Los nuevos compromisos climáticos de Colombia
El pasado 29 de diciembre, Colombia entregó ante las Naciones Unidas las nuevas metas para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero y establecer su ruta de adaptación al cambio climático en cumplimiento del Acuerdo de París. Estas son algunas de las metas presentadas en el documento.
“¡Felicitaciones a Colombia por la presentación de sus NDC actualizados, con el compromiso de un nuevo e impresionante objetivo nacional de reducción de emisiones y con una excelente comunicación de adaptación!”, escribió Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), la víspera de Año Nuevo en su cuenta de Twitter.
Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), a las que hace referencia, son el núcleo del Acuerdo de París, que permitirán alcanzar sus objetivos a largo plazo. En otras palabras, son esos compromisos voluntarios de cada país, compuestos por acciones, objetivos, políticas y medidas que permitirán mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y establecer la ruta de adaptación al cambio climático.
A dos días de que finalizara el año, Colombia entregó ante la Cmnucc la nueva versión de sus compromisos actualizados, con miras al 2030, formando parte del pequeño grupo (setenta de los casi 200 Estados firmantes) que cumplió el compromiso adquirido en 2015 con la firma del Acuerdo de París. Con este, el país contribuye a la acción climática mundial según sus capacidades y necesidades.
El documento incorpora tres componentes fundamentales: adaptación al cambio climático, mitigación de GEI y medios de implementación (que se refieren a condiciones como financiamiento, creación de capacidades, tecnología e instrumentos para lograr el poner en marcha las acciones). Además, tiene unos principios rectores, como el de progresión y no retroceso; es decir, que las metas sean cada vez más ambiciosas.
Los documentos entregados por Colombia el pasado 29 de diciembre tienen cambios sustanciales con respecto a los elaborados hace cinco años. Se incluye, por ejemplo, por primera vez la descripción de las medidas específicas a partir de las cuáles se lograrán las metas, algo que no era explícito en el documento anterior. De igual forma, se hace por primera vez un vínculo entre las problemáticas de cambio climático y la salud pública; y se contabilizan nuevas contribuciones de emisiones de C02 que antes no eran analizadas, como por ejemplo las de carbono negro. La actualización también incluyó siete nuevas categorías de emisiones. Estas son algunas de las metas presentadas en el documento.
Compromisos de adaptación
Para enfrentar el cambio climático no es suficiente centrarse en reducir la emisión de GEI y la contaminación atmosférica. Es necesario también que los países se preparen para los impactos que ya se están viendo a raíz de los cambios del clima. Hay que planificar y adaptarse.
En un país como Colombia, en el que el 100 % de los municipios tiene algún grado de riesgo por cambio climático, y donde en la primera mitad del 2020 se registraron 11.000 nuevos desplazamientos como resultado de desastres de origen natural, según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, esta planeación no solo es fundamental, sino muy urgente. El documento se basa en 113 indicadores para profundizar el análisis y entendimiento de la vulnerabilidad y el riesgo por cambio climático del país, distribuidos en los componentes de amenaza, sensibilidad y capacidad adaptativa; y subdivididos en las dimensiones de seguridad alimentaria, recurso hídrico, biodiversidad y servicios ecosistémicos, salud, hábitat humano e infraestructura.
Los sectores prioritarios de la economía son seis: vivienda, transporte, energía, agricultura, salud, comercio, turismo e industria, los cuales incluirán consideraciones de cambio climático en sus instrumentos y planificación, e implementarán acciones de adaptación. En el sector vivienda, por ejemplo, se espera fortalecer los procesos de planeación territorial y la construcción de viviendas con lineamientos, criterios y herramientas para reducir la vulnerabilidad de las viviendas. Asimismo, se desarrollarán acciones de protección y conservación en 24 cuencas abastecedoras de acueductos en los municipios susceptibles al desabastecimiento por temporadas de bajas precipitaciones y también en temporadas de lluvia. Además, se tiene la meta de alcanzar el 68 % del tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas y reutilizar el 10 % de aguas residuales domésticas tratadas por prestadores del servicio público de acueducto.
