“No podemos seguir siendo un país que atiende desastres”, directora del IDEAM
Para Ghisliane Echeverry, directora del Ideam, Colombia debe prepararse para el próximo semestre, pues además de la temporada de lluvias, viene una temporada de ciclones. Dice que es hora de reforzar la prevención y dejar de ser un país que atiende desastres.
César Giraldo Zuluaga
Los últimos meses han estado atravesados por los distintos impactos que trajo el fenómeno de El Niño, que se instaló oficialmente en el país en noviembre de 2023, y que se caracteriza por la disminución de las precipitaciones (lluvias) y el aumento de las temperaturas en varias regiones del país. A los incendios forestales que se registraron a inicios de año le siguió la crisis por desabastecimiento de agua que tiene a los habitantes de Bogotá en un racionamiento que no se había visto en décadas. Eso, sin contar los récords de temperatura que se alcanzaron durante los primeros meses del año en decenas de municipios.
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Los últimos meses han estado atravesados por los distintos impactos que trajo el fenómeno de El Niño, que se instaló oficialmente en el país en noviembre de 2023, y que se caracteriza por la disminución de las precipitaciones (lluvias) y el aumento de las temperaturas en varias regiones del país. A los incendios forestales que se registraron a inicios de año le siguió la crisis por desabastecimiento de agua que tiene a los habitantes de Bogotá en un racionamiento que no se había visto en décadas. Eso, sin contar los récords de temperatura que se alcanzaron durante los primeros meses del año en decenas de municipios.
Sin embargo, el panorama para el segundo semestre del año es totalmente distinto. Existe una alta probabilidad que el fenómeno de La Niña se instale, al mismo tiempo que la temporada de ciclones y la segunda temporada de lluvias, por lo que se esperan eventos extremos en varias regiones del país e incluso récord en la cantidad y magnitud de los ciclones.
¿Cómo serán los próximos meses mientras terminamos de salir de El Niño para meternos en La Niña? ¿Por qué Colombia sufre tanto en temporada de lluvias y qué puede hacer de cara al futuro?, son algunas de las preguntas que responde la directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Ya se empieza a hablar de la última etapa del fenómeno de El Niño, ¿qué se puede esperar y hasta cuándo podría extenderse?
Al fenómeno de El Niño se le hace el seguimiento global. Se refiere a la anomalía térmica del Pacífico, es decir, al aumento de temperatura de este océano. Esta anomalía, así como toma un tiempo en aumentarse, también toma un tiempo en estabilizarse. Regularmente, no se habla de una fecha exacta en la que la temperatura del Pacífico se neutralice, sino de trimestres. Entonces se habla de que entre el periodo de abril y junio esa temperatura se estará estabilizando o pasando a fase neutra.
Y lo que se espera es que, a partir de junio, julio y agosto, empiece a enfriarse, que la anomalía sea hacia temperaturas por debajo de lo normal y allí se empieza a hablar de un fenómeno de La Niña.
¿Cómo van a ser los próximos meses con el debilitamiento de El Niño y la llegada de La Niña?
El fenómeno de El Niño o el fenómeno de La Niña no son los únicos fenómenos meteorológicos que influyen sobre el régimen de precipitación (lluvias) del país. Hay muchas otras cosas que convergen en el territorio nacional y que pueden o no generar lluvias.
Entonces abril es un mes de la primera temporada de más lluvias en la región Andina y en la región Caribe. Por esta época se fortalece algo que es la zona de confluencia intertropical, que es como una banda que va subiendo desde el sur y que va trayendo nubosidad. Esta banda sube y baja durante el año y es lo que causa las temporadas de más lluvias. Para los próximos meses esperamos que esta temporada de lluvias esté establecida normalmente.
Pero también hay otra cosa y es lo que yo denomino como la nueva realidad climática y es que hay otros factores y una incertidumbre muy grande por otras cosas que también se pueden presentar y alterar esa normalidad. Algo que nos ocurrió las dos primeras semanas de abril fue que pasó la oscilación de Madden y Julian (MJO), que está pasando todo el tiempo en el territorio, pero que esas dos semanas pasó en una fase que genera sequías. Allí lo complejo fue que pasó con una intensidad muy alta y que, incluso en una temporada de lluvias, tuvimos dos semanas muy secas y con altas temperaturas. Es bastante inusual que pase con esa intensidad y con esa extensión.
