Más del 70 % de las especies de anfibios están amenazadas a causa de la agricultura
Una de las organizaciones más importantes en temas de conservación presentó un documento que muestra cuál es el estado de estas especies, esenciales para muchos ecosistemas. El cambio climático, los mercados ilegales y nuevas enfermedades son las principales amenazas contra los anfibios.
Fernan Fortich
Con más de 350 millones de años de presencia en la Tierra, los anfibios son animales increíbles y únicos: fueron los primeros individuos con vértebras en adaptarse a la vida entre el agua y la tierra y experimentan una de las metamorfosis más representativas del reino animal, cuando los renacuajos se convierten en ranas.
A pesar de estas habilidades y su capacidad de adaptación a lo largo de los años, los impactos del cambio climático que ya se evidencian en el planeta, sumado a otros factores, han llevado a que las ranas, sapos, salamandras, entre otros anfibios, sean los vertebrados más amenazados del planeta.
Se estima que en el mundo, dos de cada cinco especies de estos animales que habitan en bosques, hojarascas, ríos y montañas están en peligro de extinción. Colombia, por su parte, tiene el mayor porcentaje de especies de anfibios amenazadas, con un 36 % de las 417 especies bajo amenaza de extinción.
Estas son algunas de las conclusiones a las que llegó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) en su más reciente actualización del Plan de Acción de Conservación de Anfibios (ACAP) que, con la participación de más de 100 científicos de 25 países, detalló las principales amenazas que enfrentan actualmente los anfibios y las formas en la que se puede darle la vuelta a la toma de decisiones que, durante años, ha dejado de lado a los anfibios.
Como explica Nicolás Urbina-Cardona, un biólogo colombiano de la Universidad Javeriana, copresidente de manejo de hábitat de la IUCN y uno de los autores del reciente informe, “cuando se piensa en conservación se piensa en los árboles y plantas, pero muy poco en los animales que van a vivir debajo de estos y sus hojas. Lo cierto es que estas especies no tienen el mismo carisma para el público, como sí lo tienen los mamíferos o las aves que, relativamente, tienen menos especies en peligro. La tarea es ponerlas en el centro de la agenda”.
Pandemias y mercados ilegales
Durante la realización del informe, que consistió, en parte, en analizar cuántas especies de anfibios amenazadas hay en el mundo y por qué, los científicos se llevaron un par de sorpresas.
“Este informe inició hace décadas para estudiar una pandemia en el mundo de los anfibios por el hongo Quitridiomicosis, que se detectó en varios países del mundo y que causaba muertes masivas. Pero en esta actualización de 2024, encontramos que solo el 20 % de las especies estaba en riesgo por enfermedades (entre las que hay algunas nuevas), mientras que el 76 % de las especies, es decir, 2.070, se encuentran amenazadas por la pérdida de hábitat y la agricultura, lo cual es algo bastante agresivo”, explica Urbina-Cardona.
Esto significa que, al considerar factores como el tráfico de madera, la conversión de sistemas forestales en sabanas, las actividades mineras y el uso de agroquímicos, cerca del 93 % de las especies están en riesgo debido a la pérdida de hábitat. Esta cifra es considerablemente mayor en comparación con el impacto del cambio climático (30 %) y el tráfico de especies (9 %).
El tráfico de especies es una problemática significativa que afecta a los anfibios en el mundo. Según Urbina-Cardona, aunque representa un factor pequeño en el declive general de los anfibios, su impacto es especialmente notable en ciertas ranas de Latinoamérica. Estas ranas, apreciadas por sus colores y patrones llamativos, son traficadas hacia Europa y Asia. Los viajes largos que deben emprender llevan a que los traficantes envíen miles de individuos, de los cuales la mayoría muere en el trayecto, con la esperanza de que algunos pocos logren llegar vivos a su destino.
Pese a que en el reciente reporte los investigadores determinaron las principales amenazas que enfrentan los anfibios en el mundo, reconocen que la falta de información sigue siendo una de las barreras que se enfrenta para comprender mejor esta crisis.