En cuanto al sector salud, se espera formular e implementar acciones para disminuir los casos de enfermedades sensibles al clima. A 2030 se tiene la meta de que el 40 % de las instituciones prestadoras de servicios de salud del sector público implementen acciones de adaptación ante los posibles eventos asociados a variabilidad y cambio climático.
En el sector de minas y energía el objetivo es contribuir a la transformación energética del país. Una de las metas es que a 2050 se tenga un instrumento de planificación sectorial de hidrocarburos, uno de minería de carbón y otro de energía eléctrica cuyos lineamientos de cambio climático estén orientados al aseguramiento de las condiciones de operatividad integral, bajo nuevos escenarios de demandas operativas y ambientales.
En el ámbito de industria, comercio y turismo se espera que mínimo el 10 % de pequeñas, medianas y grandes empresas de los sectores priorizados hayan implementado estrategias, acciones o proyectos de adaptación al cambio climático para 2030. En el sector de agricultura y desarrollo rural, la meta es que diez subsectores agropecuarios tengan capacidades mejoradas para adaptarse a la variabilidad climática: arroz, maíz, papa, ganadería de carne, de leche, caña panelera, cacao, banano, café y caña de azúcar.
Finalmente, en el sector de ambiente, el país espera contar a 2030 con un Sistema Integrador de Información sobre Vulnerabilidad, Riesgo y Adaptación al cambio climático (Silvra), que permita monitorear y evaluar la adaptación en Colombia. También con 135 planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) formulados o ajustados con consideraciones de variabilidad climática; un incremento de 18.000 hectáreas en proceso de restauración, rehabilitación o recuperación ecológica en áreas protegidas del Sistema de Parques Nacionales Naturales, entre otras.
Para lograr estas metas, el país ha identificado 132 necesidades de financiamiento, fortalecimiento y creación de capacidades, desarrollo y transferencia de tecnología, por lo que está desarrollando una estimación que permita conocer los costos aproximados en los que debe incurrir para alcanzar sus prioridades de adaptación.
Compromisos de mitigación
Hace cinco años, en su primera NDC, Colombia se había comprometido a reducir el 20 % de sus emisiones de GEI proyectadas para 2030, teniendo como punto de partida el inventario de emisiones nacionales de 2010, y a aumentar esa disminución a un 30 % si recibía apoyo internacional. Con la actualización, el país anunció que se comprometía a reducir en un 51 % la emisión de GEI para 2030. Esto quiere decir que el tope máximo que podría emitir Colombia para ese año serían 169,4 millones de toneladas de CO2 equivalente, una meta muy ambiciosa.
“A través de una meta ambiciosa y contundente, Colombia busca resaltar el sentido de urgencia de tomar acciones definitivas para prevenir eventos climáticos extremos que golpean cada vez con mayor fuerza el territorio nacional, tales como huracanes, deslizamientos de tierra e inundaciones”, señala el documento. Para lograrlo, los sectores de transporte, energía, agricultura, vivienda, salud, comercio, turismo e industria, en cabeza de los ministerios, presentan acciones concretas de acción climática para cada cartera, publicadas en un anexo del documento.
Asimismo, debido a las condiciones particulares de la deforestación, principal fuente de emisiones de CO2 en el país, se contempla una reducción de emisiones por deforestación equivalente a disminuir la tasa de deforestación a 50.000 ha/año en 2030. La trayectoria de la meta de reducción de emisiones por deforestación contempla una tendencia esperada de deforestación de 155.000 ha/año en 2022 y 100.000 ha/año en 2025.
Considerando que el carbono negro es uno de los principales contaminantes responsables del deterioro de la calidad del aire y el principal factor de riesgo ambiental de la salud, Colombia contempla, en el marco de su NDC, la adopción de medidas para reducir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta como este. El país definió una meta nacional de reducción de emisiones de carbono negro del 40 % con respecto a las emisiones de 2014. Es decir que, considerando una emisión de carbono negro de 15.235 toneladas en 2014 (excluyendo incendios), la emisión máxima de carbono negro de Colombia en 2030 será de 9.195 toneladas.
