Los pingüinos dan positivo por gripe aviar, pero no muestran síntomas
Aunque algunos pingüinos parecen estar menos afectados, la posibilidad de que portadores asintomáticos actúen como “caballos de Troya” para la propagación del virus entre especies vulnerables es motivo de gran preocupación.
El clado 2.3.4.4b de H5N1, el virus de la gripe aviar, se ha extendido rápidamente por todos los continentes desde 2020, en uno de los brotes de esa enfermedad más intensa de los últimos tiempos. En noviembre de 2023 los científicos alertaron por primera vez de la llegada del virus a la Antártida y de su posible impacto en el ecosistema de ese continente. Pero ahora, y según un estudio, podría haber una relativa buena noticia.
El patógeno H5N1 nunca había sido reportado en la Antártida hasta 2023. La región antártica incluye las plataformas de hielo, las aguas y todos los territorios insulares del Océano Austral situados dentro de la Convergencia Antártica, un cinturón marino que rodea la Antártida donde las aguas antárticas se encuentran con las del subantártico más cálidas. El 17 de septiembre, investigadores del British Antártico Survey (BAS) en Bird Island, Georgia del Sur, descubrieron un petrel gigante austral (un ave marina) que mostraba comportamientos indicativos de pérdida de coordinación, espasmos neurológicos y letargo. Fue el inicio.
El 8 de octubre, se observaron skúas pardas (también conocidas como gaviotas malvinenses, Catharacta antarctica), en la misma localidad, que mostraban letargo, espasmos en el cuello, espasmos e incapacidad para volar, y el 10 de octubre estos individuos habían muerto. “Varias especies de aves residentes, entre ellas el albatros errante (Diomedea exulans), los pingüinos macarrones (Eudyptes chrysolophus), el albatros de cabeza gris (Thalassarche chrysostoma) y el petrel de mentón blanco (Procellaria aequinoctialis), están clasificadas como vulnerables o en peligro de extinción. Las especies icónicas de larga vida y madurez tardía, como los albatros, presentan poca resiliencia ante los rápidos aumentos de la mortalidad de la población. Por lo tanto, los brotes de enfermedades de alta mortalidad representan una amenaza sustancial para las ya vulnerables poblaciones de aves marinas”, advertían entonces los investigadores.
Recientemente, los investigadores viajaron entre diciembre de 2023 y enero de 2024 a 13 sitios de reproducción de aves marinas a lo largo de las costas Este y Oeste de la Península Antártica y la costa occidental de la Antártida. Se capturaron, muestrearon y liberaron un total de 115 aves de 4 especies. De los 115 individuos muestreados, 9 dieron positivo, incluidos 8 pingüinos Adelia y 1 cormorán antártico, lo que corresponde a una tasa de positividad de alrededor del 12% para todos los pingüinos Adelia muestreados. Ninguna de las aves muestreadas, incluidos los casos sospechosos, mostró ningún síntoma.
“La ausencia de signos clínicos en aves potencialmente infectadas con HPAIV H5N1, junto con la falta de exceso de mortalidad en los sitios muestreados a pesar de una tasa de positividad de aproximadamente el 50% entre los pingüinos Adelia en la isla Beagle, plantea la posibilidad de que algunas especies de aves marinas puedan ser más susceptibles al H5N1 que otros, como informaron previamente las autoridades chilenas en pingüinos de Humboldt y Magallane”, escriben los científicos en un estudio que aún no ha sido revisado por pares. (Puede ver: Miradas ecológicas a “La Vorágine” cien años después)
Esto es parcialmente positivo, dicen los investigadores. Por supuesto, puede parecer tranquilizante para esos pingüinos en particular, “pero tiene fuertes implicaciones para la vida silvestre antártica en general, lo que podría conducir a una transmisión generalizada e inadvertida del virus, ya que los portadores asintomáticos podrían actuar como “caballos de Troya”, facilitando la introducción y propagación del HPAIV. a poblaciones previamente no afectadas, contaminando eventualmente a especies más susceptibles (como los pinnípedos, que murieron en grandes cantidades a causa de la IAAP en América del Sur y Georgia del Sur)”, escriben.
