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Uno de los últimos eventos a los que asistió Iván Duque cuando era presidente fue el lanzamiento de Terra Initiative, un proyecto solar entre la empresa Greenwood Energy, filial de Libra Group, junto a algunos representantes del pueblo arhuaco. “Las comunidades ancestrales de nuestro país están comprometidas con la transición energética”, dijo Duque en la inauguración de aquella iniciativa.
El proyecto consiste en la creación de una “comunidad energética”, una de las propuestas que también ha repetido el presidente Gustavo Petro. Para él, servirían para democratizar la generación de energía, pues parten de la idea de que organizaciones o civiles puedan beneficiarse directamente de producir energía “limpia”.
En el caso de Terra Initiative, los arhuacos, una de las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, se beneficiarían por la energía generada en plantas solares, las que producirán en total 160 megavatios. El plan consiste en construir tres “nuevos pueblos arhuacos” al lado de los paneles solares. La energía que produzcan la pueden vender directamente al Sistema Interconectado Nacional (SIN).
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Como explicó Guido Patrignani, CEO de Greenwood Energy, en una presentación del proyecto hace unas semanas, la empresa les dará el 5 % del valor bruto de cada kilovatio comercializado a las comunidades durante 25 años. Después de este tiempo la compañía donará las plantas solares, para que los mismos miembros del pueblo arhuaco decidan qué hacer con el proyecto.
La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) ya le informó a la empresa, el pasado 17 de septiembre, sobre la aprobación de las primeras dos conexiones que requería para iniciar la construcción del proyecto. Si todo sale como está planeado, la compañía cree que la primera etapa comenzará entre diciembre de este año y enero de 2024. La idea es que entre en operación comercial en marzo de 2025.
Noel Torres, secretario de los mamos mayores (líderes espirituales) y uno de los líderes arhuacos de la iniciativa, explica que este primer pueblo, ubicado cerca de El Copey, Cesar, es una especie de piloto. “Como no hay un modelo de este tipo de proyectos, y de este tipo de asociatividad, estamos preparando el terreno”, dice.
Y es que durante la presentación del proyecto en Bogotá hace unas semanas, tanto integrantes de la empresa como miembros de organizaciones ambientales y gubernamentales resaltaron que Terra Initiative es una iniciativa “única” que representa un “modelo de nuevas relaciones entre empresas y comunidades”.
¿Qué es lo distinto de esta iniciativa? ¿Qué podría representar para la propuesta de transición energética en Colombia?
El origen de la idea
Hace algunos años, cuenta Noel Torres, los pueblos indígenas de la Sierra empezaron a recibir propuestas de empresas interesadas en desarrollar proyectos renovables en el territorio. “Los mamos reconocieron que había una necesidad de suministrar energía limpia a la población, pero también evaluando que los proyectos se ajustaran a la visión de desarrollo integral del pueblo arhuaco”, indica.
Por eso rechazaron las propuestas de tres empresas. En 2019, Patrignani estaba visitando Nabusimake, capital espiritual de los arhuacos, cuando entablaron una conversación sobre la posibilidad de desarrollar un proyecto renovable. “Estábamos dudosos sobre la propuesta, porque con otras empresas no había funcionado, pero se terminó ajustando a nuestra visión”, señala Torres.
¿Y cuál es esa visión? Desde 1996 estas comunidades indígenas han comprado 56.000 hectáreas para formar una especie de “cordón” alrededor de la Sierra Nevada, con el objetivo de conservarla. Con el nuevo proyecto solar se construirían tres pueblos talanquera, que desempeñan una función similar: detener la “transformación acelerada en las comunidades más altas de la Sierra”, según Torres.
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Además, el 5 % de ganancia que tendrán los arhuacos por cada kilovatio de energía comercializado será utilizado para continuar adquiriendo predios en la parte baja del lugar.
Para Isahana Ratan, quien cursa el PhD de ciencia política de la Universidad de Berkeley y estudia la inversión en proyectos solares, esta participación inicial de la comunidad marca una diferencia con otras iniciativas renovables. El hecho de que la inversión vaya directamente a un objetivo directo de la comunidad, agrega, es también una característica muy importante del proyecto.
El otro punto que destaca la investigadora es el hecho de que las plantas solares pasen a las comunidades después de 25 años. “Esto es novedoso porque hay muy poco empleo local directo en este tipo de proyectos, especialmente a largo plazo”.
La idea, señalan la empresa y los representantes arhuacos, es que un grupo de la comunidad indígena sea capacitado para el mantenimiento de los parques y que después colabore en su operación. Patrignani cree que cuando la compañía se vaya la comunidad ya habrá adquirido conocimiento comercial.
Es importante aclarar, sin embargo, que por el momento los arhuacos involucrados en Terra Initiative aún no han determinado si continuarán con los paneles solares dentro de 25 años. Esa decisión, dice Torres, vendrá una vez que “expertos arhuacos decidan si la planta sigue produciendo lo que se necesita para comprar más predios o si se reestructuran o quitan los paneles”. La vida útil de la planta es de entre 35 y 40 años.
¿Es un proyecto replicable?
Terra Initiative no es la primera comunidad energética del país. En abril de este año, por ejemplo, se conoció que empezó a funcionar una comunidad solar en el barrio El Salvador, en Medellín. No obstante, no solo ha habido buenas noticias. Solo hace unos meses el Gobierno anunció que el parque eólico Jepírachi, en La Guajira, empezaría a ser manejado por tres comunidades wayuus cercanas.
Sin embargo, como poco después se conoció, estas ni siquiera fueron consultadas al respecto y todavía había muchas dudas sobre cómo se iba a llevar a cabo esa asociación.
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El nuevo proyecto solar en la Sierra Nevada puede dar algunas luces sobre cómo se verían las colaboraciones cercanas entre empresas y comunidades. Ratan dice que, usualmente, “las empresas se conforman con compensar el impacto de un proyecto, pero comprometerse de fondo con la comunidad como un socio verdadero y respetar su soberanía sobre la tierra es muy importante”.
Promover este tipo de relacionamiento en otras regiones estratégicas para la transición energética, como La Guajira, probablemente no será sencillo. Como explica el abogado y consultor en proyectos energéticos Carlos Manuel Guerra: “En esa región ha habido una desconexión entre empresas y pueblos wayuus, así como un desconocimiento general de los derechos étnicos”.
Otra de las preguntas que se plantea Torres es: ¿qué se hace una vez los parques solares hayan sido desmantelados? La respuesta corta, indica Ratan, de la U. de Berkeley, es simple: aún no se sabe.
“El reciclaje fotovoltaico es un problema relativamente nuevo, pero está a punto de convertirse en un problema mayor, no en Colombia por lo pronto, pero sí en países que han instalado energía solar durante los últimos 15 años, como Malasia”, apunta.
Los paneles solares, por ejemplo, están hechos de polisilicio, un material de pequeños cristales de silicio. “Son metaloides importantes”, anota la investigadora, y por eso “qué hacer con esos residuos, que tal vez no se quieren botar, es una cuestión realmente difícil”.