“¡Felicitaciones a Colombia por la presentación de sus NDC actualizados, con el compromiso de un nuevo e impresionante objetivo nacional de reducción de emisiones y con una excelente comunicación de adaptación!”, escribió Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), la víspera de Año Nuevo en su cuenta de Twitter.
Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), a las que hace referencia, son el núcleo del Acuerdo de París, que permitirán alcanzar sus objetivos a largo plazo. En otras palabras, son esos compromisos voluntarios de cada país, compuestos por acciones, objetivos, políticas y medidas que permitirán mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y establecer la ruta de adaptación al cambio climático.
A dos días de que finalizara el año, Colombia entregó ante la Cmnucc la nueva versión de sus compromisos actualizados, con miras al 2030, formando parte del pequeño grupo (setenta de los casi 200 Estados firmantes) que cumplió el compromiso adquirido en 2015 con la firma del Acuerdo de París. Con este, el país contribuye a la acción climática mundial según sus capacidades y necesidades.
El documento incorpora tres componentes fundamentales: adaptación al cambio climático, mitigación de GEI y medios de implementación (que se refieren a condiciones como financiamiento, creación de capacidades, tecnología e instrumentos para lograr el poner en marcha las acciones). Además, tiene unos principios rectores, como el de progresión y no retroceso; es decir, que las metas sean cada vez más ambiciosas.
Los documentos entregados por Colombia el pasado 29 de diciembre tienen cambios sustanciales con respecto a los elaborados hace cinco años. Se incluye, por ejemplo, por primera vez la descripción de las medidas específicas a partir de las cuáles se lograrán las metas, algo que no era explícito en el documento anterior. De igual forma, se hace por primera vez un vínculo entre las problemáticas de cambio climático y la salud pública; y se contabilizan nuevas contribuciones de emisiones de C02 que antes no eran analizadas, como por ejemplo las de carbono negro. La actualización también incluyó siete nuevas categorías de emisiones. Estas son algunas de las metas presentadas en el documento.
Compromisos de adaptación
Para enfrentar el cambio climático no es suficiente centrarse en reducir la emisión de GEI y la contaminación atmosférica. Es necesario también que los países se preparen para los impactos que ya se están viendo a raíz de los cambios del clima. Hay que planificar y adaptarse.
En un país como Colombia, en el que el 100 % de los municipios tiene algún grado de riesgo por cambio climático, y donde en la primera mitad del 2020 se registraron 11.000 nuevos desplazamientos como resultado de desastres de origen natural, según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, esta planeación no solo es fundamental, sino muy urgente. El documento se basa en 113 indicadores para profundizar el análisis y entendimiento de la vulnerabilidad y el riesgo por cambio climático del país, distribuidos en los componentes de amenaza, sensibilidad y capacidad adaptativa; y subdivididos en las dimensiones de seguridad alimentaria, recurso hídrico, biodiversidad y servicios ecosistémicos, salud, hábitat humano e infraestructura.
Los sectores prioritarios de la economía son seis: vivienda, transporte, energía, agricultura, salud, comercio, turismo e industria, los cuales incluirán consideraciones de cambio climático en sus instrumentos y planificación, e implementarán acciones de adaptación. En el sector vivienda, por ejemplo, se espera fortalecer los procesos de planeación territorial y la construcción de viviendas con lineamientos, criterios y herramientas para reducir la vulnerabilidad de las viviendas. Asimismo, se desarrollarán acciones de protección y conservación en 24 cuencas abastecedoras de acueductos en los municipios susceptibles al desabastecimiento por temporadas de bajas precipitaciones y también en temporadas de lluvia. Además, se tiene la meta de alcanzar el 68 % del tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas y reutilizar el 10 % de aguas residuales domésticas tratadas por prestadores del servicio público de acueducto.