Básicamente, lo que sugieren es que los portadores asintomáticos del HPAIV podrían actuar como “caballos de Troya”, permitiendo la entrada y propagación inadvertida del virus en poblaciones de vida silvestre previamente no afectadas. “Estos nuevos hallazgos enfatizan la necesidad apremiante de monitorear y abordar las enfermedades emergentes en las aves marinas vulnerables de la Antártida. La implementación de rigurosas medidas de bioseguridad durante las actividades antárticas es esencial para minimizar la posible propagación de la influenza aviar”. (Puede ver: Hallan fósil de anfibio de 270 millones de años)
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜
El clado 2.3.4.4b de H5N1, el virus de la gripe aviar, se ha extendido rápidamente por todos los continentes desde 2020, en uno de los brotes de esa enfermedad más intensa de los últimos tiempos. En noviembre de 2023 los científicos alertaron por primera vez de la llegada del virus a la Antártida y de su posible impacto en el ecosistema de ese continente. Pero ahora, y según un estudio, podría haber una relativa buena noticia.
El patógeno H5N1 nunca había sido reportado en la Antártida hasta 2023. La región antártica incluye las plataformas de hielo, las aguas y todos los territorios insulares del Océano Austral situados dentro de la Convergencia Antártica, un cinturón marino que rodea la Antártida donde las aguas antárticas se encuentran con las del subantártico más cálidas. El 17 de septiembre, investigadores del British Antártico Survey (BAS) en Bird Island, Georgia del Sur, descubrieron un petrel gigante austral (un ave marina) que mostraba comportamientos indicativos de pérdida de coordinación, espasmos neurológicos y letargo. Fue el inicio.
El 8 de octubre, se observaron skúas pardas (también conocidas como gaviotas malvinenses, Catharacta antarctica), en la misma localidad, que mostraban letargo, espasmos en el cuello, espasmos e incapacidad para volar, y el 10 de octubre estos individuos habían muerto. “Varias especies de aves residentes, entre ellas el albatros errante (Diomedea exulans), los pingüinos macarrones (Eudyptes chrysolophus), el albatros de cabeza gris (Thalassarche chrysostoma) y el petrel de mentón blanco (Procellaria aequinoctialis), están clasificadas como vulnerables o en peligro de extinción. Las especies icónicas de larga vida y madurez tardía, como los albatros, presentan poca resiliencia ante los rápidos aumentos de la mortalidad de la población. Por lo tanto, los brotes de enfermedades de alta mortalidad representan una amenaza sustancial para las ya vulnerables poblaciones de aves marinas”, advertían entonces los investigadores.
Recientemente, los investigadores viajaron entre diciembre de 2023 y enero de 2024 a 13 sitios de reproducción de aves marinas a lo largo de las costas Este y Oeste de la Península Antártica y la costa occidental de la Antártida. Se capturaron, muestrearon y liberaron un total de 115 aves de 4 especies. De los 115 individuos muestreados, 9 dieron positivo, incluidos 8 pingüinos Adelia y 1 cormorán antártico, lo que corresponde a una tasa de positividad de alrededor del 12% para todos los pingüinos Adelia muestreados. Ninguna de las aves muestreadas, incluidos los casos sospechosos, mostró ningún síntoma.
“La ausencia de signos clínicos en aves potencialmente infectadas con HPAIV H5N1, junto con la falta de exceso de mortalidad en los sitios muestreados a pesar de una tasa de positividad de aproximadamente el 50% entre los pingüinos Adelia en la isla Beagle, plantea la posibilidad de que algunas especies de aves marinas puedan ser más susceptibles al H5N1 que otros, como informaron previamente las autoridades chilenas en pingüinos de Humboldt y Magallane”, escriben los científicos en un estudio que aún no ha sido revisado por pares. (Puede ver: Miradas ecológicas a “La Vorágine” cien años después)
Esto es parcialmente positivo, dicen los investigadores. Por supuesto, puede parecer tranquilizante para esos pingüinos en particular, “pero tiene fuertes implicaciones para la vida silvestre antártica en general, lo que podría conducir a una transmisión generalizada e inadvertida del virus, ya que los portadores asintomáticos podrían actuar como “caballos de Troya”, facilitando la introducción y propagación del HPAIV. a poblaciones previamente no afectadas, contaminando eventualmente a especies más susceptibles (como los pinnípedos, que murieron en grandes cantidades a causa de la IAAP en América del Sur y Georgia del Sur)”, escriben.
Básicamente, lo que sugieren es que los portadores asintomáticos del HPAIV podrían actuar como “caballos de Troya”, permitiendo la entrada y propagación inadvertida del virus en poblaciones de vida silvestre previamente no afectadas. “Estos nuevos hallazgos enfatizan la necesidad apremiante de monitorear y abordar las enfermedades emergentes en las aves marinas vulnerables de la Antártida. La implementación de rigurosas medidas de bioseguridad durante las actividades antárticas es esencial para minimizar la posible propagación de la influenza aviar”. (Puede ver: Hallan fósil de anfibio de 270 millones de años)
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