Colombia, como explica Sandra Galeano, líder de colecciones Anfibios y Reptiles del Instituto Humboldt, no escapa a esta realidad. “En Colombia conocemos muy poco sobre cómo se distribuyen las enfermedades que afectan a los anfibios. No tenemos casi estudios o modelos para saber si están presentes o qué tan dominante son, por ejemplo, en el Amazonas o en la Orinoquia. Y sobre el cambio climático, son muy pocos los estudios publicados; la mayoría están basados en modelos de lo que puede pasar y otros en la tolerancia máxima de los organismos a las temperaturas, pero no saben qué está pasando en los hábitats naturales”, indica Galeano.
Por ejemplo, frente al hongo conocido como BD, Urbina-Cardona señala que algunos estudios apuntan a que se está esparciendo a través de la ropa de los turistas e investigadores que visitan zonas protegidas o hábitats naturales en los que viven los anfibios.
Uno de los investigadores colombianos que más ha estudiado el efecto de los agroquímicos y el incremento de temperaturas en ranas y sapos, es el profesor Manuel Bernal, de la Universidad del Tolima. “Hemos encontrado que los insecticidas son realmente terribles para los anfibios, en algunos casos matan a los renacuajos, y a los que sobreviven, los dejan deformes, sin poder moverse o con colas torcidas”, señala Bernal.
Este biólogo, explica algunos de los hallazgos que ha obtenido de sus investigaciones ha sido la detección de cómo en “ciertos lugares cerca a Espinal hay aumentos de temperatura de tres o cuatro grados, debido a construcciones o infraestructura, que están afectando el desarrollo de individuos jóvenes y el funcionamiento de sus cuerpos”.
La necesidad de mejores acciones
El declive de este grupo está teniendo un impacto real. Por ejemplo, en Panamá se encontró que la ausencia de los anfibios en los ecosistemas ha tenido un aumento de insectos que son vectores de enfermedades tropicales. Por su parte, son varios los medicamentos que tienen su origen en sustancias de anfibios.
“La pérdida de anfibios está afectando toda la cadena trófica, y su no su presencia está generando un desequilibrio en los ecosistemas. Además, si los anfibios están siendo afectados con químicos, es posible que los peces que comemos también estén afectados.”, indica Bernal, de la Universidad del Tolima.
Entre las opciones que propone el plan de acción de la IUCN es apostarle a programas de crías de conservación, tecnologías para apoyar la reproducción, así como las translocaciones de especies que, a pesar de ser muy complejas, tiene actualmente una tasa de éxito del 41%.
“Es muy importante resaltar qué para que sean exitosas, estas reintroducciones deben primero controlar las causas que llevaron originalmente al declive (el hogo quitridio, la deforestación, las especies invasoras, el tráfico ilegal), y monitorear la supervivencia de estos organismos en las poblaciones naturales a las que son reintegradas”, explica Urbina-Cardona.
Además de esto, los investigadores aseguran que hay investigar la diversidad genética de las especies en riesgo, pues este podría otra causa de la desaparición de las especies en la naturaleza.
“En el caso de Colombia, las prioridades deben ser, en parte, implementar monitoreos de población de anfibios de la mano con las comunidades, hacer mejores diagnósticos de las enfermedades y manejo de las especies invasoras”, indica Galeano, del Instituto Humboldt.
Precisamente, el país está en revisión el Programa de Conservación de Anfibios de Colombia, que busca tener unas metas claras en la conservación de estas especies. Esta propuesta ha sido discutida durante diez años, y depende del visto bueno del Ministerio de Ambiente y la Asociación Colombiana de Herpetología para que empiece su implementación. La idea de este es complementar lo realizado por la IUCN, pero que sea vinculante para las entidades en Colombia.
Entre las metas que tiene este plan está generar conocimiento para la toma de decisiones (tener, por ejemplo, datos poblacionales de las especies), implementar medidas de manejo para mantener las poblaciones silvestre y para especies priorizadas, fortalecer la capacidad institucional y crear mecanismos de divulgación para dar a conocer la importancia de los anfibios.
“Sería algo muy poderoso de cara a la COP16, porque le permite al Gobierno decir, si bien somos el país con más especies endémicas y amenazadas, ya tenemos un plan para conservarlos de manera robusta”, explica Urbina-Cardona, quien explica que se tiene la expectativa de que el plan sea adoptado en las próximas semanas con las indicaciones de la comunidad científica sobre cómo conservar esta especie en crisis.
