Merenberg, madre de las reservas privadas en Colombia, será área protegida
Ubicada en La Plata (Huila), esta es una de las primeras iniciativas privadas de conservación en el país. Tiene más de 90 años de historia, pero solo hasta ahora está a punto de ser parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y un centro de investigación científica. Un logro para celebrar.
Laura Villamil
Una hazaña. Así se puede definir el trabajo de los propietarios de Merenberg, la reserva “madre” de la conservación privada en el país. Está ubicada en el Macizo colombiano, en el municipio de La Plata (departamento de Huila, límites con Cauca), y su existencia está bien catalogada en los archivos de las historias de protección de la naturaleza más excepcionales del país.
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Una hazaña. Así se puede definir el trabajo de los propietarios de Merenberg, la reserva “madre” de la conservación privada en el país. Está ubicada en el Macizo colombiano, en el municipio de La Plata (departamento de Huila, límites con Cauca), y su existencia está bien catalogada en los archivos de las historias de protección de la naturaleza más excepcionales del país.
Para quienes no conocen nada sobre Merenberg, vale la pena recordar su historia: Karl Kohlsdorf y Elfriede Oertel cruzaron el Atlántico, provenientes de Alemania, para construir un hogar lejano a las dificultades de la Gran Depresión. Desembarcaron en Colombia en distintos momentos de 1930, por el Puerto de Buenaventura. Él llegó primero y, al ritmo de galopes, encontró y adquirió esta tierra prometida, el “mar de montañas” que es lo que significa Merenberg. Luego la recibió a ella en compañía de sus hijos Mechthild y Helmut. (Lea: Groenlandia: glaciares se están derritiendo 100 veces más rápido)
Desde entonces, los integrantes de la familia se convirtieron en custodios de todas las formas de vida del predio; una labor tan compleja que incluyó, por ejemplo, esfuerzos enormes por parte de Karl y Elfriede para enfrentar las invasiones realizadas en la propiedad por parte de colonos campesinos.
Años después, Karl y Elfriede dejaron la defensa de Merenberg en manos de otras dos personas: Mechthild y su esposo, Günther Büch, quienes heredaron la misma filosofía de cuidado de la biodiversidad a su hija, Svanhild Büch, hoy encargada de la reserva y representante de la Fundación Merenberg. Esta organización nació con el liderazgo de Günther y el respaldo de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en los años 70, con el fin de adquirir 50 hectáreas y dedicarlas a la conservación e investigación científica. Fue un terreno que se sumó a las 150 ha que, de manera privada, había destinado la familia al mismo fin.
Cada década trajo su afán. En los años 70, Merenberg fue reconocida como una reserva natural privada por parte del entonces Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (INDERENA); en los 80, se convirtió en un escenario de investigación para científicos y universidades interesados en su inmensa biodiversidad; y posteriormente, entre los 90 y los 2000, la familia tuvo que dejar el sitio por razones de orden público. Solo lo visitaban en algunas ocasiones. (Lea: En dos décadas, se triplicaron los microplásticos que están en el fondo del mar)
Hasta hace un par de años, Svanhild pudo retomar el sueño que su padre dejó sin cumplir al fallecer en 2012: continuar con la conservación y producción de conocimiento entre la reserva y la Fundación; una tarea que ha desempeñado meticulosamente con la revisión de documentos y archivos familiares en los que, tanto Günther como Mechthild, dejaron consignadas sus experiencias y expectativas con esa tierra.
Con los pies en Merenberg
Llegar a Merenberg es como entrar a las páginas de un libro de leyendas. Quienes han escuchado de este lugar en las cátedras universitarias y en salidas de campo de investigaciones científicas, reconocen lo que “los alemanes” construyeron, tanto física como simbólicamente, en ese lugar. Este, por cierto, hace parte del corredor biológico Puracé- Serranía de las Minas y Cueva de los Guácharos, conformado por páramos, lagunas (humedales), bosques nublados y de montaña.
Llegar allí bien puede ser una visita al pasado. La casa de la familia, construida por Karl, es una obra de arte en madera. Para ponerla en pie, su artífice utilizó una técnica de construcción sin puntillas ni clavos, y trasladó hasta allí su Alemania natal con libros, retratos familiares, una estufa de leña que aún se usa. (Lea también: “Queremos que tengan en cuenta el aporte que le hacemos a la naturaleza”)
Para varios de los integrantes del grupo técnico de Áreas Protegidas de WWF Colombia, poner un pie sobre el “mar de montañas” es un privilegio. Así lo afirman quienes visitaron la reserva por primera vez a finales de abril de 2022, con el objetivo de acompañar a Svanhild en el propósito de convertir este lugar en Reserva Natural de la Sociedad Civil-RNSC del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, un proceso que requiere de un registro ante Parques Nacionales Naturales*.
Conocer Merenberg, donde se alcanza a observar el Nevado del Huila, fue para Carlos Mauricio Herrera, especialista de Áreas Protegidas y Estrategias de Conservación de esta organización, conocer Merenberg, uno de esos momentos que se tachan en la lista de sueños pendientes. “Tiene un excelente nivel de conservación y una historia importantísima para las acciones de manejo del territorio. Es un referente para investigadores y para quienes se han formado en el círculo ambiental en Colombia durante los últimos 50 años”.