¿Qué puede pasar? Que la temporada de lluvias siga normal, que se vaya estableciendo gradualmente en abril, mayo y junio para la región Andina, la región Pacífica y la región Caribe. También estamos esperando una temporada de ciclones que inicia en junio. Hasta ahora, las predicciones señalan que será una temporada bastante agitada. Es decir, se esperan récords en número de ciclones y de eventos fuertes.
Hablemos de La Niña. Se estima, con un 60 % de probabilidad, que este fenómeno se desarrolle entre junio y agosto. ¿Cómo va a ser esa etapa de transición entre El Niño y la Niña? ¿Es atípico que se dé una transición tan rápida?
Sí es atípico que se dé una transición tan rápida. Ha pasado antes, pero no es lo usual esta transición tan rápida.
Lo que va a pasar aquí es que esta Niña se va a instalar además con la temporada de ciclones, que va de junio a noviembre, y con la segunda temporada de lluvias del país. Es decir, van a estar todos los fenómenos alineados para lluvia abundante. Es probable que tengamos eventos extremos y que tengamos momentos de lluvias muy fuertes.
Entonces uno espera, y lo voy a decir en términos de gotas, que en noviembre caigan 20 gotas en el mes, pero que esas gotas estén distribuidas en todos los días. Lo que puede ocurrir, y lo que está generando este cambio climático, es que esas 20 gotas caigan en dos días y eso genera un impacto muy fuerte sobre los territorios y genera desastres. Ese es el riesgo que tenemos en este momento. No es La Niña sola, sino toda la conjugación de cosas. No es solamente la lluvia, porque la temporada de lluvias siempre la hemos tenido, sino también la intensidad y los eventos extremos que puedan ocurrir.
Históricamente, hemos sido un país que ha sufrido mucho con la temporada de lluvias y La Niña: inundaciones, desbordamientos, deslizamientos, y otra serie de desastres. ¿Qué cree que hemos aprendido y qué cree que nos falta aprender?
Hay una primera cosa: la visión o la postura que se tiene frente a los temas ambientales en la historia de nuestro país ha sido reduccionista, ha sido una postura de atender desastres. La línea preventiva no ha estado muy presente a excepción, y tengo que decirlo, de este gobierno. Prueba tangible de eso es el decreto de emergencia en La Guajira. Lo que pasó después con la Corte Constitucional es otra historia, pero el gobierno hizo un esfuerzo muy grande para hacer el primer decreto de carácter preventivo en la historia Colombia.
Entonces tenemos que estar en línea preventiva, no podemos seguir siendo un país que atiende desastres.
Ha sido muy complejo lograr que la ciudadanía y los entes territoriales puedan visualizar la prevención. Por ejemplo, son muy pocos los municipios que tienen un diagnóstico claro de sus vulnerabilidades. En el país siempre ha existido época de lluvia y época de sequía y aun en condiciones normales de lluvia y de sequía siempre tenemos desastres. Todo esto también está conectado con una deficiente planificación urbana.
Y ahí ya hay un rezago en cuanto a estar preparados para la climatología normal, una lluvia normal o una sequía normal causa desastre, porque es un país que no se ha preparado para gestionar el riesgo adecuadamente. Las líneas sobre la que puede actuar el país es sobre la vulnerabilidad o sobre la adaptación al cambio climático.
Hoy en día, con un discurso que sale desde Presidencia y desde el Ministerio Ambiente, es la línea de prevención. Es empezar, en ese imaginario colectivo, a hablar de prevención y no de atención al riesgo.
Y, segundo, hay que ir es a las causas estructurales. Pero las causas estructurales no es buscar más fuentes de agua, las causas estructurales no es ver cómo sostenemos el consumismo y las prácticas que nos han llevado a esto. Las transformaciones estructurales son repensarse las ciudades, repensarse la movilidad, repensarse la economía. Eso es lo que tiene que pasar de fondo para poder, de alguna manera, lograr adaptarnos a ese cambio climático. No hay forma al corto plazo de revertirlo, tenemos que buscar formas de adaptarnos y sí tienen que ser estructurales.
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