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Con más de 350 millones de años de presencia en la Tierra, los anfibios son animales increíbles y únicos: fueron los primeros individuos con vértebras en adaptarse a la vida entre el agua y la tierra y experimentan una de las metamorfosis más representativas del reino animal, cuando los renacuajos se convierten en ranas.
A pesar de estas habilidades y su capacidad de adaptación a lo largo de los años, los impactos del cambio climático que ya se evidencian en el planeta, sumado a otros factores, han llevado a que las ranas, sapos, salamandras, entre otros anfibios, sean los vertebrados más amenazados del planeta.
Se estima que en el mundo, dos de cada cinco especies de estos animales que habitan en bosques, hojarascas, ríos y montañas están en peligro de extinción. Colombia, por su parte, tiene el mayor porcentaje de especies de anfibios amenazadas, con un 36 % de las 417 especies bajo amenaza de extinción.
Estas son algunas de las conclusiones a las que llegó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) en su más reciente actualización del Plan de Acción de Conservación de Anfibios (ACAP) que, con la participación de más de 100 científicos de 25 países, detalló las principales amenazas que enfrentan actualmente los anfibios y las formas en la que se puede darle la vuelta a la toma de decisiones que, durante años, ha dejado de lado a los anfibios.
Como explica Nicolás Urbina-Cardona, un biólogo colombiano de la Universidad Javeriana, copresidente de manejo de hábitat de la IUCN y uno de los autores del reciente informe, “cuando se piensa en conservación se piensa en los árboles y plantas, pero muy poco en los animales que van a vivir debajo de estos y sus hojas. Lo cierto es que estas especies no tienen el mismo carisma para el público, como sí lo tienen los mamíferos o las aves que, relativamente, tienen menos especies en peligro. La tarea es ponerlas en el centro de la agenda”.
Pandemias y mercados ilegales
Durante la realización del informe, que consistió, en parte, en analizar cuántas especies de anfibios amenazadas hay en el mundo y por qué, los científicos se llevaron un par de sorpresas.
“Este informe inició hace décadas para estudiar una pandemia en el mundo de los anfibios por el hongo Quitridiomicosis, que se detectó en varios países del mundo y que causaba muertes masivas. Pero en esta actualización de 2024, encontramos que solo el 20 % de las especies estaba en riesgo por enfermedades (entre las que hay algunas nuevas), mientras que el 76 % de las especies, es decir, 2.070, se encuentran amenazadas por la pérdida de hábitat y la agricultura, lo cual es algo bastante agresivo”, explica Urbina-Cardona.
Esto significa que, al considerar factores como el tráfico de madera, la conversión de sistemas forestales en sabanas, las actividades mineras y el uso de agroquímicos, cerca del 93 % de las especies están en riesgo debido a la pérdida de hábitat. Esta cifra es considerablemente mayor en comparación con el impacto del cambio climático (30 %) y el tráfico de especies (9 %).
El tráfico de especies es una problemática significativa que afecta a los anfibios en el mundo. Según Urbina-Cardona, aunque representa un factor pequeño en el declive general de los anfibios, su impacto es especialmente notable en ciertas ranas de Latinoamérica. Estas ranas, apreciadas por sus colores y patrones llamativos, son traficadas hacia Europa y Asia. Los viajes largos que deben emprender llevan a que los traficantes envíen miles de individuos, de los cuales la mayoría muere en el trayecto, con la esperanza de que algunos pocos logren llegar vivos a su destino.
Pese a que en el reciente reporte los investigadores determinaron las principales amenazas que enfrentan los anfibios en el mundo, reconocen que la falta de información sigue siendo una de las barreras que se enfrenta para comprender mejor esta crisis.
