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Nuquí, un municipio ubicado sobre la costa Pacífica colombiana, es reconocido por su riqueza natural y porque, entre julio y octubre de cada año, las ballenas jorobadas llegan a reproducirse a sus aguas. Tribugá, uno de sus siete corregimientos, es a su vez considerado como un hotspot de la biodiversidad, ya que concentra más de 35.000 especies de plantas, 390 de aves, 970 de reptiles y 125 de mamíferos, según el Distrito Regional de Manejo Integrado del Golfo de Tribugá. (Le puede interesar: La capital del Amazonas enfrenta un serio problema por la basura)
En años recientes, el golfo de Tribugá ha llamado la atención del país, e incluso de la comunidad internacional, por dos razones. La primera tuvo que ver con el plan de construir un puerto en esta región. Una propuesta que fue rechazada de inmediato por la comunidad y por diversos sectores ambientales, quienes consideraban que este proyecto ponía en riesgo la diversidad natural y cultural que allí se encuentra. Finalmente, en octubre de 2020, la Agencia Nacional de Infraestructura le negó la licencia a la Sociedad Arquímedes, que impulsaba la construcción del megaproyecto.
La segunda, porque el 11 de febrero de este año el presidente Iván Duque le solicitó a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que reconociera a la bahía de Tribugá como una reserva de la biósfera, una declaratoria que busca conservar y proteger distintos ecosistemas a lo largo del mundo. (Puede leer: La basura electrónica generada en 2021 pesará más que la Gran Muralla China)
Sin embargo, hay un problema que aqueja a este municipio chocoano y a sus siete corregimientos desde su fundación, hace más de un siglo, y que ha tenido menos eco entre las autoridades, la opinión pública y los miles de turistas que llegan a estos paraísos terrenales cada año: la basura.
Guillermo Cuesta, personero de Nuquí, lo resume de la siguiente manera: “Desde 1921, cuando se fundó el municipio, nunca se ha proyectado un lugar para la disposición de los residuos sólidos”. Por eso, desde hace 101 años, la basura que se produce se entierra, se quema o se bota en la playa que conecta a la cabecera municipal con el corregimiento de Tribugá.
“A unos ocho o diez metros de la marea alta se abren huecos en la playa de un metro de profundidad, ocho de ancho y diez de largo, donde se bota la basura. Cuando esos huecos se copan, los cubrimos con arena para evitar la contaminación y la proliferación de insectos”, cuenta Amín Valencia, gerente de Aguas Nuquí, la empresa encargada del agua, el alcantarillado y el aseo de este municipio, en el que habitan más de 4.200 personas. (Le puede interesar: En fotos: buzos sacaron más de una tonelada de basura de la laguna de la Cocha)
Así pues, la mayor parte de los siete kilómetros de playa que llevan de la cabecera municipal de Nuquí al corregimiento de Tribugá están llenas de basura. Pero el problema no acaba allí, ya que cientos de kilos de residuos sólidos quedan expuestos por el oleaje, lo que atrae insectos, aves de rapiña y lleva residuos al mar. Además, como advierte Valencia, “en unos dos o tres meses no tendremos dónde disponer la basura”.
¿Qué hacer con las basuras en Nuquí y Tribugá?
Según Yefer Arley Gamboa, alcalde de Nuquí, esta es una pregunta que llevan años intentando resolver, pero que, por la falta de recursos y ayuda de los gobiernos nacional y departamental, no se ha podido gestionar. “Una de las alternativas fue propuesta por agencias de cooperación internacional, y tenía que ver con reciclar y aprovechar algunos residuos para elaborar compostaje. La segunda es comprar un horno, como los que se utilizan en las funerarias, para quemar la basura”, dice Gamboa.
La tercera solución contempla la construcción de un relleno sanitario. De hecho, es lo que ordena una reciente sentencia emitida por el Tribunal Contencioso Administrativo de Chocó, que ante la solicitud de medidas cautelares realizada por el personero municipal, le prohibió a Nuquí la disposición de sus basuras en la playa y estudiar el daño ambiental generado.
Si bien las tres fuentes reconocen que esta sería la mejor solución, coinciden que el fallo es “desproporcionado y desconoce la realidad del municipio”. En primer lugar, porque, según cálculos realizados por el municipio, sería un proyecto que costaría entre $6.000 y 7.000 millones, lo que corresponde a la mitad del presupuesto anual de Nuquí. Además, señalan, el fallo no involucra a otras entidades como la Gobernación del Chocó ni a los ministerios de Vivienda y Ambiente, que, a consideración de las fuentes, son los que cuentan con la capacidad económica para adelantar la construcción del relleno sanitario.
Hasta el momento, aseguran Amín y Gamboa, los ministerios se han encargado de brindarles unas capacitaciones técnicas que están lejos de solucionar el problema. Sobre el apoyo económico que reclaman aún no han recibido respuesta. Según proyecciones que se hicieron en el Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PGIR) de Nuquí, hace seis años cerca de 4.135 toneladas de basuras se enterraron en las playas que conducen a Tribugá el año pasado. Una cifra que no tiene en cuenta los residuos generados por los turistas y que desconoce cuántas de estas han llegado al mar.