Los canguros tienen una vida social mucho más interesante de lo que se creía
La vida social de los canguros grises orientales (Macropus giganteus), uno de los íconos más reconocibles de la fauna australiana, ha sido objeto de un minucioso estudio que desvela aspectos fascinantes. Durante seis años, un equipo de investigadores se sumergió en la vida de 130 canguros en Nueva Gales del Sur, Australia.
Todos hemos visto en películas, revistas y medios de comunicación al que es quizá el más icónico animal de la fauna australiana: el canguro. Pese a su gran popularidad, la ciencia aun desconoce la razón de algunos de sus comportamientos y de su día a día. Por ejemplo, ¿alguna vez se ha preguntado cómo es la vida social de un canguro? Un grupo de investigadores lo hizo, y para responder su pregunta, monitorearon durante seis años a una población de 130 canguros grises orientales en Nueva Gales del Sur, Australia. Encontraron un par de cosas muy interesantes.
El canguro gris oriental (Macropus giganteus) puede llegar a medir hasta 2 metros de altura y pesar entre 50 y 90 kg. Se alimentan principalmente de pasto y hierba, desempeñando un papel vital en el ecosistema australiano al controlar la vegetación, dispersar semillas y servir como presa clave para depredadores como dingos y águilas. Con un comportamiento principalmente crepuscular y nocturno, su ciclo de vida incluye un cuidadoso proceso de reproducción estacional y la protección y cría de crías, conocidas como “joeys”, en una bolsa especial que las hembras poseen. En conjunto, los canguros grises orientales son esenciales para la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
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También se trata de animales muy inteligentes e interesantes. La nueva investigación, publicada en Animal Behavior, arroja nuevos datos sobre su vida. “Descubrimos que las madres canguro se vuelven más sociables cuando cuidan a sus crías (que es lo contrario de lo que pensábamos anteriormente). También descubrimos nueva evidencia que indica que los canguros podrían potencialmente formar relaciones a largo plazo”, resumieron los autores del estudio en un artículo publicado en The Conversation. Los canguros, explican allí, tienen una estructura social flexible de “fisión-fusión”, es decir, los grupos en los que conviven a menudo se dividen y se reforman.
“Sabiendo esto, queríamos ver qué tan fuertes son realmente las relaciones y cómo estas cambiaron a lo largo de varios años”, escriben los investigadores. Para averiguarlo, tomaron más de 3.500 fotos de cada canguro de la población de estudio y las usaron para identificarlos individualmente. Para diferenciarlos, los investigadores se fijaron en las orejas, que son únicas para cada individuo. Utilizando este método, identificaron 130 canguros individuales. Luego observaron qué canguros aparecían uno al lado del otro en la misma fotografía para tener una idea de cómo eran sus grupos sociales. “También le dimos a cada canguro una puntuación social basada en cuántos otros canguros se asociaban y qué tan “populares” eran estos asociados”, detallan los autores del estudio.
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Descubrieron que algunos canguros eran simplemente más sociables que otro. En algunos esto fue constante y en otros cambió de año en año. Los canguros hembras tenían una particularidad: tendían a ser mucho más sociables en los años en que tenían crías. “Esto es bastante diferente de investigaciones anteriores, que sugerían que los canguros en realidad tienden a aislarse del resto de la población cuando se convierten en madres”, afirman los investigadores. La confusión entre los resultados anteriores y los nuevos se explica así: si bien las madres tienden a pasar tiempo en grupos más pequeños (lo que habían demostrado estudios pasados), esos grupos cambian con frecuencia.
Al final, lo que sucede es que las madres se asocian con más canguros en total, lo que explicaría sus altos puntajes sociales en la nueva investigación. Esa estructura social laxa, sin embargo, no significa simplicidad. “Descubrimos que las relaciones canguro podrían ser mucho más complejas de lo que se pensaba anteriormente”, escriben los autores. Algunos de los canguros que monitorearon mantuvieron amistades durante varios años, un fenómeno que era particularmente común entre las hembras. Los canguros que eran más “populares” (según lo determinado por la puntuación social) tenían muchas más probabilidades de tener estas amistades. Esta sería la primera evidencia de relaciones a largo plazo en macrópodos (la familia de animales que incluye canguros. Estas amistades, sin embargo, son comunes en animales como los elefantes o las jirafas.
Todos hemos visto en películas, revistas y medios de comunicación al que es quizá el más icónico animal de la fauna australiana: el canguro. Pese a su gran popularidad, la ciencia aun desconoce la razón de algunos de sus comportamientos y de su día a día. Por ejemplo, ¿alguna vez se ha preguntado cómo es la vida social de un canguro? Un grupo de investigadores lo hizo, y para responder su pregunta, monitorearon durante seis años a una población de 130 canguros grises orientales en Nueva Gales del Sur, Australia. Encontraron un par de cosas muy interesantes.
El canguro gris oriental (Macropus giganteus) puede llegar a medir hasta 2 metros de altura y pesar entre 50 y 90 kg. Se alimentan principalmente de pasto y hierba, desempeñando un papel vital en el ecosistema australiano al controlar la vegetación, dispersar semillas y servir como presa clave para depredadores como dingos y águilas. Con un comportamiento principalmente crepuscular y nocturno, su ciclo de vida incluye un cuidadoso proceso de reproducción estacional y la protección y cría de crías, conocidas como “joeys”, en una bolsa especial que las hembras poseen. En conjunto, los canguros grises orientales son esenciales para la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
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“Sabiendo esto, queríamos ver qué tan fuertes son realmente las relaciones y cómo estas cambiaron a lo largo de varios años”, escriben los investigadores. Para averiguarlo, tomaron más de 3.500 fotos de cada canguro de la población de estudio y las usaron para identificarlos individualmente. Para diferenciarlos, los investigadores se fijaron en las orejas, que son únicas para cada individuo. Utilizando este método, identificaron 130 canguros individuales. Luego observaron qué canguros aparecían uno al lado del otro en la misma fotografía para tener una idea de cómo eran sus grupos sociales. “También le dimos a cada canguro una puntuación social basada en cuántos otros canguros se asociaban y qué tan “populares” eran estos asociados”, detallan los autores del estudio.
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