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“Los dos principales riesgos en términos de probabilidad y de impacto en el mundo son los eventos meteorológicos extremos y el fracaso de la adaptación y la mitigación del cambio climático. Ambos riesgos se retroalimentan mutuamente”. Las tormentas intensas y los huracanes hacen parte del primer grupo. Con esas palabras, el Foro Económico Mundial advertía el año pasado algo que los científicos del clima ya tenían claro tiempo atrás pero el huracán Iota se ha encargado de informar a los colombianos tras su devastador paso sobre San Andrés y Providencia.
De acuerdo a los datos del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, en promedio, cada temporada ocurren 10.1 tormentas, con un promedio de 5.9 convirtiéndose en huracanes y 2.5 convirtiéndose en huracanes mayores (Categoría 3 o mayor).
La temporada más activa registrada hasta ahora en la historia es precisamente la de este año, 2020, durante la cual se formaron 30 ciclones tropicales con nombre. A pesar de esto, la temporada 2005 tuvo más huracanes, desarrollando un récord de 15 tormentas de este tipo. La temporada menos activa fue 1914, con solo un ciclón tropical conocido que se desarrolló durante ese año.
Los países de Latinoamérica y el Caribe están en la ruta principal de la mayoría de estos huracanes. Entre 1970 y 2010 se estima que ocurrieron 70 desastres naturales de origen climatológico en la región, con 31 en Centroamérica y México, 16 en Sudamérica y 23 en el Caribe. De ellos, 40 fueron causados por tormentas y huracanes.
El huracán Dean (2007), de categoría 5, fue uno de los más devastadores al afecta a 4 países (Haití, Dominica, Santa Lucía y Belice). También se destaca el huracán Mitch (1998), de categoría 5, que impactó a Centroamérica, causando 23.149 muertes. Otro muy recordado es el huracán César (1996), de categoría 4, que afectó principalmente a Costa Rica y otros países del norte de Sudamérica y el Caribe.
“El cambio climático está causando y con mucha probabilidad causará en el siglo XXI una intensificación de las tormentas intensas y los huracanes, con graves consecuencias sociales, ambientales y económicas en los países”, apuntó el científico colombiano Germán Poveda, junto a un grupo de colegas, en un capítulo dedicado a tormentas y huracanes del libro Adaptación frente a los riesgos del cambio climático en los países iberoamericanos.
Allí los científicos señalan el alto precio que estos eventos climáticos están teniendo tanto en vidas como en la economía de los países afectados. Los desastres por tormentas y huracanes causaron el 50,2 % de las muertes, el 37,3 % de la población afectada, el 41,29 % de los daños y el 38,4 % de las pérdidas totales, en relación con los desastres de origen climático.
Los costos de los daños y las pérdidas ocasionados por huracanes y tormentas en el Caribe corresponden a US $21.012 millones, US $17.640 millones a los de Centroamérica y US $3.754 millones a los de México.
Las proyecciones climáticas para el siglo XXI no son alentadoras según este informe. Los científicos prevén un aumento en la frecuencia e intensidad de los huracanes de mayor categoría (3, 4 y 5). El precio será alto. Se calcula que el impacto económico de los daños por huracanes en América Central y el Caribe durante durante los próximos cinco años será de entre US $30.000 millones y US $ 44.000 millones.