Los puntos donde están cazando el delfín rosado del Amazonas
Pese a que es una especie en peligro, este cetáceo continúa siendo cazado para utilizarlo como carnada para capturar al pez mota. Una nueva investigación, que identificó las 57 localidades de la Amazonia donde esto sucede, prende las alarmas para que protejamos un grupo simbólico de la región.
César Giraldo Zuluaga
Hace cinco años la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) prohibió por tiempo indefinido la captura y comercialización del pez mota (Calophysus macropterus), que se vendía en el interior del país haciéndolo pasar por el apetecido capaz (Pimelodus grosskopfii). Lo hizo para proteger la salud de los colombianos, pues varios muestreos realizados en diferentes ciudades del país evidenciaron que el mota concentraba niveles de mercurio superiores a los permitidos por el Ministerio de Salud y recomendados por la OMS.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Hace cinco años la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) prohibió por tiempo indefinido la captura y comercialización del pez mota (Calophysus macropterus), que se vendía en el interior del país haciéndolo pasar por el apetecido capaz (Pimelodus grosskopfii). Lo hizo para proteger la salud de los colombianos, pues varios muestreos realizados en diferentes ciudades del país evidenciaron que el mota concentraba niveles de mercurio superiores a los permitidos por el Ministerio de Salud y recomendados por la OMS.
Además de sacar al mota del mercado, la decisión, según algunas organizaciones como World Animal Protection, representó un alivio para el delfín del río Amazonas, ya que este mamífero era utilizado como cebo para cazar ese pez carroñero. Pero la realidad, como lo han mostrado diferentes estudios desde entonces, es que el cetáceo sigue siendo utilizado como carnada por las pesqueras con los mismos fines que hace 22 años. Una reciente investigación señala los lugares de la Amazonia donde más delfines se cazan.
Puede ver: Aumento de muerte de delfines: ¿otra inesperada consecuencia de la guerra en Ucrania?
El trabajo, publicado a finales de abril en la revista científica Frontiers in Marine Science, identificó 57 localidades donde la caza del delfín rosado es más extendida. De estas, el 58 % se encuentran en la cuenca del Amazonas, el 39 % sobre el Orinoco y el 3 % en el Tocantins. Así, pues, el país con el mayor número de localidades registradas fue Brasil, con 20; seguido por Venezuela, con 17; Perú, con 13; Colombia, en el penúltimo lugar, con 7, y cerrando la lista Bolivia, con 2.
En el caso colombiano, la caza del delfín se concentró en la confluencia de los ríos Putumayo y Caquetá con el del Amazonas, “así como en la confluencia de los ríos Meta y Orinoco en 12 localidades ubicadas en la frontera entre Colombia y Venezuela”, apunta el estudio, que contó con la participación de más de 20 científicos de distintos países que componen la Amazonia.
Para Federico Mosquera, biólogo de la Fundación Omacha y autor principal del artículo, el origen del asunto tiene que ver con la visión extractivista que desde la Colonia se ha tenido sobre la Amazonia. “Los delfines nos permiten entender todos los malos manejos que hemos tenido sobre este territorio”, resume.
Para él, las distintas fiebres que ha padecido la Amazonia, como la del oro, el caucho, el petróleo, la madera, entre otras, así como la transformación reciente de ecosistemas como los ríos Magdalena y Cauca -que aumentó el comercio de pescados del Amazonas en el interior del país-, y otros aspectos, influyen en la sobrepesca que se vive hoy en esa región y que afecta al delfín rosado.
Puede ver: ICA emitió resolución para ayudar a frenar la ganadería dentro de áreas protegidas
La sobrepesca, explica Mosquera, se da en parte por los 45 millones de personas que habitan la Amazonia, las cuales se alimentan principalmente de pescado. También por los métodos que se emplean, ya que en varios países de la región son insostenibles y buscan satisfacer demandas internas de pescado, entre estos el mota, conocido como piracatinga en Brasil o blanquillo en Bolivia. A pesar de que en Colombia la captura de esta especie fue prohibida, Mosquera advierte que se realiza de manera ilegal y que la falta de normatividad en los países vecinos estaría facilitando el ingreso al país. Entre enero y mayo de 2021, la Aunap decomisó alrededor de 1.500 kilos de piracatinga proveniente de Brasil, según la Fundación Omacha.
Sin embargo, existen otras amenazas, como lo señala el estudio. “La construcción y operación de 307 presas en la cuenca del Amazonas, 10 en la cuenca del Tocantins y cuatro en la cuenca del Orinico, la minería, las altas tasas de deforestación y los efectos del cambio climático” son algunas de ellas, y tienen al delfín rosado en peligro, una categoría que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) usa cuando una especie “se está enfrentando a un riesgo de extinción muy alto en estado de vida silvestre”.
Para solucionar el problema, o al menos empezar a gestionarlo, Saulo Usma, especialista en agua dulce de WWF Colombia, quien también participó en el estudio, apunta que debemos comprender que es un asunto transfronterizo, pues los delfines habitan a lo largo de toda la cuenca del río Amazonas, y su vida se desarrolla entre ires y venires desde la costa Atlántica de Brasil, pasando por Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia y Ecuador. “Lo que hagas en la parte alta influye en la baja y viceversa”, resume Mosquera.
Armonizar las normativas pesqueras de todos los países, es decir, dónde, cómo y cuándo se pesca, podría ser el primer paso, comenta Usma. Esto es fundamental, según Mosquera, pues si bien la normatividad en Colombia es estricta y se cumple, en otros países como Perú o Venezuela, a los cuales se accede fácilmente cruzando el río, es prácticamente nula.
Puede ver: MinMinas se “echa para atrás” y apoya proyecto de ley que busca proteger las cavernas
Establecer áreas protegidas, o sitios Ramsar, dice Usma, es otra gran estrategia de la que pueden echar mano los gobiernos. Eso sí, comenta, con la participación activa de las comunidades y los pescadores, “porque son ellos los que proveen la información de cómo, dónde y quién está pescando. Si se les entrega la información, ellos pueden ser los mejores vigilantes de los ecosistemas”, enfatiza.
En lo que coinciden ambos expertos es que debe existir una sinergia entre todos los gobiernos que comparten y componen la Amazonia. Una sintonía que, pese a algunos avances, no se concreta y a la que aún “le hacen falta instrumentos reales”, lamenta Mosquera. En últimas, concluye el biólogo, “no se trata solo del futuro o del crecimiento de una sola sociedad. Lo que está en juego es la sostenibilidad de la vida en el planeta para la humanidad”.