de las serpientes. Algo similar ocurre con las sabanas inundables.
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Para Rincón, un camino para solucionar estos desafíos es trabajar en la planeación de los usos del suelo en esta región y ponerle un alto a la extensión desmedida de cultivos que afectan a los bosques y sabanas nativas: “hay que tratar de restaurar de alguna forma las zonas de bosque que hemos ido desconectando”.