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La energía eólica y la solar han sido las grandes protagonistas de las discusiones sobre la transición energética en el mundo, que busca abandonar el uso de combustibles fósiles. Sin embargo, entre las alternativas que también han sido consideradas como soporte está la energía nuclear, de la que no suele hablarse muy a menudo. (Le puede interesar: Colombia y el sueño de tener energía nuclear, otra vez sobre la mesa)
Aunque hace parte de las alternativas de países de ingresos altos, los de menores ingresos no han tenido la capacidad financiera ni la voluntad política para producir este tipo de energía. En Latinoamérica, por ejemplo, solo hay tres países que la generan: México, Brasil y Argentina.
Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 28) que comienza este jueves en Dubái, se tendrá por primera vez una declaración conjunta sobre la importancia de la energía nuclear y la necesidad de promover su uso en el mundo. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la organización encargada de promover y regular el uso de las tecnologías nucleares de manera pacífica y segura, estará al frente de esa declaración.
Rafael Mariano Grossi, quien es director del OIEA desde 2019 y acaba de ser reelegido para un segundo período que inicia en diciembre de este año, asegura que es clave utilizar las tecnologías nucleares para resolver las necesidades de los países en vías de desarrollo, entre ellos la necesidad de transitar hacia energías limpias. Conversamos con él. (Le recomendamos: Joe Biden no asistirá a la cumbre climática de la COP28, en Dubai)
Esta semana arranca la COP 28, con temas centrales como la transición energética y las energías renovables. ¿Cree que la energía nuclear va a tener un rol protagónico en esta discusión?
Nosotros somos grandes favorecedores de las energías renovables. Lo digo con total claridad, para que nadie piense que tenemos un enfoque competitivo.
En términos de cambio climático, estamos frente a una situación muy mala. La transición energética tiene que hacerse y tiene que hacerse rápido. Y no tenemos tantas herramientas a nuestra mano. Entonces la humanidad tiene que echar mano de todas aquellas tecnologías que sean ambientalmente aptas y que no generen gases de efecto invernadero. Y la energía nuclear es una de ellas, no hay ninguna duda.
Hay que dejar de lado ciertas posturas ideológicas del pasado y para eso son cruciales las nuevas generaciones, que no tienen quizá tantas telarañas en la cabeza como gente más grande que mezclaba las armas nucleares con la tecnología nuclear, con muchos prejuicios. Los ambientalistas modernos, en general, son bastante favorables a la energía nuclear y a la tecnología nuclear. (También puede leer: Minería y explotación petrolera están poniendo en aprietos a los bosques tropicales)
Entonces, nosotros creemos en lo que llamamos “matrices energéticas integradas”. Son aquellas en las que se tiene una paleta de posibilidades y se utiliza la que puede, la que conviene. No somos lobistas nucleares, pero en muchos países esta sí es una alternativa muy buena.
Las energías renovables, que son tan positivas, son energías intermitentes que necesitan una fuente base. En este momento, lo que más hay para esa base es gas y un poco de energía nuclear. Y el gas sigue siendo un combustible fósil. Entonces, la promoción de la energía nuclear es claramente una de las vías para llegar a la descarbonización de las matrices energéticas internacionales.
No es casualidad que este año en la COP 28 vaya a haber por primera vez una declaración de todos los países participantes que usan energía nuclear, donde van a afirmar la utilidad de la energía nuclear y la necesidad de tener más. Esto es algo novedoso, porque en las COP no se podía hablar de energía nuclear. Tenía una muy mala reputación, motivada por estas cuestiones ideológicas anticuadas a las que hacía referencia. (Le puede interesar: ¿Qué está en juego en Emiratos Árabes, el país petrolero sede de la cumbre climática?)
Vamos a tener allí un pabellón nuclear, vamos a estar interactuando con organizaciones intermedias, con grupos de jóvenes de todo el mundo, para tratar de difundir lo que estamos haciendo. Así que la COP para nosotros va a ser un momento muy importante.
¿Parte de lo que se va a tratar en la COP incluye cómo cerrar la brecha de producción de energía y tecnologías nucleares entre países de ingresos bajos con los de ingresos altos?
Creo que es el gran punto, es el gran déficit que hemos tenido. Desde la conferencia de París, en la cual se reconoció el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, y la necesidad de asistir a los países de renta media y países en desarrollo en el cumplimiento de esta tarea, se ha hecho muy poco. El fondo de compensación que se acordó en la COP 27 tampoco se ha puesto en marcha.
Una idea bastante modesta, a mi modo de entender, aunque esperemos que se logre como resultado concreto de esta COP, es poner en marcha estos mecanismos de asistencia y compensación. Creo que los países en vías de desarrollo, que han contribuido bien poco a la contaminación y al calentamiento global, necesitan este apoyo. Es una cuestión de justicia evidente y de eficiencia climática. Es algo que aún no ha tenido, en mi opinión, la concreción en compromisos de las economías más importantes.
¿Cómo evalúa el panorama de las tecnologías nuecleares y la energía nuclear en Latinoamérica?