Por estas razones, dice, se está haciendo el acompañamiento técnico para el registro de la reserva como RNSC, lo que significa un hito tanto para la familia como para WWF Colombia. Para lograr esto, el equipo técnico de la organización realizó un ejercicio de planificación de la reserva que implicó que, en compañía de Svanhild y de los investigadores de la Fundación Merenberg, se empezaran a desarrollar acciones estratégicas para que este lugar pueda perdurar en el tiempo.
“Entre todos planteamos algunas propuestas de sostenibilidad en el ámbito financiero y técnico porque el mantenimiento de estos predios privados dedicados a la conservación requiere de tiempo, esfuerzo y recursos económicos”.
Con estos avances, se espera que en unos meses este sitio mítico, que conecta los parques nacionales naturales Cueva de los Guácharos y Puracé, y que por su cercanía a los bosques andinoamazónicos cuenta con una biodiversidad que se expresa con la presencia de especies únicas, sea un área protegida.
Esto se traduce en su ingreso a una lista de más de mil Reservas Naturales de la Sociedad Civil que hacen parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, y que junto con las demás categorías que hacen parte de este, contribuyen al cumplimiento de las metas de conservación de Colombia.
Investigación científica, la continuidad de un sueño
“Estoy en la última fase de mi vida. Tal vez la mayor parte de lo que se había planeado para Merenberg no se ha podido realizar, y lo que se ha podido lograr, es incierto si durará. Con el paso del tiempo me pregunto: ¿se ha justificado la lucha? ¿Habrá gente joven con la capacidad de reconocer y defender la unicidad de Merenberg y la importancia absoluta de que sobrevivan sus bosques con su fauna silvestre? ¿Quiénes tendrán la voluntad de cooperar para asegurar su existencia futura? Esa es la incógnita, pero Merenberg tiene que vivir para siempre”.
Estas palabras de Günther Büch quedaron en el libro “Soldado de dos mundos”, publicado por el escritor Liberio Jiménez para honrar las contribuciones de Büch a la conservación y la ciencia en Colombia. Frente a todas esas incógnitas con las que murió su papá, Svanhild está construyendo las respuestas. Para empezar, el solo hecho de que Merenberg esté en trámite para convertirse en un área protegida, parece justificar la lucha de la que él hablaba, pues de alguna manera es la promesa de que seguirá existiendo a futuro.
Al mismo tiempo, en el plan de manejo de la reserva, uno de los objetivos principales es convertir este sitio en un centro de investigación, una apuesta que, según Miguel Ángel Ospina, consultor de Áreas Protegidas de WWF Colombia, “es bastante ambiciosa. Si es difícil para un área pública, que maneja recursos públicos, posicionarse como un área de investigación, seguramente para una reserva privada el reto va a ser mucho más fuerte”.
Esto, agrega, si se tiene en cuenta que para lograr establecerse como un centro científico, la Fundación Merenberg, bajo la cual funcionan las iniciativas de investigación que han empezado a adelantarse allí en los últimos dos años, tendrá que adecuar una infraestructura y, al mismo tiempo, tener el personal necesario para orientar programas de investigación que le aporten al cumplimiento de los objetivos de conservación de la reserva.
Frente a estos retos, y contestando otra de las preguntas de su padre, Svanhild sabe que sí hay gente joven que quiere contribuir a Merenberg y que reconoce su singularidad. Por eso, poco a poco ha ido conformando un equipo de investigación en la Fundación, del cual hoy hacen parte María Daniela Pulido, ingeniera ambiental, y Julio César González, licenciado en Ciencias Naturales y Educación Ambiental.
Actualmente, María Daniela y Julio tienen registrado ante Colciencias el Grupo de Investigación en Bio-ecología de Vertebrados-BIVET. Con este, tienen activo un proyecto sobre el porcentaje de ocupación de primates en Merenberg. También, trabajan de la mano de la Universidad Surcolombiana en procesos de caracterización de fauna y flora, y con el Parque Nacional Natural Puracé, en el monitoreo comunitario de la fauna presente en el Páramo la Candelaria.
“Hemos logrado articular a Merenberg con diferentes actores académicos y científicos, y hemos reactivado procesos de investigación con distintas universidades. El recurso económico que se necesita para mantener tanto la reserva como el centro, sale del bolsillo de nosotros. Por eso, pensando en la autosostenibilidad hemos generado varios proyectos de investigación. En total son nueve”, cuenta Julio.
Hablando sobre los proyectos actuales y a futuro de Merenberg, María Daniela complementa que “me hubiera encantado conocer al papá de Svan y sentarme a hablar con él para compartir nuestras ideas y preguntarle sus opiniones sobre lo que estamos haciendo. Si hoy tenemos una conexión emocional tan fuerte con este lugar, no me imagino cómo hubiera sido si él todavía estuviera. Svan nos ha transmitido mucha admiración y respeto por ella y por la historia de su familia”.
No es para menos. Svanhild es el alma de Merenberg. No estaríamos contando esta historia de no ser por su devoción al legado de sus ancestros, a quienes ha tratado de honrar a pesar de los obstáculos (especialmente financieros). Sin embargo, hoy reconoce que para que Merenberg exista para siempre, como su padre lo anheló, necesita del apoyo de instituciones y personas que valoren su mar de montañas, y que entiendan que la vida humana depende de la conservación de lugares como estos.
Actualmente, ella es la única propietaria de la reserva que queda al frente de este lugar (sus familiares viven en Alemania), y por eso cuando piensa en su propio legado, tiene algo claro: será quien encuentre la manera de que este tesoro del Macizo colombiano siga en pie cuando ella no lo esté. Solo así sentirá que cumplió su misión.