Colombia, como explica Sandra Galeano, líder de colecciones Anfibios y Reptiles del Instituto Humboldt, no escapa a esta realidad. “En Colombia conocemos muy poco sobre cómo se distribuyen las enfermedades que afectan a los anfibios. No tenemos casi estudios o modelos para saber si están presentes o qué tan dominante son, por ejemplo, en el Amazonas o en la Orinoquia. Y sobre el cambio climático, son muy pocos los estudios publicados; la mayoría están basados en modelos de lo que puede pasar y otros en la tolerancia máxima de los organismos a las temperaturas, pero no saben qué está pasando en los hábitats naturales”, indica Galeano.
Por ejemplo, frente al hongo conocido como BD, Urbina-Cardona señala que algunos estudios apuntan a que se está esparciendo a través de la ropa de los turistas e investigadores que visitan zonas protegidas o hábitats naturales en los que viven los anfibios.
Uno de los investigadores colombianos que más ha estudiado el efecto de los agroquímicos y el incremento de temperaturas en ranas y sapos, es el profesor Manuel Bernal, de la Universidad del Tolima. “Hemos encontrado que los insecticidas son realmente terribles para los anfibios, en algunos casos matan a los renacuajos, y a los que sobreviven, los dejan deformes, sin poder moverse o con colas torcidas”, señala Bernal.
Este biólogo, explica algunos de los hallazgos que ha obtenido de sus investigaciones ha sido la detección de cómo en “ciertos lugares cerca a Espinal hay aumentos de temperatura de tres o cuatro grados, debido a construcciones o infraestructura, que están afectando el desarrollo de individuos jóvenes y el funcionamiento de sus cuerpos”.
La necesidad de mejores acciones
El declive de este grupo está teniendo un impacto real. Por ejemplo, en Panamá se encontró que la ausencia de los anfibios en los ecosistemas ha tenido un aumento de insectos que son vectores de enfermedades tropicales. Por su parte, son varios los medicamentos que tienen su origen en sustancias de anfibios.
“La pérdida de anfibios está afectando toda la cadena trófica, y su no su presencia está generando un desequilibrio en los ecosistemas. Además, si los anfibios están siendo afectados con químicos, es posible que los peces que comemos también estén afectados.”, indica Bernal, de la Universidad del Tolima.
Entre las opciones que propone el plan de acción de la IUCN es apostarle a programas de crías de conservación, tecnologías para apoyar la reproducción, así como las translocaciones de especies que, a pesar de ser muy complejas, tiene actualmente una tasa de éxito del 41%.
“Es muy importante resaltar qué para que sean exitosas, estas reintroducciones deben primero controlar las causas que llevaron originalmente al declive (el hogo quitridio, la deforestación, las especies invasoras, el tráfico ilegal), y monitorear la supervivencia de estos organismos en las poblaciones naturales a las que son reintegradas”, explica Urbina-Cardona.
Además de esto, los investigadores aseguran que hay investigar la diversidad genética de las especies en riesgo, pues este podría otra causa de la desaparición de las especies en la naturaleza.
“En el caso de Colombia, las prioridades deben ser, en parte, implementar monitoreos de población de anfibios de la mano con las comunidades, hacer mejores diagnósticos de las enfermedades y manejo de las especies invasoras”, indica Galeano, del Instituto Humboldt.
Precisamente, el país está en revisión el Programa de Conservación de Anfibios de Colombia, que busca tener unas metas claras en la conservación de estas especies. Esta propuesta ha sido discutida durante diez años, y depende del visto bueno del Ministerio de Ambiente y la Asociación Colombiana de Herpetología para que empiece su implementación. La idea de este es complementar lo realizado por la IUCN, pero que sea vinculante para las entidades en Colombia.
Entre las metas que tiene este plan está generar conocimiento para la toma de decisiones (tener, por ejemplo, datos poblacionales de las especies), implementar medidas de manejo para mantener las poblaciones silvestre y para especies priorizadas, fortalecer la capacidad institucional y crear mecanismos de divulgación para dar a conocer la importancia de los anfibios.
“Sería algo muy poderoso de cara a la COP16, porque le permite al Gobierno decir, si bien somos el país con más especies endémicas y amenazadas, ya tenemos un plan para conservarlos de manera robusta”, explica Urbina-Cardona, quien explica que se tiene la expectativa de que el plan sea adoptado en las próximas semanas con las indicaciones de la comunidad científica sobre cómo conservar esta especie en crisis.
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