Es un panorama con claroscuros, digamos. Están Argentina, Brasil y México que tradicionalmente han tenido sectores nucleares muy fuertes. Vemos que todos nuestros países, en la década del 50, comenzaron a andar el camino de la investigación nuclear. En Colombia, por ejemplo, con el Instituto de Asuntos Nucleares y el reactor de investigación. Muchos países comenzaron ese camino y luego, en algunos casos, se fue abandonando quizá por la inestabilidad política que nos caracteriza como región. Lamentablemente, no ha habido consistencia en las políticas públicas, y en particular en las políticas energéticas.
Pero indudablemente hay muchísimo interés en otros países como Chile, Perú, Colombia o Bolivia. Todos ellos tienen interés en las aplicaciones en medicina, alimentación, agricultura, gestión del agua, que es muy importante en nuestra región. Cuando se desató una plaga del hongo Fusarium, que afectaba a todas las plantaciones de banano, particularmente en Colombia y otros países de esta zona, la comunidad indígena de las naciones se acercó a nosotros para pedirnos ayuda, y pudimos rápidamente desplegar una acción tecnológica para frenar esa plaga que estaba destruyendo y que amenazaba a afectar un producto de gran importancia para la economía y para el bienestar de los pueblos de esa parte de América del Sur.
Entonces, hay un interés creciente. A mí me gustaría poder impulsarlo más en Colombia.
Actualmente, en Colombia se está construyendo un proyecto de ley sobre seguridad nuclear y en el que el OIEA ha brindado asistencia técnica. ¿Cómo lo evalúa?
Es un proyecto de ley en el cual los juristas y técnicos del OIEA han asesorado a los colegas colombianos en cuanto a los contenidos, en cuanto a algunos capítulos que podrían estar reflejados de una u otra manera. Estamos siguiendo ese proceso con muchísimo interés, porque el texto de la ley abarca todos los temas referidos a la seguridad tecnológica y a la seguridad física.
Yo espero que esa ley se apruebe lo antes posible, de modo que el poder ejecutivo pueda tener una base más sólida para tomar ciertas acciones concretas en distintas áreas de tecnología y aplicaciones nucleares en las cuales nosotros podamos apoyarlos.
Ernesto Villarreal, Ph. D. en Ingeniería Nuclear y excoordinador regional del OIEA para Latinoamérica, comentaba a propósito del proyecto que es una oportunidad clave para hacer una ley que regule todos los aspectos relacionados con la energía y las tecnologías nucleares y no solo enfocada en la seguridad nuclear. ¿Cree que el proyecto podría ajustarse para ser más ambicioso?
Yo creo que no solamente es posible, es necesario. Una ley de seguridad nuclear es importante. Pero, para tener seguridad sobre una actividad, hay que regular primero la actividad. Hay que dar mucha más vida a la actividad nuclear en Colombia. Claro, siempre tiene que hacerse con un andamiaje de seguridad tecnológica y de seguridad física para que la gente no tenga recelos ni temores.
Entonces, espero que exista esa voluntad de avanzar con un poquito más de decisión sobre otras áreas que, al fin y al cabo, son muy beneficiosas. Aquí no estamos hablando aún de energía nuclear. Quizás en el futuro, con reactores modulares o con reactores pequeños [que ocupan menos espacio y recursos que una central nuclear tradicional]. Hay muchas oportunidades que los gobiernos colombianos podrían explorar, pero en este momento estamos en otro nivel que igualmente puede ser muy beneficioso.
¿Hace falta más voluntad política para abrirle paso a la energía y tecnologías nucleares en Colombia, como se está haciendo en otros países de la región?
Yo creo que sí. Y creo que para generar esa confianza el organismo puede ayudar. Muchas veces lo que sucede es que no hay suficiente información. Me pasa a mí, en mis contactos con jefes de Estado y de gobierno en muchos lugares del mundo, que no hay información o peor, hay desinformación. Entonces, esta tarea que ustedes hacen desde El Espectador para nosotros es importantísima, porque tiene que haber un esclarecimiento.
Nuestra aproximación no es una aproximación que tenga interés comercial alguno. Todo lo contrario. Lo que yo veo son todos los beneficios que ha traído la energía nuclear a mi propio país, Argentina, ¿por qué Colombia no podría beneficiarse de lo mismo? Tener una base mucho más amplia en oncología o en otras aplicaciones nucleares, en la producción de radioisótopos farmacéuticos a través del reactor de investigación. Es decir, hay muchas cosas que se podrían hacer con un impacto bastante directo en la sociedad, que es, al fin y al cabo, lo que los políticos quieren.
Por eso pienso que hay que tener un diálogo de alto nivel con la clase política, con los congresistas, con los decisores políticos y sociales del país, para mostrarles con ejemplos qué es lo que está pasando en países comparables. No estamos hablando de que Colombia se ponga a hacer reactores nucleares como la India o como China. Pero hay países comparables que tienen muchas cosas. Creo que ahí hay una deuda pendiente.
Yo soy el primer director general latinoamericano en el OIEA. Para mí es muy importante que mi región también se eleve, porque creo que es muy posible. Tenemos un material humano fantástico de científicos y científicas que hay que utilizar.
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