En cuanto al sector salud, se espera formular e implementar acciones para disminuir los casos de enfermedades sensibles al clima. A 2030 se tiene la meta de que el 40 % de las instituciones prestadoras de servicios de salud del sector público implementen acciones de adaptación ante los posibles eventos asociados a variabilidad y cambio climático.
En el sector de minas y energía el objetivo es contribuir a la transformación energética del país. Una de las metas es que a 2050 se tenga un instrumento de planificación sectorial de hidrocarburos, uno de minería de carbón y otro de energía eléctrica cuyos lineamientos de cambio climático estén orientados al aseguramiento de las condiciones de operatividad integral, bajo nuevos escenarios de demandas operativas y ambientales.
En el ámbito de industria, comercio y turismo se espera que mínimo el 10 % de pequeñas, medianas y grandes empresas de los sectores priorizados hayan implementado estrategias, acciones o proyectos de adaptación al cambio climático para 2030. En el sector de agricultura y desarrollo rural, la meta es que diez subsectores agropecuarios tengan capacidades mejoradas para adaptarse a la variabilidad climática: arroz, maíz, papa, ganadería de carne, de leche, caña panelera, cacao, banano, café y caña de azúcar.
Finalmente, en el sector de ambiente, el país espera contar a 2030 con un Sistema Integrador de Información sobre Vulnerabilidad, Riesgo y Adaptación al cambio climático (Silvra), que permita monitorear y evaluar la adaptación en Colombia. También con 135 planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) formulados o ajustados con consideraciones de variabilidad climática; un incremento de 18.000 hectáreas en proceso de restauración, rehabilitación o recuperación ecológica en áreas protegidas del Sistema de Parques Nacionales Naturales, entre otras.
Para lograr estas metas, el país ha identificado 132 necesidades de financiamiento, fortalecimiento y creación de capacidades, desarrollo y transferencia de tecnología, por lo que está desarrollando una estimación que permita conocer los costos aproximados en los que debe incurrir para alcanzar sus prioridades de adaptación.
Compromisos de mitigación
Hace cinco años, en su primera NDC, Colombia se había comprometido a reducir el 20 % de sus emisiones de GEI proyectadas para 2030, teniendo como punto de partida el inventario de emisiones nacionales de 2010, y a aumentar esa disminución a un 30 % si recibía apoyo internacional. Con la actualización, el país anunció que se comprometía a reducir en un 51 % la emisión de GEI para 2030. Esto quiere decir que el tope máximo que podría emitir Colombia para ese año serían 169,4 millones de toneladas de CO2 equivalente, una meta muy ambiciosa.
“A través de una meta ambiciosa y contundente, Colombia busca resaltar el sentido de urgencia de tomar acciones definitivas para prevenir eventos climáticos extremos que golpean cada vez con mayor fuerza el territorio nacional, tales como huracanes, deslizamientos de tierra e inundaciones”, señala el documento. Para lograrlo, los sectores de transporte, energía, agricultura, vivienda, salud, comercio, turismo e industria, en cabeza de los ministerios, presentan acciones concretas de acción climática para cada cartera, publicadas en un anexo del documento.
Asimismo, debido a las condiciones particulares de la deforestación, principal fuente de emisiones de CO2 en el país, se contempla una reducción de emisiones por deforestación equivalente a disminuir la tasa de deforestación a 50.000 ha/año en 2030. La trayectoria de la meta de reducción de emisiones por deforestación contempla una tendencia esperada de deforestación de 155.000 ha/año en 2022 y 100.000 ha/año en 2025.
Considerando que el carbono negro es uno de los principales contaminantes responsables del deterioro de la calidad del aire y el principal factor de riesgo ambiental de la salud, Colombia contempla, en el marco de su NDC, la adopción de medidas para reducir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta como este. El país definió una meta nacional de reducción de emisiones de carbono negro del 40 % con respecto a las emisiones de 2014. Es decir que, considerando una emisión de carbono negro de 15.235 toneladas en 2014 (excluyendo incendios), la emisión máxima de carbono negro de Colombia en 2030 será de 9.195 toneladas.