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Además de la siembra de 180 millones de árboles, uno de los compromisos más repetidos por el ministro de Ambiente, Carlos Correa, durante el último año, es que Colombia disminuirá las emisiones de gases efecto invernadero en un 51 % para 2030. La meta ha sido descrita por el Gobierno como ambiciosa, sobre todo teniendo en cuenta que el país solo aporta aproximadamente el 0,7 % de estos gases a escala mundial. Sin embargo, llevada a la acción, parece que se queda corta. Según un análisis que realizó la organización independiente Climate Action Tracker (CAT), la ruta que tiene el país para mitigar el cambio climático estaría acorde con un aumento de la temperatura global entre 3 y 4° C para finales de siglo.
Gustavo de Vivero, analista de políticas climáticas del New Climate Institute, colombiano y quien formó parte del análisis, lo resume de la siguiente manera: “En general, tanto los objetivos climáticos como las políticas de Colombia son ‘altamente insuficientes’ para cumplir con el Acuerdo de París, que busca limitar el calentamiento global a 1,5° C para finales de siglo”.
Llegar a esta conclusión, poco esperanzadora, implicó un minucioso trabajo. El primer insumo, cuenta De Vivero, fueron las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, en el país, conocidas como NDC. Se trata de los objetivos climáticos que Colombia presentó ante el Acuerdo de París y que actualizó en diciembre de 2020, entre los que se encuentra, por ejemplo, la de disminuir las emisiones en un 51 %. Lo segundo fue mirar si efectivamente existen políticas que impulsen al país a cumplirlas.
Con ambos insumos en la mesa, los investigadores modelaron dos escenarios. Al primero le llamaron el basado en un aporte justo. “El cambio climático, aunque afecta a todo el mundo, tiene unos mayores responsables. Entonces, en el mismo Acuerdo de París, se discutió que hay países que tienen mayor responsabilidad por emitir más en el pasado, además por una mayor capacidad financiera para enfrentar la crisis. Lo que buscamos rastrear con el aporte justo es ver si el país se está comprometiendo a mitigar lo que debe moderar, según las emisiones que ha aportado”. ¿La conclusión? Colombia va rajada.
En otras palabras, y de acuerdo con el modelo de CAT, así Colombia lograra cumplir con la meta de reducir las emisiones en un 51 % para 2030, es insuficiente con lo que, por responsabilidades, debe mitigar. “Los objetivos en este escenario son ‘insuficientes’ y están acordes con un aumento de la temperatura global de 3° C”, señala el análisis. “Y esta insuficiencia se debe en gran medida a la incertidumbre de la contribución de las emisiones provenientes del uso de la tierra en la meta propuesta”, agrega el investigador.
En el segundo escenario hizo un ejercicio diferente. Exploró si existen políticas que respalden e impulsen a que se cumpla esa meta del 51 %. Pero, de nuevo, Colombia se raja, cayendo en la categoría de “insuficiente” (ver la línea azul de la gráfica). “Si se sigue con las políticas actuales, las emisiones de Colombia serán aproximadamente un 50 % más altas de lo que deberían ser en 2030, para ser compatibles con limitar el aumento de la temperatura a un 1,5° C”, dice el análisis. Las malas noticias no paran ahí. CAT también modeló el rumbo que tomaría el país si implementa otras políticas climáticas que están en el papel o no han sido aprobadas en el Congreso, manteniendo la conclusión de que serían “insuficientes” (ver línea morada).
De Vivero lo pone de la siguiente manera: “Con las políticas actuales y las que entrarán en vigor, e incluso cumpliendo las NDC, Colombia no está aportando lo que debe para mantenernos en la meta global de 1,5° C”.
¿Pero por qué se trata de compromisos tan débiles? Una de las primeras cosas que aclara el investigador es que este ha sido el denominador común de los compromisos climáticos de los casi 40 países que han analizado en CAT. De hecho, de estos análisis el único país que va en ruta con el Acuerdo de París es Gambia. “Un mensaje que queremos mandar es que Colombia no se debe sentir bien porque todos van mal. Lo contrario, es una alerta de que se debe hacer un mayor esfuerzo”, comenta.
Otro punto particular que hace débil el compromiso climático de Colombia es la deforestación. O, más bien, que le está apostando mucho a mitigar las emisiones de carbono a través de disminuir la deforestación cuando las cifras de pérdida de bosque son cada vez más altas. “Las NDC de Colombia apuestan a disminuir hasta un 70 % de las emisiones a partir del cambio del uso del suelo, lo cual tendría sentido por ser una de las mayores fuentes de emisiones del país”, cuenta De Vivero. “Pero esto contrasta con lo que los niveles de deforestación continúan aumentando y las políticas actuales de protección ambiental no se implementan adecuadamente”.
A esto, añade, se suma que Colombia no se puso una meta condicional más alta si recibe recursos financieros de otros países. “Es una buena idea poner una meta condicional, sobre todo cuando son países ‘no desarrollados’ o no grandes economías, porque ayuda a atraer recursos. Así, creo, se podría fortalecer el compromiso climático de Colombia. Claro, no bajando la meta del 51 %, sino diciendo que se va a reducir un mayor porcentaje de emisiones si recibe financiación externa”.
En cuanto al último problema con los compromisos climáticos del país, el informe señala que tiene que ver con la recuperación económica tras la crisis del COVID-19. “El paquete de recuperación de Colombia ante la pandemia envía señales contradictorias sobre su futuro energético, ya que hay apoyo tanto para nuevas energías renovables como para el carbón. El presidente Iván Duque aún da prioridad a los combustibles fósiles, según un reciente informe sobre la transición energética de Colombia, y el Gobierno aprobó proyectos pilotos de fracking”, explican. Aunque también dan un parte de tranquilidad. “La situación puede cambiar el próximo año, después de las elecciones presidenciales de mayo de 2022, ya que los presidentes colombianos están limitados constitucionalmente a un mandato”.